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    Cine Alemán Siglo XXI

    Crítica | Under the volcano

    || Críticas | SEFF 2024 | ★★★☆☆ |
    Under the volcano
    Damian Kocur
    Los adolescentes nos miran


    Yago Paris
    Sevilla |

    ficha técnica:
    Polonia. 2024. Título original: Pod wulkanem. Director: Damian Kocur. Guion: Damian Kocur, Marta Konarzewska. Productores: Agnieszka Jastrzebska, Mikolaj Lizut, Michal Maksym, Grzegorz Sloniewski, Arij van Giesen. Productoras: Lizart Film, Hawk Art. Fotografía: Mykyta Kuzmenko. Música: -. Montaje: Alan Zejer. Reparto: Sofia Berezovska, Roman Lutskyi, Anastasiya Karpenko, Fedir Pugachov.

    En El amor de Andrea (2023), el director Manuel Martín Cuenca desarrolla toda su propuesta formal en torno al recurso visual del primer plano. Los usos más banales del primer plano se limitan a mostrar de manera ampliada los sentimientos del personaje en cuestión, para engrandecer la respuesta emocional del público vía neuronas espejo. Sin embargo, el primer plano, bien utilizado, también puede servir para articular una narrativa, siempre y cuando esta se piense en imágenes. Manuel Martín Cuenca es uno de esos extraños directores del panorama cinematográfico de autor actual que todavía piensa de manera radical e innegociable en imágenes. Así, todo el arco dramático de la protagonista en particular, y de la historia que lidera en general, se estructura en torno a la certera utilización de primeros planos que expresan, sin necesidad de verbalización, lo que sucede a cada momento. La incomunicación familiar, eje narrativo de esta historia, torna recurso audiovisual a partir de primeros planos a los que se les niega un contraplano, es decir, la posibilidad de una conversación. La adolescente Andrea se ve obligada a observar lo que sucede en su entorno familiar, sin poder pedir explicaciones ni demandar que se cumpla una serie de requisitos mínimos de cuidados. La mirada de Andrea se convierte en la brújula moral del filme, que de manera tan firme como serena disecciona sin piedad la inmadurez paterna y la inoperancia materna.

    Under the Volcano (Pod wulkanem, Damian Kocur, 2024), presente en la edición de 2024 del Festival Europeo de cine de Sevilla dentro de la sección Rampa, parece llevar a cabo una aproximación formal idéntica a la de Manuel Martín Cuenca, si bien con resultados menos redondos. La historia narra las vacaciones de una familia ucraniana en la isla de Tenerife, días antes de que Rusia invada Ucrania. Cuando la familia está a punto de hacer las maletas reciben las primeras noticias de lo que está sucediendo, y para cuando han llegado al aeropuerto deciden permanecer en la isla en lugar de meterse voluntariamente en la boca del lobo. Y, puesto que se encuentran en un lugar perfecto para el disfrute y el descanso, optan por tratar de extender sus vacaciones y aprovechar la oportunidad, pero resulta imposible desconectar cuando tus vecinos y tus familiares se refugian de bombardeos.

    Inicialmente se podría interpretar que la obra de Kocur se aproximará a reflexiones en torno a ideas como la acogida de refugiados ucranianos en diferentes países de Europa. Durante la proyección resulta sencillo acordarse de Meet the Barbarians (Les barbares, Julie Delpy, 2024), la película de inauguración de esta edición del certamen hispalense. Este filme opta por la sátira para tirar de las orejas a la sociedad francesa, y por extensión a la europea, en lo relacionado con el supuesto altruismo presente en la acogida de inmigrantes, así como la distinción entre los refugiados aceptables –los ucranianos– y los inaceptables –sirios–. Por momentos, Under the Volcano evoluciona por estas vías. Así, se establece una clara comparación entre la situación de la familia ucraniana, a quien se la invita insistentemente a permanecer en el hotel en el que se hospedaban sin necesidad de pagar ni por el alojamiento ni por la comida, y los inmigrantes africanos llegados a Canarias en pateras –una crisis humanitaria viva desde comienzos del siglo XXI y que en los últimos años está alcanzando uno de sus máximos picos de gravedad–, a quienes se los observa exclusivamente por las calles, buscándose la vida como buenamente pueden, sin que nadie parezca reparar en ellos ni querer auxiliarlos.

