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    Cine Alemán Siglo XXI

    Las 20 mejores series de televisión de 2024 (para ver en 2025)

    Las mejores series de televisión de 2024

    (para ver en 2025)

    “¿Es verdad que hubo un mundo allá afuera que era hermoso?”
    Kathleen Billings (Caitlin Zoz), Silo T2 E8.

    “Harper, no cometas el error de pensar que crecerás y vivirás en un mundo sin miedo.”
    Otto Mostyn (Roger Barclay), Industry T3 E8.

    “El arma más grande de la humanidad es la mentira.”
    Hermana Tula Harkonnen (Olivia Williams), Dune: Prophecy T1 E1.

    Menciones de honor:

    25. The Boys (Temporada 4 - Amazon Prime Video).
    24. Hacks (Temporada 3 - Max).
    23. English Teacher (Temporada 1 - Disney+).
    22. Trying (Temporada 4 - Apple TV+).
    21. House of the Dragon (Temporada 2 - Max).

    20. Silo (Temporada 2 - Apple TV+)


    ¿Puede un título colarse dentro de un ranking anual gracias a sus capítulos finales? Silo confirma que sí pudo hacerlo, con una temporada que, a pesar de haber sido inferior a su antecesora, mucho más irregular y con un montaje por momentos bastante confuso, atinó a acomodar su trama en los tres episodios de cierre y, con un atrapante cliffhanger, dejarla bien perfilada para lo que viene. Parte de su irregularidad se explica porque su línea argumental se quebró en dos subtramas desigualmente balanceadas, después de que la protagonista, Juliette Nichols (una majestuosa Rebecca Ferguson), fuese expulsada por las autoridades del Silo 18 y tuviese que resguardarse en el número 17, para que la contaminación no la aniquilase. Dentro de ese reducto absolutamente derruido, tomará contacto con el supuesto único superviviente del mismo, un ermitaño llamado Solo (Steve Zahn), que ha estado encerrado en una bóveda por tres décadas. El desafío será hacerse con su confianza para convencerlo de que la provea con un nuevo traje sellado que le posibilite retornar a salvo al Silo 18. A medida que consiga romper las barreras de la desconfianza levantadas por Solo durante su extenso aislamiento, también irá descifrando los motivos por los cuales ese refugio quedó deshabitado.

    Simultáneamente, en el Silo 18 se desatará una rebelión liderada por el área de Mecánica a la cual pertenecía Nichols, cuyos compañeros reclamarán a la Jueza Meadows que esclarezca los pormenores de su expulsión. En ese convulsionado panorama, el todopoderoso Jefe del Departamento de IT, Bernard Holland (Tim Robbins), empujará sus maniobras políticas hasta el límite para recobrar el control, mantener enterrados los secretos que preceden a la fundación del Silo y, con ello, evitar que se desmorone el orden interno. La serie, que está basada en las Crónicas del Silo (2011→) del autor de ciencia ficción Hugh Howey, plantea de manera distópica una dicotomía que está vigente en las mesas de debates de nuestras sociedades, la cual se vincula con el retroceso real del paradigma industrial tradicional en pos del avance de las ramas de servicios y de las nuevas tecnologías de la información (TICs) en la fase del capitalismo del conocimiento. Trazando un paralelismo ficcional con esta obra, en el Silo el sector de Mecánica pierde preeminencia frente al monitoreo que ejercen los de IT sobre las 10 mil almas que habitan ese enclave subterráneo, imponiendo una férrea vigilancia panóptica. Son ellos los que controlan las cámaras de seguridad, los que almacenan los datos de cada individuo y los que resguardan los archivos con los registros que contienen las respuestas históricas acerca de lo que le ocurrió a la humanidad. En cambio, las brigadas de Mecánica son relegadas a los pisos inferiores de la estructura, a convivir con el lodo y con el azufre, y a mantener activos los sistemas de iluminación, de reciclado de la basura y de purificación del aire. Esta otra mitad de la trama es mucho más interesante que la de Juliette Nichols, puesto que en un momento los operarios de Mecánica se dan cuenta que de ellos depende la supervivencia en el Silo e inician barricadas con interrupciones de los servicios básicos para exigir una transparencia que Holland no está dispuesto a concederles. Como es de esperarse, habrá traidores insospechados a la causa de Mecánica y las maniobras de cada facción irán escalando la violencia hasta elevar esta segunda temporada hacia una coda que promete nuevas emociones en la tercera.

    19. Sugar (Temporada 1 - Apple TV+)


    La serie más extraña del 2024 fue este policial angelino con Colin Farrell. De atmósfera noir, reivindicaciones clasicistas, pero con formas y un plot twist completamente modernos. En Los Ángeles contemporáneo, Farrell interpreta a John Sugar, un detective privado que es convocado por el legendario productor de Hollywood Jonathan Siegel (James Cromwell) para esclarecer la desaparición de su nieta, Olivia (Sydney Chandler). Aparte de ser uno de los mejores en su profesión, Sugar es un apasionado del cine clásico, razón por la cual conoce la trayectoria y los vínculos entre los sospechosos del ambiente del entretenimiento. No obstante, el rastro está demasiado sucio porque el padre y el hermano de la chica también parecen estar metidos en su desaparición, o al menos saber algo sobre la misma. Hasta ahí nada nuevo bajo el sol californiano, con una premisa que bien podría ser la de alguno de los libros de Raymond Chandler o de Dashiell Hammett.

    El inconveniente estriba en que el buenazo de Sugar también perdió una hermana, por lo que se toma el asunto de manera bastante personal. Recorre los cálidos bulevares en su Chevrolet Corvette convertible (un guiño al largometraje Kiss Me Deadly de 1955), interrogando a dealers, a conocidos de Olivia y peleándose con matones a los que vence por tener más fuerza y capacidad de recuperación. Lo otro que llama la atención acerca de Sugar es que aparenta tener una condición de salud que lo desestabiliza. Acá es donde entra a tallar la experiencia del director brasileño Fernando Meirelles, que decide mover la cámara permanentemente y tomar ángulos contrapicados ladeados, algo que no concuerda con los cánones del género policial, pero que sirve para transmitir la inestabilidad del protagonista. En esos lapsus de conmoción, Sugar monologuea sobre las pistas recabadas y las coincidencias con lo sucedido a su hermana, mientras Meirelles aprovecha para llevar su voz a off y desfasar el sonido con respecto a las imágenes que está mostrando. A la vez, intercala fragmentos de los films clásicos predilectos de nuestro detective para ilustrar su parlamento (poco a poco, van pasando fragments de obras de Fritz Lang, Nicholas Ray, Charles Laughton, Robert Aldrich, Orson Wells, Alfred Hitchcock y John Cassavetes, entre otros), quema algunos fotogramas emplazados en tiempo presente para darles una estética retro y clausura determinadas escenas con los círculos en iris out.

    Todo eso redunda en una narrativa visual caótica que converge con el caos del propio caso y del confuso pasado de Sugar, enturbiando las perspectivas de una resolución feliz. Lentamente el policial “a lo Chandler” va dando espacio a otro más “a lo James Ellroy”, donde salen a la superficie secuestros, torturas y el sadismo del poder. Pero el eclecticismo de esta serie no se detiene ahí, sino que un giro de la trama tanto inesperado como extravagante, lo que parecía ser un simple policial negro con una puesta en escena heterodoxa muta de lleno en un género enteramente distinto. Un ejercicio arriesgado de Apple TV+ que a muchos podrá no convencerles, pero que para el resto que esperaba una propuesta que rebalsará las esclusas de contención del formato de las series modernas, los dejará satisfechos. Nosotros le damos un voto de confianza para el futuro.

