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    Cine Alemán Siglo XXI

    Crítica | Emmanuelle

    || Críticas | Cobertura SSIFF 2024 | ★★★☆☆ |
    Emmanuelle
    Audrey Diwan
    Desear lo inalcanzable


    Belit Lago
    Barcelona |

    ficha técnica:
    Francia, 2024. Título original: Emmanuelle. Dirección: Audrey Diwan. Guion: Audrey Diwan, Rebecca Zlotowski, basado en la novela de Emmanuelle Arsan. Compañías: Chantelouve, Rectangle Productions, Goodfellas Media, Pathé, Logical Content Ventures. Música: Evgueni Galperine, Sacha Galperine. Fotografía: Laurent Tangy. Reparto: Noémie Merlant, Naomi Watts, Will Sharpe, Chacha Huang. Duración: 117 minutos.

    Emmanuelle fue el seudónimo bajo el que la escritora de origen asiático Marayat Bibidh publicó su novela cumbre, más tarde atribuida a su marido, el diplomático francés Louis-Jacques Rollet-Andriane. Un relato erótico que narra, sin escatimar en detalles, el despertar sexual de una joven al llegar a la capital tailandesa. En 1974, el fotógrafo de moda Just Jaeckin estrenaba su adaptación cinematográfica más reconocida, aunque unos años antes, el italiano Cesare Canevari ya había llevado a la gran pantalla esta especie de coming of age para adultos. Las imágenes de una veinteañera Sylvia Kristel enseñando sus encantos a sol y sombra quedaron grabadas a fuego en la pupila de varias generaciones. Después de su innegable éxito (se mantuvo, según dicen, durante once años en la cartelera francesa), muchos se apuntaron al carro de las secuelas. Hasta mediados de los 2000 se han producido más de cuarenta películas alrededor de este personaje, aunque la saga original contempla únicamente las cuatro primeras protagonizadas por la actriz neerlandesa. Incluso el cineasta español Jesús Franco dirigió un par de versiones, el thriller Tendre et perverse Emmanuelle (El último escalofrío, 1973) y Las orgías inconfesables de Emmanuelle (1982).

    Después de varios años sin nuevas aventuras del símbolo sexual galo más famoso de la literatura del siglo XX, llega la actualización de Audrey Diwan (El acontecimiento, 2021), encargada de inaugurar la última edición del Festival de San Sebastián el pasado 20 de septiembre. Una poderosa Noémie Merlant encarna a una Emmanuelle modernizada y adulta. La protagonista de Jaeckin apenas tenía veinte años, mientras que en este remake, el personaje ha crecido en edad y también en privilegios. Ya no tenemos a una joven recién casada que aterriza en Bangkok sin mucha idea sobre la vida, dejándose llevar por mujeres y hombres que la ilustran en el terreno de lo sexual; ahora, ella es representada como la mujer experimentada que tiene claro lo que busca —el placer— y cómo encontrarlo. La estrella de Retrato de una mujer en llamas (2019), con su peculiar belleza ligada a la potencialidad de su mirada, construye con acierto una reinterpretación que se aleja por completo de la original. A partir de su propio deseo buscará despertar el ajeno, en un juego interminable de vaivenes subidos de tono. Todo fluye con eficacia hasta que Kei (Will Sharpe), un misterioso empresario registrado en el hotel donde ella trabaja, se convertirá en aquel objetivo inalcanzable que tantas veces acaba trastocando la ambición del individuo; una especie de fantasma pululante que alimentará sobremanera la obsesión de Emmanuelle, ávida de empresas trepidantes. Así, después de pasar más de media ficción encerrada en el pomposo y artificial submundo de los hoteles de lujo, en un intento de mostrar, tal vez, cierta comodidad, la protagonista por fin abandona el encierro y sale en busca del peligro, pero también del divertimento. La zona de confort representada por la opulencia y las correspondencias amorosas (a destacar el encuentro lésbico con Chacha Huang, Zelda en la ficción), se contrapone a la noche de las calles hongkonesas, un espacio hostil y desconocido donde la joven tendrá que ingeniárselas para llegar a su destino.

    La tensión entre los protagonistas se alimenta de forma bidireccional, aunque estas nazcan de distintas naturalezas. A cada instante el público espera que algo ocurra entre ellos, pero la energía contenida va creciendo y la explosión se posterga ad aeternum. En un momento dado, la expectación muta en desesperación, y la distancia entre lo que ocurre en pantalla y el espectador se ensancha. Si bien el título del filme generaba cierta curiosidad por lo conocido, augurando la aproximación a una historia que forma parte del imaginario colectivo, lo único que conecta la obra de Diwan con la primigenia es la escena del avión, que aquí se muestra como un frío y vacío prólogo, una especie de fantasía más imaginada que real. El resto de elementos, tanto el difuso argumento como unos personajes herméticos y superficiales, distan mucho de la tan aplaudida como repudiada obra de Jaeckin. De hecho, si la película hubiera tomado un nombre que la desvinculara por completo de la obra en la que aparentemente se basa, no cabe duda que hubiera contado con mejor recibimiento, esquivando el tedioso peso de las inevitables comparaciones. ♦


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