|| Críticas | ★★★☆☆ ½
Fiume o morte!
Igor Bezinovic
Original o copia
Miguel Martín Maestro
Valladolid |
ficha técnica:
Croacia, Italia y Eslovenia, 2025. Título original: «Fiume o morte!». Dirección y guion: Igor Bezinović. Producción: Vanja Jambrović, Tibor Keser, Erica Barbiani, Lucia Candelpergher y Marina Gumzi. Compañías: Restart, Videomante y Nosorogi. Fotografía: Gregor Božič. Música: Hrvoje Nikšić y Giovanni Maier. Montaje: Hrvoslava Brkušić. Reparto: Izet Medošević, Ćenan Beljulji, Albano Vučetić, Tihomir Buterin, Andrea Marsanich, Massimo Ronzani y Milovan Večerina Cico. Duración: 112 minutos.
Croacia, Italia y Eslovenia, 2025. Título original: «Fiume o morte!». Dirección y guion: Igor Bezinović. Producción: Vanja Jambrović, Tibor Keser, Erica Barbiani, Lucia Candelpergher y Marina Gumzi. Compañías: Restart, Videomante y Nosorogi. Fotografía: Gregor Božič. Música: Hrvoje Nikšić y Giovanni Maier. Montaje: Hrvoslava Brkušić. Reparto: Izet Medošević, Ćenan Beljulji, Albano Vučetić, Tihomir Buterin, Andrea Marsanich, Massimo Ronzani y Milovan Večerina Cico. Duración: 112 minutos.
Bezinovic, aparte de intentar mostrar qué queda de memoria histórica en la ciudad, realmente está formando un casting, las entrevistas le sirven para ir seleccionando a los figurantes con los que quiere dar cuerpo a su idea fílmica, al tiempo que nos enseña los entresijos de la producción y filmación de la película. Unos harán de D’Annunzio, otros de sus lugartenientes, soldados, residentes de la ciudad durante el periodo en que se autodeclaró estado libre cuando el poeta encabezó una expedición de 2600 voluntarios que tomó la ciudad y creó un régimen de inspiración fascista a la espera de la expansión de Italia anexionando todo el territorio intermedio entre el Véneto y el propio Fiume. Todo visionario tiene sus modelos, la grandeza del imperio romano sumado al integrismo religioso movilizan a D’Annunzio en un esperpento de invasión marítima y terrestre que más parece una romería que se desplaza desde Venecia y a la que los aliados franco-británicos-estadounidenses que controlaban la zona tras el armisticio no quisieron detener. Con lo que no contaba D’Annunzio es que sería precisamente Italia la que pondría fin a su aventura. Apenas un año, del 12 de septiembre de 1919 hasta las navidades de 1920 es lo que duró la aventura de los "Arditi", un colectivo que superó los 10.000 hombres pero que se fue reduciendo en cuanto el ardor guerrero se vio cuestionado por la posibilidad real de combatir cuando el ejército italiano intentó reponer la legalidad internacional y acabar con los voluntarios de D’Annunzio. El efímero estado libre de Fiume permaneció hasta 1924, fecha en la que las presiones del gobierno, ya de Mussolini, consiguió que la Sociedad de Naciones entregara el enclave a Italia en cumplimiento de los tratados que pusieron fin a la Primera Guerra Mundial y en detrimento del Reino de Serbia.
Como Dupieux en Daaaalí o Todd Haynes en I'm not there, el director croata se sirve de diferentes actores para encarnar a la figura de D’Annunzio. La idea es la de hacer historia sin recrearla de manera fidedigna. Los acontecimientos se suceden ante nuestros ojos como si se tratara de una representación pseudoteatral en la Rijeka del presente, a la manera que Lola Arias se aproximó a la guerra de las Malvinas en Teatro de guerra, Bezinovic da forma histórica a los personajes que se pasean, disfrazados de principios del siglo XX entre habitantes y turistas de Rijeka (alguna situación graciosa de equívoco también se da por esa circunstancia). El director reproduce en forma de sketches los episodios de ese año, los discursos de D’Annunzio, sus decisiones militares, su constitución plagada de mensajes alucinados de honor e historia, de marcialidad impostada, su decepción con la monarquía y con los políticos italianos, su racismo lingüístico, racial y religioso. Para el poeta soldado el Fiume-Rijeka es Italia y solo para italianos, los derechos sólo para los italianos y el resto que se marchen. La conexión con el presente no la olvida Bezinovic, y no deja de ser lo más importante de la película, se preocupa en buscar a los descendientes de la masiva población italoparlante de la región para seguir fijando memoria y tradición. Que Italia se fijara en ese pequeño enclave no era capricho ni casualidad, sabían de la mayoría italiana de la zona y querían mantener su zona de influencia. Ahora, más de un siglo después, y tras el auge nacionalista, primero de la extinta Yugoslavia y después de la renacida Croacia, el italiano, o el dialecto que se habla en la zona, ha quedado reducido al ámbito familiar y a las personas mayores. No se pretende ser fiel con las imágenes ni crear un escenario de cartón piedra para reproducir lo que pudo ser la ciudad en aquellos convulsos años. Las lecciones de historia tienen más importancia por lo que enseñan del presente que por su profusión de datos concretos unidos a imágenes reales. Bezinovic tira del archivo para buscar fotografías y pequeñas películas de aquel momento que, a continuación, reproduce con sus actores. Obviamente no puede haber las masas enfervorecidas que siempre aplauden a cualquier Duce o Führer cuando llega al poder, pero el efecto se consigue con nuestra imaginación y la banda de sonido ante la falta de presupuesto. No es una película rompedora, ni navega contra corriente salvo que etiquetemos así cualquier obra que se sale del molde que machaca nuestras retinas a diario. Es una película sencilla que rescata del olvido un pasado no tan lejano en un momento del presente que se empeña en reproducir errores y crímenes que creíamos superados. ♦
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