    18. True Detective: Night Country (o la Temporada 4 - Max)


    El mismo año en que la escritora mexicana Cristina Rivera Garza obtuvo el Premio Pulitzer 2024 en la categoría “Memoria o Autobiografía” por su libro El invencible verano de Liliana (2021), en el cual examina el femicidio de su hermana acaecido hace más de 30 años en Azcapotzalco, la plataforma Max tomó una decisión arriesgada: insistir con una nueva entrega de True Detective (2014→) y encomendársela a otra mexicana, la directora Issa López. Históricamente True Detective se había vuelto una trampa para quienes se introducían en ella, una bestia que había alcanzado un estatus de devoción como consecuencia de su deslumbrante primera temporada, pero que luego por culpa de querer estirar el negocio, se había fagocitado los talentos de Colin Farrell, Rachel McAdams, Vince Vaughn, Taylor Kitsch en la segunda entrega, y había atinado a mordisquear los de Mahershala Ali y Stephen Dorff en la tercera.

    Adicionalmente, el producto era extremadamente masculino-céntrico. Un crime show cuyo ideólogo (Nic Pizzolatto), sus directores (Cary Joji Fukunaga, Daniel Sackheim) y siete de los nueve protagonistas, eran hombres. A Issa López ese antecedente no la intimidó para nada, aglutinó los tres roles de creación, redacción y dirección de la obra, tomando resoluciones creativas osadas. Trasladó la trama a la inhóspita Alaska, seleccionó por primera vez una dupla femenina de actrices, de las cuales una de ellas, Kali Reis, es incluso una ex boxeadora profesional con ascendencia aborigen de la tribu Wampanoag, que personificaría a Evangeline Navarro, una oficial rutera que se toma el atrevimiento de acudir a la estación de investigación Tsalal, ya que se ha reportado la desaparición de ocho científicos. La otra es la experimentada Jodie Foster (un ícono de los thrillers psicológicos por su rol en El silencio de los corderos (1991)), que encarnaría Liz Danvers, la comisaria del pueblo de Ennis que también se apersona en el lugar de los hechos. Entre ambas persisten viejos resquemores por un caso previo irresuelto, relativo al feminicidio de una joven nativa llamada Annie Kowtok. La aparición en la estación científica de la lengua cortada de Kowtok (una fuerte imagen simbólica, asociada con el acallamiento femenino) las forzará a colaborar mutuamente para aportar claridad sobre estos enigmas del Ártico, precisamente cuando la región ingresa en una noche polar de meses. Conforme la oscuridad vaya cerrándose más, las nevadas aneguen las rutas y las ventiscas emborronen la visión, fenómenos anormales aflorarán de las profundidades heladas. True Detective: Night Country no es solo el renacer gracias a una mujer latinoamericana de una serie que se creyó enterrada durante un lustro, sino que además respeta la esencia mística que la definía, abriéndola a otros temas como el avasallamiento a las comunidades nativas, sus tradiciones y creencias populares, la contaminación de los reservorios naturales que aún quedan y la violencia contra las mujeres, tirando asimismo líneas narrativas directas con la temporada 1.

    17. El pingüino (Temporada 1 - Max)


    El intérprete masculino más destacado del 2024 fue Colin Farrell, porque además de encabezar la referida Sugar, regresó al Universo de DC Comics para ponerse -literalmente- bajo el pelaje del maquiavélico Pingüino. La verdad es que, con casi tres décadas de actuación en su haber, aproximadamente desde 2007 con la película Cassandra's Dream Farrell le imprimió un giro a su carrera a partir del cual comenzó a optar por papeles más extraños, no tan comerciales y con mayor complejidad ontológica, como fueron sus colaboraciones con el director griego Yorgos Lanthimos en The Lobster (2015) y The Killing of a Sacred Deer (2017), así como con el irlandés Martin McDonagh en In Bruges (2008), Seven Psychopaths (2012) y The Banshees of Inisherin (2022). Aunque ya desde el 2016 cuando se sumó a la adaptación literaria de Fantastic Beasts and Where to Find Them y, más tarde cuando se incorporó al reboot de The Batman (2022), se ha convertido en una de las estrellas de hollywood que mejor concilian el desfile por superproducciones con ser el actor fetiche de ciertos directores de impronta particular, consiguiendo que cada nuevo trabajo suyo suscite interés.

    Aquí se somete a un cambio estético sorprendente con la aplicación de 4 horas de maquillaje y prótesis a cargo Martha Melendez y un equipo de más de veinte profesionales, para personificar a uno de los villanos más recurrentes en las viñetas del murciélago justiciero y retomar la acción que había quedado inconclusa en The Batman, cuando el Acertijo de Paul Dano inundó media Ciudad Gótica. En esta continuación seriada del film de Matt Reeves, el Pingüino aprovecha ese clima de caos para emprender movimientos desestabilizadores que le permitan quedarse con el negocio de la familia mafiosa Falcone, lo que lo arrastrará a una conflagración de bandas con la heredera Sofia Gigante (Cristin Milioti), quien acaba de cumplir condena en el Asilo Arkham. Si bien la serie se alarga un poco y es un tanto ingenua en algunas de sus resoluciones argumentales, Farrell dota a todas esas capas de maquillaje y prótesis con una entonación italo-americana, una forma de caminar renqueante y una personalidad ambiciosa, que hacen de su Pingüino un criminal torpe, a veces falible, pero irrefrenable en sus metas de gobernar el hampa -y que mucho le debe al Tony Soprano de James Gandolfini, también hay que decirlo-, lo que termina conformando un contrapunto interesante con la insania del personaje de Milioti.

    16. Chacal (Temporada 1 - Disney+ & Sky)


    Uno de los planos de apertura de Chacal ya sienta el espíritu de lo que vendrá más adelante: con la luz de una lámpara caída dividiendo el plano en dos porciones, vemos al Chacal (un frío Eddie Redmayne) contemplar el rostro de una de sus víctimas, un empleado de limpieza de una empresa privada al que asesinó para robar su identidad y poder infiltrarse en ella. Son los claroscuros de un hombre que habita las sombras. Una vida que se apaga y otra que se apropia de ella, de eso va este thriller que aggiorna la aclamada novela de Frederick Forsyth (que ya disponía de dos registros fílmicos, uno rodado por el polaco Fred Zinnemann en 1973 y otro estelarizado por Bruce Willis en 1997) al contexto político actual de extremismos, milicias paramilitares, oligarcas tecnológicos y concentración de la riqueza. “Chacal” es el pseudónimo de un sicario infalible que mantiene una pulcra fachada como hombre de negocios, viajando frecuentemente por Europa y residiendo en una suntuosa mansión en Rabac, donde convive con su adorable esposa Nuria (Úrsula Corberó) y un hijo recién nacido. Sin embargo, en una habitación secreta de esa vivienda oculta un arsenal de armas, maniquíes y prótesis con las que confecciona falsas identidades que usurpa de otras personas para poder acercarse más fácilmente a sus objetivos, lo que caracteriza su modus operandi para asesinar.

