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    Cine Alemán Siglo XXI

    Crítica | Timestamp

    || Críticas | Berlinale 2025 | ★★★★☆
    Timestamp
    Kateryna Gornostai
    Esperanza en el presente


    Carlos Grau
    Berlín |

    ficha técnica:
    Ucrania, Luxemburgo, Países Bajos, Francia, 2025. Título original: «Стрічка часу» («Strichka chasu»). Dirección y guion: Kateryna Gornostai. Compañías: 2Brave Productions, a_BAHN, Rinkel Docs, Cinephage Productions. Festival de presentación: Festival Internacional de Cine de Berlín. Fotografía: Oleksandr Roshchyn. Montaje: Nikon Romanchenko. Música: Alexey Shmurak. Intervenciones: Olha Bryhynets, Borys Khovriak, Mykola Kolomiiets, Valeriia Hukova, Mykola Shpak, Svitlana Popova, Yelyzaveta Loza. Duración: 125 minutos.

    De adolescente, Kateryna Gornostai hacía fotografías con una vieja cámara soviética de su padre. Quería estudiar periodismo, pero finalmente se decidió por la biología. Una vez terminó, sintió la necesidad de hacer algo visual, se fue a Moscú y estudió cine documental. Cuando filmó su debut Stop Zemlia (2021, premio a mejor película en la Berlinale en la sección Generation) la guerra aún no había comenzado. La directora ucraniana (Lutsk, 1989) da ahora el salto con el documental Timestamp a la Competición Oficial de Berlín, un paso con no pocos y recientes precedentes. El más relevante es el de Carla Simón y su Oso de Oro en 2022 por Alcarrás: su primer largometraje se estrenó en Generation en 2017, la espléndida Verano 1993, que ganó - al igual que el debut de Gornostai- el premio a mejor película de esa sección. 


    Timestamp (Marca de tiempo) no muestra una sola pieza de archivo, sean fotografías o vídeos, no hay una sola gota de sangre, entrevista o discurso motivacional de un cargo del gobierno. Putin no es mencionado. Ni su homólogo ucraniano. No es un filme nada convencional sobre un conflicto. En su lugar, Gornostai ofrece un panóptico de dos horas sobre la educación actual en Ucrania filmando el día a día de profesores y estudiantes, en un recorrido tanto de ciudades alejadas del frente de combate como las más cercanas al mismo, alternando la realidad de condiciones ordinarias con extraordinarias. Es el caso de una clase de secundaria impartida por Zoom en la destruida Zaporiyia, a tan solo 20 km del frente. La sirena de protección civil interrumpe la lección, pero el profesor emplaza a los alumnos a continuar presencialmente en un refugio antiaéreo. O durante la clase de arte en el estudio Aza Nizi Maza (en honor al de Fellini) de Kharkiv, la segunda ciudad más poblada del país y aniquilada en una tercera parte; la incursión en la pintura abstracta no se paraliza por la alarma antiaérea, sino que se retoma a los pocos minutos con maestro y alumnos bajando al sótano, semiequipado con materiales y algunos pupitres. Y así, además de las matemáticas, la música o la historia, una profesora se adentra en las ruinas de la que fue su aula en Borodianka, a menos de 40 km de la primera línea de batalla y devastada por los bombardeos. Los tabiques laterales siguen en pie, así como unos cuantos pupitres que, tras la desaparición de la pared norte, miran ahora a un cercano y verde bosque. Un frondoso oasis de naturaleza milagrosamente intacto que sirve como metáfora visual de la esperanza.

    Es un cine que no se centra en el pasado ni en el futuro, está en el aquí y en el ahora. Y de eso trataba también Stop Zemlia, un muy naturalista coming of age que nos sumergía en el mundo adolescente de sus personajes, interpretados por jóvenes no profesionales. En la entrevista de 2021 con motivo de aquel debut (leer aquí) Gornostai reflexionaba con fabuloso discernimiento: Si el espectador es un padre, quiero que tenga el deseo de hablar con sus hijos, no sólo de cosas importantes, sino de ser consciente de las cosas corrientes y de su estado de ánimo actual. Y si el espectador es un adolescente, quiero que sienta esperanza. La esperanza de que los tiempos difíciles son temporales, y de que las cosas difíciles son un medio de evolución personal. Que lo más importante que puedes hacer es estar presente en tu vida.

    Timestamp está presente en clases impartidas en oficinas subterráneas de metro, en clases de baile folclórico al aire libre para los adolescentes y también en el despegue de la prometedora Olha Bryhynets, una joven a quien la cámara sigue desde la ceremonia de graduación hasta la admisión final en la Universidad. El documental de Gornostai cristaliza una enorme solidez por su excelente montaje, que identifica con pericia el momento exacto de cambiar de ciudad, de plano y de actividad antes de que el espectador intuya una contemplación excesiva o una aceleración de ritmo incongruente. Algo muy complejo y fino, muy fino montaje teniendo en cuenta el discurrir de una multitud de poblaciones y personas sin que haya un claro protagonista. Todo lo que emociona, lo hace desde la naturalidad en la observación de la resiliencia de todos los actores implicados en el sistema educativo de su país. Su otro gran acierto es la precisa elección de tan solo tres acompañamientos musicales: los gentiles coros de voces femeninas son marcas de tiempo y de concentración que permiten el fluir de los acontecimientos. Situados éstos en el inicio, tramo medio y tramo final de la cinta, devienen en un visionado de un discurrir enormemente orgánico, sin apremio, con sutileza.

    Filmado entre marzo de 2023 y junio de 2024, Timestamp está dedicado al hermano de la directora, fallecido a la edad de 24 años mientras luchaba en el frente de guerra. ♦


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