    Sin embargo, a medida que evoluciona el filme, la guerra en Ucrania va haciendo mella en la familia protagonista, lo que se refleja en la creciente tensión que se desarrolla en su seno. La historia está principalmente narrada a través de la mirada de Sofia (Sofia Berezovska), la hija mayor, y es aquí donde se produce la similitud con El amor de Andrea: también es la adolescente la que observa el comportamiento de su padre y su madrastra, sin que se produzca el menor diálogo posible entre adultos y menores, sin que haya posibilidad de cuestionar verbalmente lo que está sucediendo. Los primeros planos de Sofia marcan la evolución de la historia, de una inicial frivolidad, inherente a unas vacaciones en la burbuja turística tinerfeña, plagada de hoteles de lujo y experiencias artificiales, a una progresiva gravedad consistente en la imposibilidad de apartar la mirada sobre lo que está sucediendo. Así, resulta paradigmática la relación de la joven con su smartphone. Si inicialmente es una vía de comunicación con el mundo para compartir sus stories de Instagram, posteriormente se convierte en el canal a través del que informarse sobre la evolución del conflicto, y las secuelas sobre la vida de su mejor amiga y sus allegadas. Y, en este sentido, la escena que transcurre en un pequeño muelle del norte de la isla culmina esta transformación: la madrastra de Sofia tira de la joven para que salte al agua con ella, como una manera de subirle el ánimo, pero la mujer no es consciente de que la adolescente llevaba el móvil consigo, por lo que esta última se enfada enormemente cuando es consciente de que quizás su teléfono no vuelva a funcionar. Jugando con los estereotipos en torno a los adolescentes, su berrinche no tiene que ver con que no sepa vivir sin la tecnología pegada a su mano, sino con que no quiere arriesgarse a perder acceso a la información sobre el conflicto bélico que está aconteciendo en su país. Por su parte, la madrastra es retratada como un personaje impulsivo, aniñado, que no mide las consecuencias de sus actos.

    La escena relatada es una de las varias donde Sofia confronta la realidad de unos adultos inmaduros. Esto la lleva progresivamente hacia una suerte de rebelión adolescente que, de nuevo con los estereotipos, no tiene tanto que ver con la búsqueda de una identidad emancipada del yugo controlador paterno, sino con un verdadero y necesario correctivo moral ante unos personajes lejos de estar a la altura de las circunstancias. Esto se muestra en sendas decisiones que dejan en evidencia a cada miembro de la pareja: por un lado, el padre decide viajar a Ucrania a combatir en la guerra, aunque esto suponga dejar atrás a sus hijos, algo que quizás tenga que ver más con una masculinidad frágil que con una toma de decisiones acertadas. Por su parte, la madre termina de perder los papeles y explota en el restaurante del hotel contra una familia de turistas rusos que está pasándoselo en grande. La madre utiliza la excusa del conflicto bélico para descargar toda su frustración contra una familia que tiene tanto que ver con la contienda militar como ellos, en un uso abusivo del rol de víctima que acaba recibiendo necesariamente una reprimenda por parte de otro cliente que nada tiene que ver con lo sucedido.

    A pesar de los valores anteriormente señalados, el mayor problema de Under the Volcano reside en la cierta dispersión que se percibe en sus imágenes, dividas entre demasiados frentes, como resulta tan habitual en el panorama cinematográfico de autor contemporáneo, donde los cineastas parecen incapaces de dedicar sus filmes a un único tema. Under the Volcano podría haber sido un filme sobre el conflicto ético de permanecer en un lugar de vacaciones mientras tus compatriotas sufren una invasión militar. También podría haber sido un filme sobre una adolescente que juzga a unos padres inmaduros. También podría haber sido un filme sobre las diferentes clases dentro de la comunidad mundial de refugiados. Por último, también podría haber sido un filme sobre el trauma cultural y la sorprendente manera en que este puede afectar incluso a los miembros de una comunidad atacada que se han librado de las hostilidades. Sin embargo, Under the Volcano acaba siendo un filme sobre todos estos temas a la vez, lo que necesariamente provoca una serie de vaivenes tonales y desajustes formales, pues cada potencial película requiere de una forma y un fondo concretos. La sensación final es de oportunidad desaprovechada en un mar de posibilidades a medio ejecutar. ♦


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