    Luego de liquidar al candidato a canciller de la ultraderecha alemana, el Chacal acapara la atención de Bianca Pullman (Lashana Lynch), una especialista en armas del M16 abocada a detenerlo antes de su próximo golpe. Sin embargo, él aceptará un nuevo encargo millonario, tan arriesgado como suficientemente tentador porque le permitiría retirarse de la actividad. El mismo consiste en matar a Ulle Dag Charles, un magnate tecnológico que promete divulgar un software programado para darle trazabilidad a todas las transferencias de activos y así exponer a los dueños de capitales sucios o no declarados, que son quienes contactan al Chacal través del mercado negro. La trama se volverá una tríptica caza del gato y el ratón, con el protagonista ultimando los preparativos para atentar contra Ulle Dag Charles, la agente Pullman yendo detrás de sus pasos y su mujer Nuria averiguando la verdadera ocupación de su marido. Dentro del aggiornamento temático y estético que mencionamos, Chacal luce una preciosa intro musical en la voz de la cantante Celeste que remite a la sonoridad del “Skyfall” de Adele, si bien la secuencia de apertura y la serie en general tienen una impronta más inclinada hacia la saga Bourne antes que a la de James Bond.

    15. Presunto inocente (Temporada 1 - Apple TV+)


    Jake Gyllenhaal retornó a los policiales que tantos frutos le dieron a su carrera, pero esta vez ya no en el rol de un detective como en Prisoners (2013), sino en el de un fiscal de Chicago al que le encomiendan esclarecer el asesinato de una colega con quien mantenía una relación extramatrimonial, en esta adaptación de la novela homónima de Scott Turow, que ya había tenido una primera versión cinematográfica en 1990 dirigida por Alan J. Pakula y con Harrison Ford en cartel. Aquí, la causa da un vuelco cuando el propio Gyllenhaal se ve implicado como sospechoso, razón por la cual será separado de la misma y deberá probar su inocencia.

    Presunto inocente se acomoda entre las mejores miniseries jurídico-policiales de la última década, al lado de The Staircase (2022), Your Honor (2020-2023), Unbelievable (2019), When They See Us (2019), The People v. O.J. Simpson: American Crime Story (2016) y, las hasta ahora insuperables, Dopesick (2021) y The Night Of (2016). De hecho, esta producción congrega a algunos intérpretes que pasaron por varias de ellas. Haciendo un breve raconto tenemos a Bill Camp, un viejo lobo de este subgénero, que había participado en la referida The Night Of pero también en The Outsider (un policial sobrenatural basado en un libro de Stephen King, que este año experimentó un revival por su disponibilización en la plataforma Max) y en el Joker (2019) de Todd Phillips, personifica aquí al amigo personal y abogado de Gyllenhaal. Elizabeth Marvel, que a su vez desempeña el papel de esposa de Camp, ya había validado sus respectivas credenciales en Unbelievable, Love & Death (2023) y la política House of Cards (2013-2018). Mientras que Peter Sarsgaard, que interpreta al fiscal que releva a Gyllenhaal en la causa y pasa a investigarlo, también disponía de experiencias previas en Dopesick y The Killing (2013). Adicionalmente a este elenco sobradamente acreditado, el otro punto remarcable de la serie es su economía de escenas, y esto puede ser adjudicado a su creador y escritor David E. Kelley, quien hace rato viene afinando su pluma en la redacción de este tipo de guiones, luego de Love and Death, Anatomy of a Scandal (2022), The Undoing (2020) y Big Little Lies (2017).

    Kelley ha alcanzado un estadio para la dosificación de la información narrativa con tal precisión que, al menos durante el primer tercio de la temporada, cada escena está finamente calibrada para que cuente algo y prácticamente no haya contenido de relleno -un mal que, dicho sea de paso, prolifera hoy en día con series que se alargan ad infinitum-. No es el propósito de esta reseña spoilear ninguno de los acontecimientos que van manchando la imagen pública del fiscal Rusty Sabich, solo decir que lo que se plantea es un dilema en torno a la credibilidad a tres niveles: hacia el exterior con la sociedad, respecto a la cual peligra su investidura y su libertad; hacia el interior de su hogar, con su esposa e hijos, y para con el espectador, que irá dudando de su inocencia a medida que se produzca la liberación de la información que comentábamos.

    14. Masters of the Air (Temporada 1 - Apple TV+)


    Una de las prácticas más habituales de las nuevas plataformas de streaming es su afán por querer emular algunos de los viejos éxitos televisivos de las clásicas majors hollywoodienses, que les sirvan para solidificar su reputación artística y que, simultáneamente, las ayuden a tender puentes con las audiencias que solía ver esos títulos. Un reciente ejemplo de dicha estrategia de negocios fue la producción de esta “pariente cercana” de la aclamada Band of Brothers, la miniserie que HBO estrenó en el 2001 y de la que ahora Apple TV+ decidió sacar una especie de derivación, para lo cual tuvo incluso a Steven Spielberg y Tom Hanks nuevamente como productores ejecutivos. Como su predecesora, esta es la arquetípica epopeya de camaradería bélica que retrata las incursiones en la Europa continental del Centésimo Grupo de Bombardeos de la 8va Fuerza Aérea de los Estados Unidos, para atacar objetivos nazis durante la Segunda Guerra Mundial.

    Algunas de las contiendas aéreas más emblemáticas contra los cazas alemanes de la Luftwaffe, como fueron los ataques a la ciudad de Münster durante la fatídica Semana Negra de 1943 o las maniobras de respaldo al Desembarco en Normandía en 1944, son narradas con eficacia por Cary Joji Fukunaga y otros directores que se reparten los nueve episodios, en los que destacan la puesta en práctica de diálogos fragmentados entre los personajes (en los que cada uno de ellos va enunciando distintas partes de una misma línea de diálogo) combinados con un montaje en paralelo, para poder interconectar, narrativa y visualmente, lo que va ocurriendo en las cabinas y compartimientos de los diferentes aviones. Y si bien las secuencias aéreas están cargadas de adrenalina y acción, es en tierra donde acaba por cerrarse el círculo dramático, cuando quienes se han quedado en la base aérea ven regresar un número menor de aviones, cuando se cuentan las pérdidas que va dejando cada misión, cuando los mutilados deben ser socorridos, pero sobre todo, cuando los derribados empiezan a caer en territorio enemigo y tienen que evitar ser tomados como prisioneros. Ahí es cuando las historias de los mayores Gale Cleven (Austin Butler) y John Egan (Callum Turner), así como de los tenientes Curtis Biddick (Barry Keoghan) y Harry Crosby (Anthony Boyle), comenzarán a bifurcarse, y cada cual conocerá por su lado los estragos que provoca la guerra.

    13. Eric (Temporada 1 - Netflix)


    Existen, de mínima, tres motivos para estar atentos a cada nuevo proyecto que encara Benedict Cumberbatch. Primeramente, porque si bien nunca obtuvo la máxima estatuilla de los Oscars (estuvo nominado por The Imitation Game en 2015 y The Power of The Dog en 2022), es un intérprete consagrado que ha recibido múltiples nominaciones y ha ganado un puñado de Emmys y BAFTAs. En segunda instancia, porque tiene la cintura suficiente para ir saltando entre el cine, la televisión y hasta el teatro, pero siempre seleccionando proyectos de alto perfil. Algunas de sus últimas participaciones televisivas como Sherlock (2010-2017) y Patrick Melrose (2018) fueron ampliamente elogiadas. Finalmente, porque sus dotes también le han permitido ejercer como actor de voz por ejemplo en El Hobbit (2012-2014), un requisito que ha sido fundamental para que en la serie Eric pudiese asumir el papel de Vincent, un alcohólico titiritero de un programa infantil al estilo Los Muppets que, en la Nueva York de los 70, sufre la repentina desaparición de su pequeño hijo Edgar (Ivan Morris Howe).

