|| Críticas | SEFF 2024 | ★☆☆☆☆ |
Paul and Paulette Take a Bath
Jethro Massey
Autosabotaje
Yago Paris
ficha técnica:
Reino Unido. 2024. Título original: Paul and Paulette Take a Bath. Director: Jethro Massey. Guion: Jethro Massey. Productor: Jethro Massey. Productoras: Film Fabric. Fotografía: Ole Marius Dahl e Isarr Eiriksson. Música: Marc Tassell. Montaje: Julien Chardon. Reparto: Marie Benati, Jérémie Galiana, Fanny Cottençon, Gilles Graveleau, Laurence Vaissiere, Margot Joseph, James Gerard.
Reino Unido. 2024. Título original: Paul and Paulette Take a Bath. Director: Jethro Massey. Guion: Jethro Massey. Productor: Jethro Massey. Productoras: Film Fabric. Fotografía: Ole Marius Dahl e Isarr Eiriksson. Música: Marc Tassell. Montaje: Julien Chardon. Reparto: Marie Benati, Jérémie Galiana, Fanny Cottençon, Gilles Graveleau, Laurence Vaissiere, Margot Joseph, James Gerard.
Tratar de desentrañar las claves del éxito de esta franquicia sobrepasa, con creces, las aspiraciones de un mero texto crítico, pero parece evidente que el juego con lo macabro es fundamental para entender al personaje. Miércoles es una joven que apenas da tregua a las personas que tiene a su alrededor, y con la que cuesta horrores crear empatía, a tenor de cómo se comporta. Sin embargo, no deja de ser una niña, y eso inmediatamente ablanda la impresión que causan sus acciones. Se produce, por tanto, un cruce de impresiones opuestas: la ternura infantil enfrentada con el horror macabro, siempre filmado de manera cómica. En este punto resulta imprescindible aludir al estilo tan peculiar del Tim Burton de finales de los ochenta y principios de los noventa, quien fue influenciado por la serie televisiva de los sesenta y posteriormente se convirtió en una influencia fundamental para comprender la estética de los dos filmes de los noventa, y ha acabado siendo uno de los principales impulsores de la serie de Netflix, así como el director de los cuatro primeros episodios de la primera temporada. Burton es uno de los directores que más dinero ha generado en Hollywood, y que más ha influido con su estilo, mejor cuanto menos agradable resulta. Así se comprende que sus personajes hayan tenido éxito a pesar de resultar, en principio, incómodos: se trata de una potente mezcla de empatía y desagrado, de extrañeza y comprensión, en una evolución constante que siempre parece escapársenos de las manos. Cuando parece que hemos domesticado a un Ed Wood, a un Eduardo Manostijeras o, especialmente, a un Bitelchús, estos siempre se revuelcan y le dan un nuevo giro a la situación. Todo esto es aplicable al personaje de Miércoles, cuyo espíritu infantil se utiliza para recrudecer la crueldad de sus acciones, en un estimulante juego de expectativas.
Entender qué permite que Miércoles funcione tan bien dentro del universo de La familia Addams, hasta el punto de convertirse en un rejuvenecido icono popular, da las claves para comprender por qué no sucede lo mismo con los protagonistas de Paul and Paulette Take a Bath (Jethro Massey, 2024). El filme británico es uno de los competidores dentro de la Sección Oficial de la edición de 2024 del Festival de cine europeo de Sevilla, y en él se narra la historia de amor entre Paul (Jérémie Galiana) y Paulette (Marie Benati). El primero es un estadounidense que vive en París, lugar donde conoce a la francesa Paulette. La forma de conocerse es bien peculiar: la joven está realizando una suerte de ritual para homenajear y a la vez encarnar a María Antonieta. Paul no puede evitar acercarse y fotografiarla, algo de lo que la chica se percata, provocando un diálogo que permitirá la futura relación. Como la voz en off del propio Paul se asegura de explicitar desde el primer minuto, esta no es una «dramedia» al uso: se trata de dos personajes inadaptados, con intereses poco habituales dentro de la, para ellos, insoportable normalidad. Ambos sienten una profunda pulsión por lo macabro, lo que los lleva a recorrer diferentes partes de París, en busca de lugares que en un tiempo pasado hubieran ejercido como escenas de crímenes truculentos.
Esta idea es la que permite que Paul y Paulette pasen tiempo juntos y vayan descubriendo que tienen mucho más en común de lo que inicialmente Paulette hubiera imaginado. Esto es así porque, si bien Paul queda prendado de la joven desde el primer momento, ella no se muestra especialmente interesada, pues probablemente piensa que es un panoli sin mayor interés. Su conocimiento del pasado macabro de París, y la manera con que se relaciona con este, prenden la llama del interés, que rápidamente evoluciona hacia las dinámicas propias de la comedia o del drama románticos, principalmente basadas en las tiranteces entre dos personajes destinados a acabar juntos. Y es aquí donde se produce la fractura narrativa, pues, pasada la primera media hora, apenas se recupera el tropo de lo macabro. Teniendo en cuenta que la premisa del filme, lo que permitiría que esta historia romántica fuera diferente a todas las demás, es el elemento macabro, y un posible romance que se teje en torno a la fascinación por lo truculento e incluso un ensalzamiento del asesinato, llama poderosamente la atención el tratamiento que se ofrece del mismo. Lo macabro nunca llega a estar presente de manera protagónica, y, pasado el primer tercio del filme, prácticamente desaparece de la narración, con la salvedad de pequeñas pinceladas de cuando en cuando para recordarnos que este tema alguna vez había estado presente en la historia.
Si el tema no se explora más allá del dato wikipédico, y si los personajes no están regidos por una mirada verdaderamente perversa, transgresora, incluso problemática, es complicado que se puedan beneficiar del uso de la turbiedad funesta. Como se ha comentado, la clave del éxito de Miércoles reside en que todo en ella viene comandado por la exploración, en este caso cómica, de la maldad y lo fúnebre. Nada de esto está presente en Paul and Paulette Take a Bath, y el resultado es una construcción plana de personajes, cuya principal característica es descartada por la propia narración, y cuya historia romántica es finalmente una más, con sus habituales tiras y aflojas, y con una resolución sentimental más o menos satisfactoria para el público, en función del caso. Da la impresión de que el varadero interés de Massey reside, más bien, en los motivos traumáticos que llevan a estas dos personas a estar interesados por este tema, en un giro psicologicista tan habitual de nuestro tiempo, que termina de eliminar todo el potencial perturbador que los protagonistas podrían haber tenido. Tampoco ayuda la pobre construcción de sus imágenes. La puesta en escena se basa en la habitual cercanía literal –la cámara se pega a los personajes y los persigue por el escenario, sin planificar movimientos–, y dentro de las herramientas para la preparación de las imágenes destaca su sangrante fotografía, cuyos responsables, Ole Marius Dahl e Isarr Eiriksson, parecen confundir naturalismo con ausencia de iluminación. Poco queda que rescatar en Paul and Paulette Take a Bath, un filme autosaboteado desde el principio. ♦