|| Críticas | ★★★☆☆
Great Absence
Kei Chikaura
Una disculpa resentida
Sara Figueras
ficha técnica:
Japón. 2023. Título original: 大いなる不在. Director: Kei Chikaura. Guion: Kei Chikaura, Keita Kumano. Productores: Kei Chikaura, Miho Horiike. Productora: CREATPS. Distribución en España: Adso Films. Fotografía: Yutaka Yamazaki. Música: Koji Itoyama. Montaje: Kei Chikaura. Reparto: Mirai Moriyama, Tatsuya Fuji, Hideko Hara, Yoko Maki.
Japón. 2023. Título original: 大いなる不在. Director: Kei Chikaura. Guion: Kei Chikaura, Keita Kumano. Productores: Kei Chikaura, Miho Horiike. Productora: CREATPS. Distribución en España: Adso Films. Fotografía: Yutaka Yamazaki. Música: Koji Itoyama. Montaje: Kei Chikaura. Reparto: Mirai Moriyama, Tatsuya Fuji, Hideko Hara, Yoko Maki.
Takashi, actor de profesión, lleva casi 30 años sin ver a su padre —a excepción de dos visitas puntuales—, quien los abandonó a él y a su madre para casarse con otra mujer. Pero esta situación cambia de forma radical cuando es avisado de que su progenitor, Yohji —un excelente Tatsuya Fuji, premiado por su interpretación en el Festival de San Sebastián—, ha sido ingresado en una residencia debido a su avanzada demencia. Además, Naomi, su madrastra, ha desaparecido sin dejar rastro. Acompañado de su esposa, Takashi debe dar con el paradero de la mujer mientras descubre la verdad sobre el pasado de su padre, quien hace ya tiempo que dejó de ser él mismo. Una misión que quizás nunca llegué a completar en su totalidad porque, como le advierte Yohji —en relación a interpretar a alguien que existió en la vida real—, “aunque investigaras sobre esa persona, jamás encontrarías la respuesta correcta. Y si crees que tienes la respuesta correcta, te estás engañando a ti mismo”.
En este personal viaje, el actor va desvelando, por medio de pausadas contemplaciones, las diferentes facetas de su padre. Encuentra en él al estimado profesor de universidad que un día fue, su carismático don de gentes y su implacable oratoria, incluso el lado romántico que solo compartía con Naomi. Pero también destapa la oscuridad que había quedado difusa por la pérdida de su memoria, exponiendo al hombre que hirió a todos sus seres queridos por culpa de su terquedad y egocentrismo. Takashi impacta, así, con todos los motivos por los que decidió desentenderse de su padre. Sin embargo, se siente presionado, en un intento de apaciguar la sangre que los une, a comprenderlo y perdonarlo. El conflicto es claro, como así lo remarca la película a lo largo de sus casi dos horas y media de duración, ¿es la enfermedad excusa suficiente para otorgar el perdón a alguien que no cumplió con su deber?
Basada en las propias vivencias del director con su padre, Great Absence, si bien presenta unos ingredientes prometedores, se queda a media cocción. Es un filme correcto, con el que se llega a empatizar con facilidad, pero que no termina de conseguir su fin último: emocionar. Algo que sí logran películas recientes de la misma temática como El padre, de Florian Zeller; La memoria infinita, de la chilena Maite Alberdi o Mientras seas tú, de la venezolana Claudia Pinto. Aunque parte del motivo podemos encontrarlo en la óptica asiática que enfoca dicho tópico, el extenso metraje y la incoherencia de su montaje —realizado por el mismo Chikaura, quien no consigue desvincularse emocionalmente de la historia que cuenta— no se quedan atrás.
A lo largo de las últimas décadas, se ha demostrado cómo el montaje cinematográfico permite retratar los estragos de la memoria como ningún otro medio. Es por ello que la pérdida de los recuerdos ha parecido encontrar su lugar en el cine como eje temático. Más aún en una sociedad cuya esperanza de vida incrementa cada año, pero que, tristemente, recuerda cada vez menos. En este sentido, Chikaura halla en el séptimo arte, y en la ficción, la manera de hacer frente a la pérdida de la persona que fue su padre. En Great Absence asistimos a la narración de un relato fragmentado, a modo de puzle, que pretende verse fundamentado en la manera en la que la mente irracional y quebrada del padre presencia la realidad. Sin embargo, su estructura termina por ser incongruente, puesto que el punto de vista del filme se ancla, durante casi todo su metraje, al hijo que descubre el cuestionable pasado de su padre. No existe, por tanto, una correspondencia coherente entre ambas partes, lo que da lugar a un conjunto desequilibrado. Y aunque termina con un poético broche final, es difícil no sentir que el director ha hecho de su película un laberinto del que no consigue salir airoso.
No obstante, la experiencia fílmica que nos presenta Chikaura es de una notable esplendidez visual. La cinta, rodada en 35mm con Yutaka Yamasaki como director de fotografía —conocido por su trabajo con Koreeda—, presenta una serie de imágenes cotidianas, realistas y nostálgicas, de las que casi se puede respirar el aire que encierran. Sus planos, contemplativos y estáticos, crean una atmósfera reflexiva y melancólica que suma a la poética de la película, lo cual, junto a las interpretaciones entregadas por Tatsuya Fuji y Mirai Moriyama —padre e hijo, respectivamente—, termina por darnos un buen filme que ahonda, sumándose a otros como Aftersun (Charlotte Wells, 2022) y El Sur (Víctor Erice 1983), en la figura paterna a través de los ojos de un hijo que poco conoce sobre él. ♦