|| Críticas | FICX 2024 | ★★★☆☆ |
River returns
Masakazu Kaneko
Vivir de cara a la tradición
Yago Paris
ficha técnica:
Japón. 2024. Título original: River Returns. Director: Masakazu Kaneko. Guion: Masakazu Kaneko, Genki Yoshimura. Productoras: EST Studios, N8 Studios. Fotografía: Tatsuya Yamada. Música: Masakatsu Takagi. Reparto: Yo Aoi, Sanetoshi Ariyama, Asuka Hanamura.
Japón. 2024. Título original: River Returns. Director: Masakazu Kaneko. Guion: Masakazu Kaneko, Genki Yoshimura. Productoras: EST Studios, N8 Studios. Fotografía: Tatsuya Yamada. Música: Masakatsu Takagi. Reparto: Yo Aoi, Sanetoshi Ariyama, Asuka Hanamura.
Yucha, a diferencia de su padre, se sumerge de lleno en la leyenda, que cuenta la historia de amor imposible entre un tornero nómada (Yo Aoi) y Oyo (Asuka Hanamura), una aldeana. Él trabaja elaborando preciosos cuencos de madera, mientras que ella se ocupa de las labores del hogar y de cuidar a su hermano pequeño. Oyo tiene un pretendiente en el pueblo, con el que, de casarse, se permitiría elevar el estatus socioeconómico de la familia. Sin embargo, la joven ignora sus propuestas, pues este le genera repulsión. Un día, un cuenco llega a las manos de Oyo y su hermano pequeño, transportado mansamente por la corriente del río, y decidirán devolverlo a su dueño. Cuando Oyo y el joven tornero, el autor de la pequeña pieza de madera, se conocen, instantáneamente se enamoran y deciden comenzar una vida en común, pero esta idea choca con las férreas tradiciones, que dictan que una relación entre una persona nómada y una sedentaria es imposible, pues ninguno podría adaptarse a la vida del otro. El más intransigente de los dos padres es el del tornero, quien lo pone entre la espada y la pared: si decide quedarse a vivir con su amada, tendrá que entregarle todo lo que este le ha enseñado, renunciando así a su profesión de tornero, es decir, tendrá que amputarse el brazo. Incapaz de semejante salvajada, decide renunciar a su amor. La historia evoluciona hacia el trágico final anticipado por la abuela de Yucha al comienzo del filme, según el cual el suicidio de Oyo, fruto del profundo dolor ante la pérdida de su amado, es el causante de los tifones de la zona, y el hecho de que su pena sea irreparable es lo que provoca esa recurrencia meteorológica.
En un gesto nada casual, el hermano pequeño de Oyo también está interpretado por Sanetoshi Ariyama, lo que no solo reincide en la inmersión de Yucha en la historia que se le está contando, sino que alude directamente a ideas budistas muy presentes en el filme, tales como la circularidad, la reencarnación o la conexión indisociable con el pasado y con la tradición. La circularidad se manifiesta en la historia a través de la recurrencia de los tifones, el río transportando sucesivos cuencos y la necesidad de devolverlos para evitar la ira metereológica de Oyo, la reencarnación sugerida del hermano de Oyo en Yucha, la necesidad de Yucha de devolver el cuenco, como también en el pasado lo hiciera su padre, y tantos otros antes que él, etc. Esta estructura narrativa va tejiendo toda una serie de hilos que conectan el presente con el pasado, reforzando la idea de que no se puede vivir en el presente sin tener en cuenta lo anterior, y, yendo todavía más lejos, no se puede tener una vida valiosa si se olvida la tradición. Sin embargo, el propio filme se aleja de una mirada indulgente hacia la herencia folclórica. Masakazu Kaneko no escatima recursos a la hora de señalar la salvaje y represiva moral de la leyenda, y se posiciona con firmeza del lado de los amantes. Esta visión se refuerza con la propia función de Yucha en la historia. En el tercio final, el niño decide devolver el cuenco para evitar la llegada del tifón que cause destrozos y acabe con la vida de su enferma madre, pero, por el camino, se da cuenta de que quizás pueda hacer algo más que simplemente evitar la catástrofe. Aquí es cuando la película alcanza una dimensión superior al proponer la posibilidad simbólica de sanar las heridas del pasado, e intervenir para reparar en los males cometidos. La circularidad, la interconexión entre pasado y presente, no solo va de atrás hacia delante, como suele ser habitual, sino que el sentido contrario también es posible, siempre que se valore la importancia de la tradición y se crea en ella. Es por ello que no es el padre de Yucha, que hace tiempo que dejó de creer en la leyenda, quien puede acometer este reto, sino el propio Yucha, que sí cree en la historia. Así, el filme se convierte, al mismo tiempo, en un refuerzo de la circularidad de la vida en términos budistas, y una ruptura de dicho círculo: River Returns afianza ciertos aspectos del acervo, pero aplica enmiendas necesarias que permitan una vida mejor, tanto a los habitantes del pasado de Japón como a aquellos que existen en su presente. De lo que no parece caber duda alguna es de que la cinta se posiciona como firme defensora de la necesidad de vivir de cara a la tradición. ♦