    Ese incidente acentuará su dependencia de la bebida, resquebrajando su desgastada relación con su esposa Cassie (una soberbia Gaby Hoffmann), justo en el momento en la unión de ambos puede ser crucial para encontrar a Edgar. Cesado de su empleo debido a su alcoholismo, y tambaleándose por las calles neoyorquinas aferrado a las botellas, Vincent intentará reconstruir el último trayecto de su hijo. Su único consuelo es un bosquejo de una nueva marioneta bautizada “Eric”, que él había dibujado antes de desaparecer para pedirle a su padre que la agregara a su show. Esa marioneta no solo puede esconder la explicación acerca de lo ocurrido, sino que con el goteo de las horas se irá manifestando como una escisión de su conciencia, un ente externo a él con cual dialogar y que le dará contención en sus desvaríos alcohólicos.

    Abi Morgan, responsable de la miniserie River (2015), así como de The Hour (2011-2012) y The Split (2018-2024) es la showrunner de este drama que, no por situarse en un Nueva York setentero deteriorado y en recesión, le impide hacer una crítica a las problemáticas contemporáneas de las metrópolis, como son la corrupción inmobiliaria, los homeless y la segregación de poblaciones.

    12. Say Nothing (Temporada 1 - Disney+)


    El conflicto norirlandés supuso una herida tan profunda en el cuerpo social de aquella nación, que el mismo continúa revisándose en el cine hasta el día de hoy. Siempre aparece un nuevo lente desde el cual mirar esa dolorosa etapa, ya sea por medio de reminiscencias de la propia infancia como en Belfast (2021) de Kenneth Branagh, o a través de las injusticias que mancharon las condenas a inocentes por los atentados-bomba acaecidos en la ciudad de Guildford en 1974, tal como lo puso en evidencia Jim Sheridan en In the Name of the Father (1993). En el caso de Say Nothing, el distintivo de esta propuesta televisiva de FX es que está basada en la reconstrucción que hizo el periodista Patrick Radden Keefe de la participación jamás asumida de las hermanas Dolours y Marian Price en el Ejército Republicano Provisional Irlandés (IRA, por sus siglas en inglés) durante aquel período. La investigación de Keefe reviste un doble interés ya que, además de haber sido una enérgica opositora al proceso de paz irlandés que ocupó los debates públicos en los 90, Dolours Price fue la esposa del reconocido actor Stephen Rea, con quien tuvo dos hijos y se separó en 2003.

    Si bien la miniserie hace un paneo de los diversos atentados del IRA a lo largo de tres décadas, se detiene particularmente en el resonante crimen de Jean McConville, una madre soltera de diez niños a la que el IRA raptó de su casa en 1972 y ejecutó bajo pretexto de estar pasándole información al Ejército Británico. En ese operativo habría participado Dolours Price (encarnada en su juventud y adultez por las actrices Lola Petticrew y Maxine Peake, respectivamente) como parte de la brigada del oeste de Belfast, que estaba capitaneada por Brendan “el Oscuro” Hughes (Anthony Boyle) y que respondía a las estrategias del cerebro de la organización y posterior parlamentario, Gery Adams (Josh Finan). Pese a que se reviven eventos sumamente dolorosos, Say Nothing se las apaña para plasmarlos de un modo ameno y dinámico para el espectador, lo cual podría ser considerado como un acierto en estas circunstancias.

    11. Slow Horses (Temporada 4 - Apple TV+)


    No debe haber ejemplos recientes en la televisión internacional de series que hayan sacado todas sus temporadas con un intervalo de tiempo tan corto sin haber sufrido una merma sensible en su calidad. Esto es lo que ha logrado Slow Horses (2022→) con cuatro entregas en menos de dos años, una quinta ya programada para 2025 y una sexta actualmente en rodaje, las cuales llevan adaptadas siete de los catorce volúmenes de “Slough House” (“La Casa de la Ciénaga”), la saga literaria creada por el inglés Mick Herron. Su nombre hace referencia a una destartalada dependencia del MI5 a la que van a parar los espías más ineptos de la nómina, quienes, a pesar de sus errores y carencias, son los que terminan resguardando los intereses de la Corona, como sucede en las comedias de espionaje.

    Esta vez la emergencia de seguridad nacional salta cuando una célula de ex mercenarios comandados por Hugo Weaving amenazan con destapar un historial de víctimas y trabajos sucios realizados de forma terciarizada por encargo de la propia inteligencia británica. Nuevamente, Jackson Lamb (Gary Oldman) y su tropilla de “caballos lentos” (jerga aplicada para denigrar a los agentes de Slough House) serán más rápidos y eficientes para desactivar la amenaza que aquellos que los habían menospreciado. Esta temporada goza de una ligera picardía que rodea el nebuloso concepto de identidad que enmarca ese negocio (¿quiénes son estos misteriosos hombres y mujeres que acumulan secretos de Estado?, ¿son sus nombres reales, o acaso se trata de una fachada?, ¿qué tan imbricado está su linaje en las operaciones en que se ven involucrados?) con la que coquetea desde el ingenioso episodio 1 (Identity Theft), cuando siembra la duda en el espectador de si el subalterno de Lamb y el otro personaje principal de esta historia, River Cartwright (Jack Lowden), ha sido asesinado por su propio abuelo en un confuso incidente nocturno que más adelante se revelará como intrínsecamente ligado a la trama central.

    10. Mr. & Mrs. Smith (Temporada 1 - Amazon Prime Video)


    Siguiendo con una práctica cada vez más recurrente como es el remake de obras de cinematográficas y televisivas, la cual responde a dos factores complementarios como son una insuficiente capacidad creativa que pueda acompañar el pulso apresurado de lanzamientos de contenido de las plataformas de streaming y, por el otro, una necesidad político-empresarial y comercial de sumar nuevas y más diversas audiencias, Amazon encargó una reversión de Mr. & Mrs. Smith, la cinta de acción que en 2005 reunió a Brad Pitt y Angelina Jolie cuando ambos estaban en su pico estético. En cierto modo, este reboot seriado va por carriles separados que la original, puesto que ninguno de sus protagonistas ostenta el status de sex symbol que supieron tener Pitt y Jolie, ni tampoco son la típica pareja blanca hegemónica hollywoodense, sino que uno es de ascendencia afroamericana y la otra, japonesa. Estamos hablando de Donald Glover (quien, asimismo, figura como co-creador junto a su socia de Atlanta (2016-2022), Francesca Sloane) y de Maya Erskine, como los asesinos a sueldo Mr. & Mrs. Smith.

    La otra diferencia es de orden narrativo y tonal, debido a que la serie se retrotrae hasta antes de que se conformara el falso matrimonio Smith; en otras palabras, cuando Glover y Erskine eran sencillamente unos desconocidos “Michael” y “Alana”. A partir de ahí se muestra el peculiar proceso de selección del que participan para una misteriosa organización internacional, cómo son escogidos para trabajar juntos como pareja de killers y las misiones que les van pidiendo en cada capítulo, los cuales cuentan adicionalmente con las participaciones especiales de otros famosos intérpretes como Alexander Skarsgård, Ron Perlman, Sarah Paulson y John Turturro, con quien se genera la dinámica más graciosa de todas. Ese es, precisamente, el otro diferencial de esta obra versus su predecesora, que al tener a Sloane y Glover en el guion es mucho más disparatada, sin perder por ello, fuerza en sus secuencias de acción.

