|| Críticas | ★★★☆☆
Amenaza en el aire
Mel Gibson
¿Una película menor?
Raúl Álvarez
ficha técnica:
EE.UU. 2025. Título original: Flight Risk. Director: Mel Gibson. Guion: Jared Rosenberg. Productores: Mel Gibson, John Davis, John Fox, Allen Cheney, Bruce Davey, Walter Josten, Patrick Josten, Alex Lebovici, Jarrett Mahoney, Natasha Stassen, Paul J. Díaz, Nick Guerra, Kristopher Beaulieau. Productoras: Lionsgate, Media Capital Technologies, Hammerstone Studios, Blue Rider Pictures, Icon Productions, Davis Entertainment. Fotografía: Johnny Derango. Música: Antonio Pinto. Montaje: Steven Rosenblum. Reparto: Michelle Dockery, Mark Wahlberg, Topher Grace.
EE.UU. 2025. Título original: Flight Risk. Director: Mel Gibson. Guion: Jared Rosenberg. Productores: Mel Gibson, John Davis, John Fox, Allen Cheney, Bruce Davey, Walter Josten, Patrick Josten, Alex Lebovici, Jarrett Mahoney, Natasha Stassen, Paul J. Díaz, Nick Guerra, Kristopher Beaulieau. Productoras: Lionsgate, Media Capital Technologies, Hammerstone Studios, Blue Rider Pictures, Icon Productions, Davis Entertainment. Fotografía: Johnny Derango. Música: Antonio Pinto. Montaje: Steven Rosenblum. Reparto: Michelle Dockery, Mark Wahlberg, Topher Grace.
Amenaza en el aire no pasará a la historia como una de las grandes películas de Gibson porque se la ha catalogado (mal) como un producto típico de plataforma. Tampoco de Mark Wahlberg, y eso que estamos ante uno de sus papeles más ásperos, incómodos y arriesgados. Una pena, porque la realidad, para quien quiera verla, lo que nos dice es que está mejor dirigida, fotografiada y montada que la colección de películas de «prestigio» que nos han colado en los Oscar. Si un aspirante a director quiere conocer los fundamentos de su oficio, que deje de meterse en vena el neorrealismo y la Nouvelle Vague, y estudie cada escena de esta cinta. Quizá no encuentre grandes verdades sobre el mundo o el alma humana, pero a cambio obtendrá un curso intensivo de narrativa en el que cada elemento del lenguaje audiovisual se activa cuando es necesario y cumple su función con eficacia. Aprenderá las formas, tan denostadas en nuestro cínico mundo de ideas y discursos de conveniencia.
Si seguimos pensando que un cineasta muestra su personalidad en la elección del punto de vista, Amenaza en el aire tiene más de cine de autor que El brutalista (The Brutalist, Brady Corbet, 2024). Empecemos por el final para probarlo: el aterrizaje forzoso. En apenas tres minutos, Gibson saca adelante una escena en la que alterna tres puntos de vista particulares (la oficial, el testigo y el piloto), otorgándoles una planificación concreta que anuncia el destino de cada personaje. Planos frontales para Mads (Michelle Dockery), que se enfrenta a sus errores. Planos ladeados, a derecha e izquierda, para Winston (Topher Grace), a quien torturan sus dudas morales. Y planos picados para Daryl (Mark Wahlberg), que encuentra el mismo final que sus víctimas. A modo de costura, un montaje quirúrgico que combina estos tres puntos de vista con la mirada de Gibson como narrador omnisciente: Mads, los cuernos de la avioneta, la pista de aterrizaje; Winston, la sangre de sus heridas, los coches de policía y las ambulancias; Daryl, el cuchillo y los pedazos rotos de avioneta.
Podrían parecer decisiones obvias, hasta que uno repasa el estado actual del cine de acción y suspense, y cae en la cuenta de la mediocridad reinante. Incluso en el blockbuster, porque ya quisiera la atroz Capitán América: Brave New World (Captain America: Brave New World, Julius Onah, 2025) acercarse siquiera a las virtudes narrativas de lo último de Gibson. Las voces que han etiquetado Amenaza en el aire como cine de plataforma, o ven poco cine de plataforma, o sencillamente le siguen pasando a su director la factura por su pasado. Insisto: contará muy poco o nada, pero lo cuenta muy bien. Y eso lo saben hacer muy pocos cineastas. Si a Hitchcock se le aplaude La soga (The Rope, 1948), no entiendo a qué vienen tantos reparos con una película que se mira en el mismo espejo de la banalidad del mal.
Por las mismas razones, tampoco es un telefilm ni una película de VOD. El guion del novel Jared Rosenberg nos enfrenta a tres personajes a cuál más despreciable. No hay dudas con Daryl, el anzuelo de la trama, un tipo hosco y vil que lleva la Parca tatuada en la frente desde que le quitan la gorra. Si bien una mirada atenta a Mads y Wilson nos revela a dos caracteres tan o más reprobables en cuanto a vulgaridad moral e idiotez supina. Él se lamenta por haber escogido el mal camino, cuando es incapaz de decir una sola verdad. Y ella, falsamente empoderada como agente de la ley, colecciona muertos por su ineptitud a la hora de juzgar a los demás. Los tres merecerían la muerte. Gibson, de hecho, coquetea con esta idea en la última escena. Pero decide hacer lo predecible para situar la película en el mismo territorio nietzscheano que sus trabajos anteriores. Si el mundo es un lugar cruel e inhóspito, se debe no tanto a que el mal campe a sus anchas como a que el bien sea el refugio de los imbéciles. Al final, Gibson sí tenía algo que contarnos. A su manera. ♦
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