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    Cine Alemán Siglo XXI

    Crítica | No hables con extraños

    || Críticas | ★★★★☆
    No hables con extraños
    James Watkins
    Manual del imperfecto anfitrión


    José Martín León
    Telde (Las Palmas) |

    ficha técnica:
    Estados Unidos, 2024. Título original: Speak No Evil. Dirección: James Watkins. Guion: James Watkins, Christian Tafdrup, Mads Tafdrup. Producción: Jason Blum. Productoras: Blumhouse Productions, Universal Pictures. Distribuidora: Universal Pictures. Fotografía: Tim Maurice-Jones. Música: Danny Bensi, Saunder Jurriaans. Montaje: Jon Harris. Reparto: James McAvoy, Mackenzie Davis, Scott McNairy, Aisling Franciosi, Alix West Lefler, Dan Hough, Kris Hitchen, Motaz Malhees.

    Poco ha tardado, en esta ocasión, la demoledora maquinaria de Hollywood, famosa por fagocitar éxitos de fuera de las fronteras americanas para adaptarlos, casi siempre, de forma mucho más convencional (y comercial), en poner sus ojos sobre Speak No Evil (2022), una de las experiencias más aterradoras del último cine europeo. El danés Christian Tafdrup había levantado muchas ampollas con aquella retorcida historia que mostraba el choque entre dos familias (una danesa, toda cortesía y buenos modales; otra holandesa, mucho más maleducada y desagradable) durante un fin de semana de convivencia que se prometía idílico. Una obra seca y cortante, muy en la línea de Michael Haneke y su Funny Games (1997), que culminaba con uno de esos finales capaces de revolver las tripas del espectador más curtido en experiencias extremas. Era de esperar que, en su traslación al cine americano, se perdiesen buena parte del carácter transgresor y, sobre todo, la alta dosis de violencia gráfica de la cinta original, pero lo cierto es que desde la productora de Jason Blum han sabido respetar, hasta cierto punto, la esencia de la misma. Al mando del remake se ha puesto al británico James Watkins, ya curtido en estas lides de llevar a sus personajes al límite del horror, como demostró en su excelente ópera prima, Eden Lake (2008). Allí convertía lo que debería ser una escapada romántica de fin de semana para una pareja (Kelly Reilly y Michael Fassbender) que acampaba en un lago, en una auténtica pesadilla, cuando entraban en escena unos jóvenes lugareños con los que convenía no meterse. Aquel survival, con ecos de la clásica Deliverance (John Boorman, 1972), filtraba una pesimista reflexión sobre la violencia que acecha en cualquier esquina, dentro de una sociedad cada vez más deshumanizada, y lo hacía sin ninguna concesión a la galería, lanzando un puñetazo en el estómago del espectador con un desenlace que, pese a acontecer fuera de campo, podría rivalizar en turbiedad con el de la original Speak No Evil.

    No hables con extraños parte exactamente de la misma premisa que su referente danés, solo que cambia las nacionalidades de sus personajes. De nuevo, unas vacaciones en Italia, son la excusa para que se crucen los caminos de dos familias muy diferentes: los Dalton, el matrimonio formado por Ben y Louise y su hipersensible hija de doce años, Agnes, estadounidenses y siempre esforzados en mantener unas buenas formas, y la formada por el inglés Paddy, su esposa Ciara y su hijo Ant, mucho más “espontáneos” a la hora de comportarse, sin el típico miedo al qué pensarán los demás. La buena experiencia de esta primera fugaz coincidencia en Europa posibilita que los Dalton sean invitados por sus nuevos amigos a pasar un fin de semana en su granja del sur de Inglaterra, algo que estos aceptan como forma de cambiar de aires y tratar de superar la brecha familiar abierta desde que la esposa tuviera un desliz con el padre de una compañera del colegio de su hija. En un principio, todo es hospitalidad por parte de los anfitriones, en todo momento preocupados de que sus invitados se sientan en su casa, pero, poco a poco, van asomando comportamientos incómodos por parte de Paddy, que chocan frontalmente con la forma de ser de Louise, hasta el punto de que los Dalton se planteen la posibilidad de salir huyendo de la casa sin despedirse de sus hospedadores. Lo que no saben es que se han metido en la boca del lobo y no les será fácil escapar con vida del lugar. El filme de Watkins sabe construir con inteligencia y acertada austeridad una progresiva atmósfera, primero de incomodidad y, finalmente, de peligro, valiéndose únicamente de situaciones cotidianas, conversaciones en la mesa que confrontan opiniones o posturas opuestas sobre temas polémicos (veganismo, la manera de educar a los hijos, una mayor o menor manera de vivir la sexualidad sin tabúes) y progresivas salidas de tono de Paddy, que comienza a manifestar un carácter violento, especialmente, cuando se dirige a Ant, ese hijo al que le cuesta comunicarse por padecer un problema en la lengua y que parece estar asustado todo el tiempo.

    Durante la mayor parte de su metraje, No hables con extraños consigue ser un magnífico ejercicio de suspense psicológico, a la vez que plantea sobre la mesa un buen puñado de sugestivos temas, tales como la falta de honestidad, tanto dentro de las parejas como en las relaciones con los demás, tratando de mantener una cara falsa para evitar cualquier tipo de conflicto, o cómo salir de la zona de confort, cuando invaden tu espacio y tu manera de pensar, puede llegar a desestabilizarte hasta el punto de sacar la peor versión de ti mismo. El guion sabe enfrentar muy bien las personalidades opuestas de Paddy, que representa el caos de lo políticamente incorrecto, con los valores (un tanto aparentes y frágiles, eso sí) de una Louise que siempre trata de hacer lo correcto, encontrándose, en más de una ocasión, sin el necesario apoyo de un marido bastante más débil de carácter –rol que recuerda al Dustin Hoffman de la también salvaje Perros de paja (Sam Peckinpah, 1971)- y, además, herido en su orgullo masculino después de una traición que le cuesta dejar atrás. James McAvoy se adueña de la función con una de esas interpretaciones tan pasadas de rosca como enormemente carismáticas, capaces de sostener por sí solas toda una película, a la altura de su tour de force para Shyamalan dando vida a la Bestia de Múltiple (2016). Pero sería injusto no reconocer que los buenos resultados de su magnética actuación tienen mucho que agradecer también a las perfectas réplicas que le ofrecen Mackenzie Davis y Scott McNairy como los Dalton y al fantástico apoyo de una sorprendente Aisling Franciosi como su sumisa esposa. También los pequeños Alix West Lefler y Dan Hough están perfectos, completando un sexteto interpretativo de primer orden. Es una pena que Watkins sucumba, en el último tramo de su película, a todos los lugares comunes de este tipo de productos protagonizados por sociópatas que acorralan a sus presas en lugares inhóspitos, transformando todo el tira y afloja psicológico desarrollado hasta el momento en el típico juego del gato y el ratón, con los protagonistas tratando de escapar de la granja, acosados por sus locos anfitriones. También el final se antoja mucho menos impactante y valiente que el de la original Speak No Evil, algo obvio si tenemos en cuenta que el remake parte con unas ambiciones mucho más comerciales. En cambio, por lo demás, Watkins y Jason Blum han hecho las cosas bien y esta nueva interpretación de la historia de los Tafdrup resulta una propuesta de lo más disfrutable. Una película intensa y siempre entretenidísima, capaz de incomodar al espectador y hacerle reflexionar sobre cómo actuaría en la piel de unos personajes con los que no cuesta nada identificarse, porque, a fin de cuenta, son tan imperfectos y están tan llenos de contradicciones como nosotros mismos. ♦


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