    9. The Gentlemen (Temporada 1 - Netflix)


    Existe una raza de cineastas obsesionados con los mismos temas y atrapados en sus propias estéticas. La versatilidad no parece ser lo suyo, habida cuenta de que desandan una y otra vez los senderos que ya habían transitado. No por eso los rechazamos, ya que quien elige ir a verlos sabe de antemano con qué se va a encontrar y por eso tienen su cuota de fieles seguidores. Por ahí anda Wes Anderson con sus familias disfuncionales simétricamente encuadradas bajo colores hipersaturados, Damien Chazelle con las rítmicas y coreografiadas metáforas de la pulseada entre el amor romántico y la solitaria consagración artístico-comercial, Woody Allen con la neurosis metafísica de los habitantes de las grande urbes, David Lynch con sus deformaciones oníricas o Nolan con sus grandilocuentes preguntas relativas al tiempo y al espacio. Otro senderista de los bosques de las obsesiones es Guy Ritchie, el cineasta británico que debutó en 1998 con Lock, Stock and Two Smoking Barrels, y desde entonces parece no haber dejado de rubricar los mismos largometrajes con mínimas variaciones, caracterizados por tramas corales que transcurren en los bajofondos londinenses y que se terminan interconectando en el desenlace, el uso de veloces cortes de salto para pasar de unas a otras, de pantallas partidas para mostrarlas en paralelo y de planos barridos para darles más dinámica al relato.

    Este año modificó un poco el formato, una serie para Netflix que es asimismo un spin off de su film The Gentlemen (2019), aunque siguió preso de la misma temática: el crimen organizado como germen que brota de la simbiosis entre las clases altas y las bajas, una idea que ya se insinuaba desde el título en español de su segundo largometraje Snatch: Cerdos y diamantes (2000), es decir, la mezcla del barro y la riqueza. En este spin off la riqueza está encarnada por Eddie Horniman (Theo James), un aristócrata inglés modélico que tiene que interrumpir su servicio en el Ejército de Paz de la ONU para heredar el título de duque de Halstead y una hacienda de 15.000 acres, tras el fallecimiento de su padre. Sin embargo, las deudas millonarias de juego contraídas por su hermano Freddy (Daniel Ings) y el coincidente descubrimiento de que en sus tierras existe un enorme invernadero subterráneo de marihuana que forma parte de pool de cultivo del mafioso Bobby Glass (Ray Winstone), no le dejarán más alternativa que renegociar el acuerdo de su padre para utilizar ese dinero en el pago de las deudas de su hermano. Como Bobby Glass cumple condena tras las rejas, deberá tratar directamente con su hija Susie (una altiva Kaya Scodelario) y con un variopinto entramado de criminales, prometiéndoles a unos lo que no puede cumplirles a otros, adentrándose así en lo que ya es una típica espiral de complicaciones “ritchiana”.

    8. Fallout (Temporada 1 - Amazon Prime Video)


    No deja de ser una paradoja llamativa y digna de un análisis particular que The Boys (2019→) y Fallout, las dos series más importantes y logradas de Amazon, el emporio tecnológico que inició como un e-commerce y luego devino en un conglomerado de servicios en la nube (AWS), plataformas de svod (Amazon PV y Twitch) y demás unidades de negocios, sean en sus argumentos más basales, sendas críticas al poderío de las corporaciones. Encima, siendo ambas deudoras de la cultura pop, una como adaptación de un cómic y la otra de un videojuego, ninguna tiene el más mínimo tapujo en esgrimir esos cuestionamientos del modo más exploitation y sucio. Esa apuesta por una tonalidad humorística que se fusiona con escenas de sexo extremo, violencia explícita, desmembramientos voladores y chorreadas de sangre por las pantallas, les ha facilitado la conexión con un público joven, y quizás también, la licuación de su mensaje impugnatorio.

    Al tratarse de una distopía de reclusión, Fallout se ubica puntualmente como una competidora directa de Silo (2023→) en Apple TV+, dentro de este duelo de espejos que sostienen las compañías de streaming en el que se copian entre sí los títulos que van estrenando. Fallout se bifurca de la cronología real hacia una alternativa década de los 60, en la que el grueso de la humanidad sucumbe bajo un cataclismo atómico. Los únicos supervivientes se dividen entre aquellos que contaban con el colchón económico para comprar una plaza de refugio en los búnkers de la firma Vault-Tec (abonando a la tradición geek-punk de asignarles nombres a corporaciones ominosas, como Weyland-Yutani en Alien (1979-2024), Umbrella Corporation en Resident Evil (2002-2021), E-Corp en Mr. Robot (2015-2019) o Vought International en The Boys), y quienes quedaron desamparados en la superficie, experimentando atroces malformaciones. La línea argumental sigue el derrotero de cuatro personajes que se irán cruzando entre sí: Cooper Howard (Walton Goggins), una ex estrella del cine western que hacía publicidades para Vault-Tec pero quedó expuesto a la radiación, transformándose en un cadavérico necrófago que pervive en el exterior como cazarrecompensas; Maximus (Aaron Moten) un aprendiz de la Hermandad del Acero, una logia armada comprometida en la recopilación y preservación de tecnologías precedentes al holocausto nuclear; Lucy MacLean (Ella Purnell), una inocente habitante del Refugio 33 que, tras el saqueo del mismo a manos de unos salvajes intrusos, decide salir a tierra para rescatar a su padre, y su tímido hermano Norm MacLean (Moisés Arias), quien prefiere quedarse en el bunker sospechando que por detrás del cataclismo se esconde un engaño global. La serie utiliza el recurso de los flashbacks para ir contando el pasado de cada uno y, con ello, va desenmascarando las responsabilidades de Vault-Tec.

    7. Baby Reindeer (Temporada 1 - Netflix)


    En un año dorado para la televisión británica (Industry, The Gentlemen, Slow Horses, Say Nothing, The Day of the Jackal, Black Doves, Extraordinary, Mr Bates vs. The Post Office, Douglas Is Cancelled, Mary & George, The Responder y tantísimas más), la máxima sensación fue esta autobiografía de un comediante fracasado que trabaja como cantinero en un pub londinense en el que entablará una relación con una mujer que, a las claras, exhibe varias red flags desde un inicio. Martha (gran Jessica Gunning, que recibe en sus rostros y sus cabellos una pertinente labor de maquillaje para demacrarla) se presenta como una próspera abogada que asesora al gobierno nacional, pero es incapaz de pagar la consumición de una taza de té. Su egocentrismo es desmesurado, habla aceleradamente presumiendo de sus contactos políticos de la talla de James Cameron o Tony Blair, y no deja de reír exageradamente. La cámara se ocupa de transmitir con primerísimos primeros planos esa apabullante egolatría, así como la incomodidad y la sorpresa del cantinero Donny (Richard Gadd) al escucharla hablar de sí misma.

    Esa arrolladora energía se prolonga los días subsiguientes, cuando Martha reaparece a la misma hora para charlar con Donny en la barra. Él presiente que hay ciertas inconsistencias en sus discursos y cosas que no cuadran, no obstante, movido por una mezcla de compadecimiento hacia ella, así como por el atractivo que le despierta que Martha se interese por su desdichada carrera de comediante, continúa invitándole todas las tardes una cocacola para beber. La vulnerabilidad de Martha es evidente y sus compañeros del pub se divierten con eso, incomodándolos y forzando con sus comentarios las chances de un ligue entre ellos. De pronto a Donny empiezan a caerle 40 mil correos, 350 horas de mensajes de audio, 46 mensajes en Facebook desde 4 cuentas falsas, 744 tweets y 106 páginas de correspondencia donde ella lo apoda su “bebé reno”. El asedio virtual da paso al acoso presencial cuando Martha saca tickets para verlo competir en torneos de stand ups de mala muerte, pese a que él le había explicitado que necesitaba distanciarse, y se convierte en hostigamiento cuando ella se entera que Donny está saliendo con Teri (Nava Mau), una mujer trans.

