|| Críticas | ZINEBI 2024 | ★★★☆☆ |
After the snowmelt
Yi-Shan Lo
Cosas que no nos dijimos en la nieve
Javier Acevedo Nieto
ficha técnica:
Taiwán, Japón, 2024. Título original: «Xue shui xiao rong de ji jie / 雪水消融的季節». Dirección: Yi-Shan Lo. Guion: Yi-Shan Lo. Fotografía: Yi-Shan Lo, Wei-Long Tsai. Intervenciones: Sheng-Yueh Liang, Tzu Yu Lin, Yi-Syuan Chen, Yuli Lo, Yu-Chen Wu, Wen-Ling Su, Sz-Yu Lian. Duración: 110 minutos.
Taiwán, Japón, 2024. Título original: «Xue shui xiao rong de ji jie / 雪水消融的季節». Dirección: Yi-Shan Lo. Guion: Yi-Shan Lo. Fotografía: Yi-Shan Lo, Wei-Long Tsai. Intervenciones: Sheng-Yueh Liang, Tzu Yu Lin, Yi-Syuan Chen, Yuli Lo, Yu-Chen Wu, Wen-Ling Su, Sz-Yu Lian. Duración: 110 minutos.
Lo Yi-Shan lee las cartas de Chun. Son tristes, premonitorias y contienen la contundente sencillez de quien sabe que va a morir. Una copiosa nevada se encadena en un fundido y parece que el dolor quede colgado en los árboles como una pequeña bola de algodón manchada. El espectador ya no quiere pensar en películas. Probablemente quiere que acabe la película y que el carácter epistolar del filme clausure el dolor con algún tipo de mecanismo narrativo catártico.
Eso no sucede. Yueh, pareja de Chun, también desearía eso. Afirma que el dolor y la tristeza solo existen para recordar el pasado. Corta leña y parece enjugarse las lágrimas con bostezos disimulados. Huye de esos cuarenta y siete días de sufrimiento en los que la vida de Chun se fue apagando. La celulosa mojada de las cartas emborrona las letras, o quizá son el rastro de las lágrimas. La película no se atreve a cuestionar eso. Es lo bastante responsable como para no querer mover al llanto al espectador. La tragedia es una resaca que no se espera. Es como un bar tras una fiesta. Todo parece haber pasado, pero a la vez no queda nada ahí. Es un vacío que se vive como una consecuencia sin causa.
After the Snowmelt continúa mostrando esta resaca emocional. Las cartas de Chun eran garabatos a medida que su lenguaje se extinguía. Cuando termina el documental, la nieve se está derritiendo. Esta es una película que se limita a contar una historia triste. No hay grandes recursos o ideas que ericen que la piel, pero es sincera. Sinceridad es narrar el dolor con los recursos que una cineasta encuentra pertinentes. No aquellos que nos emocionan, no, aquellos que parecen salir desde dentro en una especie de intuición instantánea que no espera a ninguna consideración teórica o dramática.
Se suceden las cartas de la amiga muerta y todo cuanto hay de pensamiento en esta película es pura tradición narrativa: sinceridad, afecto, cariño y dolor. Aquí se habla de la muerte en abstracto y la ausencia se visibiliza en el paso indiferente de las estaciones. También se asoma en los colores resucitados de las flores tras el largo invierno o en el sol bañando la cueva donde alguien murió. Por otra parte, también se habla de la muerte concreta de una amiga. Nunca sabremos la intensidad del dolor de Yueh o de Lo Yi-Shan, pero sí lo intuiremos porque la película crece en los silencios. Vivir el dolor no es una tarea fácil. Si uno se guía por la experiencia, solo encontrará aristas. Si uno se guía por el corazón, terminará empapado. After the Snowmelt intenta hacer que el dolor sea un poco más cómodo. Lo moldea en silencios, encadenados y recortes de prensa. No busca justificar el drama ni rendir homenaje, es una obra que nadie podría ver, pero que tendría que seguir existiendo a pesar de que nadie la viera.
Con esta distancia sensible, After the Snowmelt se convierte en un filme que reflexiona sobre la clausura de la memoria. La directora parece entender que el duelo no es una narrativa que se pueda forzar: no hay cierre, ni conclusión que exorcice el dolor. La película, en cambio, sugiere que la pérdida se encarna en objetos cotidianos, en pequeños detalles, en el eco de una risa o el vacío que deja un abrazo suspendido en el tiempo. Como si cada toma fuese una reliquia, Lo Yi-Shan encapsula las palabras de Chun y los gestos de Yueh en secuencias que eluden la lógica narrativa convencional, dejando que el espectador sienta la incomodidad de un duelo inconcluso.
En sus imágenes, la película actúa como un espacio íntimo y da forma a los fragmentos de una vida ahora incompleta. Este no es un cine de pensamiento; es cine de presencia y de ausencia, en el que la cámara no está para observar sino para sostener, para encuadrar con respeto aquello que ya no se puede poseer. Al final, cuando la última carta se cierra y la nieve comienza a retirarse, no hay consuelo, solo un silencio que se siente eterno. La obra de Lo Yi-Shan deja una pregunta implícita: ¿qué significa conservar el recuerdo de alguien cuando ya no existe para darlo? ♦