    Más allá de los pormenores del acoso, lo interesante de esta serie que anteriormente fue un monólogo humorístico del propio Gadd, es cómo contrasta los dispositivos de mentiras de ambos. Martha miente acerca de su profesión y oculta que estuvo presa por acosar a su ex jefe, mientras que Donny hace lo mismo con Teri a causa de su transfobia (le dice que se llama Toni y que trabaja en la construcción, un empleo típicamente vinculado a la masculinidad). Su voz narrativa en primera persona sirve para verbalizar, en retrospectiva, los miedos que sentía cuando brotaban en él los deseos no heteronormativos por Terry y para confesar sus inseguridades para dar respuesta a los desbalances en la salud mental de Martha. Alejado de cualquier novedad técnica o de puesta en escena, la singularidad de Baby Reindeer radica en cómo, desde la perspectiva de un hombre blanco, desarma los mandato patriarcales que impugnan aquello que se cuela por fuera de la lógica heterosexual y que invisibilizan los padecimientos mentales -especialmente los de las mujeres-, exhibiendo la complejidad de los vínculos interpersonales actuales, en los que se confunden el deseo, el amor, la necesidad de bienestar emocional y la dependencia de un Otro.

    6. Tokyo Vice (Temporada 2 - Max)


    La continuación de este policial basado en las memorias del cronista estadounidense Jake Adelstein, quien en los 90 se desempeñó en Japón como columnista de policiales para el diario Yomiuri Shimbun, retoma el hilo que había quedado inconcluso respecto al feminicidio de Polina, una anfitriona de un club nocturno de Tokyo que había pasado la noche en un yate con el viceministro de Asuntos Exteriores. Jake (Ansel Elgort) estaba investigando ese crimen que progresivamente lo adentrará en las entrañas de una facción de la Yakuza dirigida por el criminal Shinzo Tozawa (Ayumi Tanida). Cuanto más se aproxime a la verdad (que aparenta ser un pacto de quid pro quo entre el viceministro y Tozawa, quien se habría ocupado de que sus hombres se deshicieran del cadáver de Polina), más hará peligrar la integridad de sus seres queridos.

    Por un lado, las de sus dos compañeros de redacción Tin y Trendy junto a la de su jefa Emi, quienes pondrán en juego su pellejo para ayudarlo a completar su artículo periodístico. Lo propio hará Misaki, la amante de Tozawa e informante directo desde el seno del clan mafioso. También la del detective Hiroto Katagiri (Ken Watanabe), su contacto de confianza dentro de la policía tokiota, cuya familia empezará a recibir amenazas de la Yakuza. Similar suerte recaerá en su amiga Samantha Porter (Rachel Keller), cuando decida indagar por su cuenta sobre las últimas horas de Polina. Es tal el número y la longitud de los tentáculos del crimen organizado, que sus coletazos mancharán a las esferas más altas del poder nipón y cruzarán el océano hasta causar tensiones diplomáticas con los Estados Unidos.

    5. Ripley (Temporada 1 - Netflix)


    Filmada en un impoluto blanco y negro, Ripley fue la serie más elegante del 2024, sin margen de discusión. Su director de fotografía, Robert Elswit, asiduo colaborador de Paul Thomas Anderson y vencedor en los Oscars del 2008 por su labor en There Will Be Blood, aprovechó las locaciones italianas de Atrani, Venecia, Nápoles, Roma y Capri, para capturar con los lentes desarrollados por Dan Sasaki para las cámaras Panavision un abanico de claroscuros que dialoga, cuadro por cuadro, con la sordidez de este thriller psicológico, en el que un estafador llamado Tom Ripley (Andrew Scott) es contratado por el empresario naviero Herbert Greenleaf para viajar a Italia a persuadir a su hijo Dickie (Johnny Flynn) de regresar a los Estados Unidos. Al arribar a la península mediterránea, Ripley entablará amistad con él y con su novia Marge (Dakota Fanning), quienes lo sumergirán en las mieles de la bohemia solventada con el constante flujo de dinero de papá Greenleaf.

    Ripley empezará a envidiar la vida de dolce far niente de Dickie, al tiempo que también irán incrementándose sus celos contra Marge, dentro de un triángulo de aproximaciones que rozará la homosexualidad entre los protagonistas. Pero la ambición y la oportunidad de dar un vuelco a su empobrecida existencia, harán que Ripley mate desalmadamente a Dickie para usurpar su identidad y, acto seguido, escape por Italia usufructuando las ininterrumpidas remesas de dinero del ingenuo señor Greenleaf y evadiendo el olfato de los infatigables inspectores de la policía local. Elswit utiliza reiteradamente grandes planos generales para exhibir cómo Ripley se escurre entre las multitudes de veraneantes y se pierde en la magnificencia de las estaciones, las iglesias y los monumentos. Lo sigue con todos los ángulos de cámara cuando sube y baja las interminables escaleras de los pueblos a los que huye y de los hoteles donde se esconde, pero especialmente con tomas cenitales simétricas para reflejar su descenso a los infiernos de su propio ser. Las imágenes se inspiran en las pinturas de Caravaggio, un artista barroco por quien Ripley se siente interpelado en tanto sus cuadros desnudan las luces y las sombras que rodean al individuo. Ripley, precisamente a través del cuerpo de un despectivo Andrew Scott, es un personaje que simboliza esa oscuridad de la condición humana, puesto que manipula, envidia, asesina, roba identidades y miente.

    Es la tercera vez que se filma El talento de Mr. Ripley, la novela de la autora estadounidense Patricia Highsmith (las dos anteriores habían sido largometrajes de los cineastas René Clément en 1960 y de Anthony Minghella en 1999), pero el showrunner Steven Zallian quería que la suya fuese en blanco y negro para sintetizar esa dualidad que albergan todas las almas. En consecuencia, Elswit se posicionó como candidato lógico para la tarea de plasmar sus deseos en la pantalla, fundamentalmente por sus antecedentes en el manejo del monocromo en Good Night and Good Luck (2005). El resultado es formidable: Elswit juega con la luminosidad mediterránea, de la arena de sus playas y de la espuma de las olas, con la blancura de la piedra de sus muros y del mármol de sus esculturas, combinándolo con el vestuario del elenco. De noche, colocó altísimos spots lumínicos de exteriores para imitar los claros de luna y regó con agua los adoquines de las carreteras para generar efectos reflectores, en tanto que en interiores se las ingenió distribuyendo las luces de los veladores de mesa. El guion parsimonioso de Zallian le da el margen necesario para que luzca su magia, aunque quizás en esta era de inmediatez y ansiedades, haya a quienes les resulte de tempo lento.

    4. Shōgun (Temporada 1 - Disney+)


    El semestre inaugural del 2024 fue arrasado por el poderío de Shōgun, la serie más vista y nominada a los Emmys en la historia de Disney+, cosechando el récord de 18 premios con tan solo una temporada y volviéndose la primera de habla japonesa en hacerse con el Emmy a Mejor Drama. Ampliamente alabada por la crítica en cuanto a su libreto, sus actuaciones y su reconstrucción histórica, es en sí una traslación a la pequeña pantalla del best-seller homónimo escrito en 1975 por el australiano James Clavell, que ya había tenido una miniserie en 1980.

    Es una cuidada ficcionalización de las aventuras de William Adams, quien se cree fue el primer marinero inglés en arribar a las costas niponas y se vio involucrado en el ascenso del shōgun Tokugawa Ieyasu como unificador y gobernante del Japón, dando inicio a una dinastía que perduraría por casi tres siglos. Shōgun era un nombramiento concedido por el Emperador del Japón feudal para el general enviado a subyugar a las tribus rebeldes del norte y resguardar la unidad territorial, quien usualmente disponía de un poder de facto mayor al de aquél que lo designaba, gracias a la lealtad de sus tropas. Al ser una ficcionalización, los nombres fueron modificados: el shōgun Tokugawa fue rebautizado como Lord Toranaga y lo personifica el hierático Hiroyuki Sanada (un rostro frecuente en los proyectos hollywoodenses orientados al mercado asiático), así como Cosmo Jarvis le pone en partes iguales tosquedad e hidalguía al marinero John Blackthorne, quien sería un equivalente de Williams Adams.

    Las conspiraciones palaciegas son las que motorizan estos diez episodios donde Lord Toranaga, regente provisional del trono japonés debido a la minoría de edad del Emperador, es acorralado políticamente por los tres restantes miembros del Consejo que pretenden desplazarlo. Toranaga se refugiará en la región costera de Ajiro, donde le será presentado el prisionero John Blackthorne, cuyo barco de bandera inglesa ha sido confiscado y con quién entablará una alianza defensiva que estará intermediada por la traductora Lady Mariko (Anna Sawai). La producción es una plétora de nacionalidades, idiomas, costumbres (occidentales y orientales), estratos sociales, clanes y religiones (católica, protestante y sintoísta). Esto le da a la acción de los personajes un marco donde las mismas están condicionadas por una tríada de valores que son el deber, la lealtad y el honor. El resto de sus sentimientos (la venganza, la ira, el desprecio o inclusive el amor entre Blackthorne y Lady Mariko) se encuentran supeditadas a ese triángulo que los constriñe. Shōgun acaba siendo una exploración de esos valores determinantes para la cultura oriental -sobre todo en esa época-, pero que en Occidente se desdibujan y adquieren otros significados.

    3. Industry (Temporada 3 - BBC 2 & Max)


    La serie con “la proporción más alta de términos técnicos inentendibles por cada 1000 palabras de guión” volvió con una sobresaliente tercera temporada. Cuando fue lanzada la elegimos como una de las mejores del 2020, pero luego con su segunda parte su calidad se marchitó a causa de la deriva de la trama en el pantano de los excesos individuales de sus personajes. ¿Qué fue lo que cambió para que este año se produjera un nuevo reverdecer de este título? Los showrunners Mickey Down y Konrad Kay parecieron darse cuenta que una historia ambientada en la jungla financiera no podía perdurar exclusivamente a base de retratar borracheras, adicciones y orgías (eso podía servir para una película como El lobo de Wall Street (2013), pero no para un producto seriado de más de 20 horas de longitud) y que había aspectos políticos, económicos, pulseadas de poder y dilemas morales que valían la pena abordar, así como conflictos de los personajes que no estaban siendo explotados.

    Fue por ello que Down y Kay procedieron a reorganizar y engrosar de manera notoria los arcos dramáticos de cada uno de ellos: a Yasmin Hanani (Marisa Abela) la envolvieron en una crisis de autocuestionamientos, demandas legales y persecución de paparazzis tras la muerte de su abusivo padre millonario; a su compañero Rishi Ramdani (Sagar Radia) lo abandonaron bajo una montaña de deudas de juegos y apuestas contraídas con gente peligrosa; al jefe de ambos, Eric Tao (Ken Leung), lo expusieron a los vendavales de una separación matrimonial coincidente con su necesidad de ser reconocido laboralmente por el banco Pierpoint & Co luego de dedicarle dos décadas de trabajo; la joven Harper Stern (Myha'la Herrold) tiene la posibilidad de fundar su propio fondo de inversión pero es incapaz de disociar esa oportunidad única de sus deseos de vengarse de Tao por haberla despedido; finalmente, la integridad de Robert Spearing (Harry Lawtey) es sometida a juicio cuando es designado por Pierpoint & Co como consultor para la salida a Oferta Pública de uno de sus nuevos clientes, una startup de energía limpia llamada Lumi, haciéndolo presenciar el trasfondo de las maniobras de sobrevaluación en esa clase de empresas y la connivencia del gobierno británico en ese fraude.

    Este último gran nudo es el que enlaza transversalmente al de todos los personajes, puesto que dejará al banco donde ellos trabajan en una posición financiera y judicial muy endeble que estalla en el excelente penúltimo capítulo “Useful Idiot”, el cual transcurre durante la fiesta de celebración de los 150 años de Pierpoint & Co y tiene similitudes evidentes con el film Margin Call (2011).

    2. Disclaimer (Temporada 1 - Apple TV+)


    Tras interpretar a una implacable directora de música clásica en Tar (2022), Cate Blanchett se pone aquí en la piel de una prestigiosa documentalista que ve cómo su existencia comienza a tambalearse cuando un manuscrito sobre su pasado llega anónimamente a sus manos y a las de sus conocidos. Como ya lo había hecho con Alejandro González Iñárritu en la película Babel (2006), Blanchett vuelve a colaborar con un director mexicano, aunque en esta ocasión sea para una serie y con Alfonso Cuarón. La huella del cineasta se reconoce en el uso de una narrativa en primera persona a partir de las voices over de los dos personajes principales, un tono que pareciera desdramatizar una historia que se irá revelando realmente como muy dramática. El otro rasgo autoral que le da una pincelada de liviandad a la misma es la terminación de algunas de sus secuencias con los círculos que se cierran en negro. Hasta ahí parecería que estuviésemos ante el Cuarón de Great Expectations (1998) o determinados pasajes de Harry Potter and the Prisoner of Azkaban (2004). Por el contrario, con la composición visual que hace de una Londres nublada, brumosa y anochecida, se corre más hacia el Cuarón de Children of Men (2006), moviéndose alternativamente entre esos dos extremos emocionales de tristeza y de calidez a lo largo de toda la serie.

    Este desequilibrio premeditado entre ambos registros narrativos es viable desde lo visual debido a que detrás de las cámaras hay otro mexicano, el triple oscarizado Emmanuel “Chivo” Lubezki, el maestro de la luz, uno de los pocos con la habilidad de aunar con sentido y en planos consecutivos la luminosidad y las penumbras, el refulgir y el ocaso, tal como lo demostró en su opus magna The Revenant (2015). La historia está cuidadosamente dividida para responder a estos dos rangos coropléticos que transmiten invariablemente la desesperación y la felicidad de los personajes. En la bruma londinense del presente, Catherine Ravenscroft (gloriosa Blanchett) recibe un libro que la acusa de ser la culpable de la muerte por ahogamiento de un joven en el mar de la Toscana, veinte años atrás, cuando ella veraneaba allí con su hijo y su flamante marido Robert (Sacha Baron Cohen). El firmante de la obra es Stephen Brigstocke (Kevin Kline), el padre del chico fallecido, quien después de enviudar y de jubilarse busca cumplir la voluntad póstuma de su mujer y fogonear el escarnio público de Catherine, objetivo que va concretando a medida que su familia y sus colegas van leyendo el texto.

    Para adaptar este enrevesado drama que, a su vez, está basado en la novela de Renée Knight (una ex directora de documentales culturales de la BBC, lo que constituye en sí mismo un juego de mamushkas entre la realidad y una doble ficción literaria), Cuarón va interconectando el suplicio de Catherine y el anochecer de su reputación con flashbacks del idílico verano bajo el sol de la Toscana, donde conoció a este muchacho. La Catherine de esa época está encarnada por Leila George D'Onofrio como una potencia erótica plenamente confiada en sí misma, una mujer en la erupción de los colores de la vida, una madre que había prolongado las vacaciones con su niño mientras su marido tenía que retornar a la ciudad por obligaciones. Cuarón vuelve a analizar los detalles de esos días estivales no una, sino varias veces desde los testimonios de las voices over de Stephen Brigstocke y de la propia Catherine, las cuales se expresan como narradores poco fiables y van distanciándose en sus respectivas versiones. De esta manera, Disclaimer explora el riesgo de idealizar a quienes queremos, los daños de la desconfianza en las parejas, junto con la rapidez con que se juzga a las mujeres y, en la era de la cancelación, advierte acerca de la escasa fiabilidad de las imágenes a las que estamos expuestos, poniendo en boca de Catherine una sentencia que incluso habla de la disciplina de Cuarón, Lubezki y compañía: “las fotografías no son la realidad, son solo una porción de ella”.

    1. The Bear (Temporada 3 - Disney+)


    Así como The Handmaid’s Tale (2017→) salió el mismo año en que despertó el #MeToo, no es fortuito que dos de las mejores series del último lustro como The Bear (2022→) y Succesion (2018-2023) sean, mayormente y en esencia, series post pandémicas. La cultura es tanto una caja de resonancia de las sociedades como un reformulador de sentidos, y ambos títulos han expuesto los males que se han agravado tras el letargo de la pandemia: el recrudecimiento de las desigualdades, el derroche y la exaltación del lujo extremo, el deterioro de la salud mental, el debilitamiento de los vínculos sociales, la soledad, las adicciones y angustias de diversas índoles. Unas son el espejo de las otras, ya que es muy difícil estar bien individualmente, estar centrado con uno mismo y con los demás, si el mundo que nos cobija exhibe síntomas de numerosos padecimientos.

    En The Bear, el grueso de sus personajes son el reverso de los de Succession. Gente común de niveles socioeconómicos medios o bajos, que se esfuerzan diariamente para sacar adelante un restaurante con una clientela popular, vendiendo en “The Beef of Chicagoland”, exquisitos sándwiches y pendiendo de la cuerda floja financiera constantemente. Son obreros gastronómicos que se desenvuelven en un entorno laboral caótico, que discuten, se insultan y cocinan a los gritos, pero que se apoyan mutuamente como familia, contrariamente a los de Succession, que son familiares pero se traicionan como enemigos. Hasta que un día esa tienda la hereda el chef Carmen Berzatto (Jeremy Allen White) después de enterarse del suicidio de su hermano Michael (Jon Bernthal). A veces los traumas son propulsores de actitudes imprudentes, y Carmy no es una excepción, habida cuenta de que no tiene mejor idea que convertir a “The Beef of Chicagoland” en un restaurante gourmet y encolumnar detrás de esa odisea a los pobres empleados.

    Por ahí ronda el argumento, con el cual las tres temporadas tejen una coherencia rítmica asombrosa. En la primera entrega, cuando ocurre el suicidio de Micahel y el reencuentro de Carmy con la ciudad de Chicago y con la tienda familiar, todo es pura anarquía, la desazón y la impotencia se apodera del ánimo de los personajes, nadie está a gusto con las circunstancias y con el rumbo que van adquiriendo los acontecimientos. Los movimientos de cámara y la edición eran tan frenéticos que agotaban a los espectadores más de lo que se estaban estresando los cocineros y asistentes. En la segunda entrega, el ritmo se subvertía radicalmente, las pulsaciones desaceleraban y la atmósfera se oxigenaba, haciéndose más introspectiva. Los personajes parecían entender que insultándose y revoleándose cosas por la frustración, nunca iban siquiera a acariciar una Estrella Michelín. Aparte de un cambio de mentalidad, se precisaba un elevamiento formativo, por eso Carmy los mandaba a capacitarse. A Marcus (Lionel Boyce) lo enviaba a Dinamarca para reconvertirlo de panadero a pastelero, y a su falso primo Richie (Ebon Moss-Bachrach), le conseguía una vacante como aprendiz de maître en el restaurante de su ex maestra, la chef Andrea Terry (Olivia Colman). Los personajes de The Bear son todas personas rotas, individuos que lidian con la pérdida en cualquiera de sus manifestaciones (muertes, suicidios, divorcios, rupturas, ausencias) y la dedicación detallista que vierten en sus preparaciones no es otra cosa que un parche para sus aflicciones, cuya sanación postergan indefinidamente. El mantra que repiten cada mañana y que Camy manda a colgar en un cartel de la cocina, “every seconds counts” (cada segundo cuenta), no refiere solamente al esfuerzo y a la cronometración exacta en la cocción de las comidas, sino también al tiempo que implícitamente dejan pasar sin solucionar las cuestiones que tienen pendientes con sus seres queridos, ya que en definitiva uno no sabe cuándo será la última vez que vea a su hermano o cuándo se va a quedar encerrado dentro de la cámara frigorífica del restaurante mientras la chica que lo ama lo está esperando, tal como le sucede a Carmy la noche de la inauguración del nuevo local, al final de la segunda temporada.

    En esta continuación, el reloj no deja de correr para esta troupe de procrastinadores emocionales, con Carmy dilatando su reconciliación amorosa con Claire (Molly Gordon), con Sydney (Ayo Edebiri) dubitativa acerca de convertirse legalmente en su socia o si aceptar otra oferta laboral más estable, y con su hermana Natalie Berzatto (Abby Elliott) en las vísperas de su primer parto, mientras los minutos y el dinero se les escurren como la harina entre los dedos, a la espera de oficiar como anfitriones de un crítico culinario que será enviado por una afamada revista especializada. Para no fracasar ante esa evaluación crucial para el porvenir del negocio, Carmy se martiriza por hacer el menú mucho más experimental y la serie, reafirmando la convergencia entre el contenido y sus andamiajes narrativos, hace lo propio consigo misma. El personal se alborota alrededor de la redefinición de los nuevos platos de la carta, con Carmy y Sydney discrepando fervientemente por las recetas, los ingredientes perfectos y la mejor forma de prepararlos. La temperatura en la cocina vuelve a subir, así como el pulso de filmación que le imprime su creador, guionista y director Christopher Storer, capaz de disparar la ráfaga de 21 primeros planos en menos de 20 segundos de metraje durante el segundo episodio, “Next”. La experimentación también impregna la organización intrínseca de esos capítulos, destinándole prácticamente uno a cada personaje y regalándonos el mejor del año, “Napkins” (Ep. 6), donde palpitaremos el desamparo de la cocinera Tina al quedar desempleada tiempo atrás y cómo fue que Michael se compadeció de ella, ofreciéndole un puesto en “The Beef of Chicagoland”. The Bear no aspira a ser nada distinto de esto: una premisa sencilla alrededor de un proyecto familiar llevado con solidaridad a puro pulmón, no obstante, bajo la cual, como si se tratara de una gran masa de iceberg subacuática, flotan temáticas densas y humanas como el duelo, la depresión, las adicciones y las autoexigencias, narradas con una de las mayores libertades creativas que se pueden disfrutar hoy en televisión. Y con eso le basta para ser la mejor serie televisiva del 2024.



    Nicolás Woszezenczuk |
    © Revista EAM / Argentina

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