|| Críticas | Cobertura SSIFF 2024 | ★★★☆☆
El último suspiro
Costa-Gavras
Meditaciones
Rubén Téllez Brotons
ficha técnica:
Francia, 2024. Título original: Le dernier souffle. Duración: 100 min. Dirección: Costa-Gavras. Guion: Costa-Gavras. Música: Armand Amar. Fotografia: Nathalie Durand. Compañías: KG Productions. Distribuidora: Bac Films. Reparto: Denis Polaydes, Kad Merad, Maryline Canto, Ángela Molina, Francoise Lebrun.
Francia, 2024. Título original: Le dernier souffle. Duración: 100 min. Dirección: Costa-Gavras. Guion: Costa-Gavras. Música: Armand Amar. Fotografia: Nathalie Durand. Compañías: KG Productions. Distribuidora: Bac Films. Reparto: Denis Polaydes, Kad Merad, Maryline Canto, Ángela Molina, Francoise Lebrun.
Costa-Gavras es plenamente consciente de esto y, por ello, compone una puesta en escena que es un verdadero trabajo de orfebrería: la transparencia con la que retrata el devenir de sus protagonistas no está, ni mucho menos, exenta de profundidad, pero el realizador, sencillamente, prefiere mantener la reflexión sobre la representación de la enfermedad y la inminencia de la muerte en un segundo plano en favor de la meditación, expuesta con mayor explicitud, pero no por ello menor hondura, en clave filosófica sobre las formas de afrontar los instantes finales. La premisa de El último suspiro es sencilla; durante un examen rutinario, los médicos detectan unas células cancerígenas inactivas en los pulmones de un filósofo sexagenario que, precisamente, encontró el éxito con un libro sobre la enfermedad, la vejez y la muerte. De momento, le dicen los profesionales, no se le puede intervenir, y puede darse el caso de que, cuando las células se activen, la expansión del cáncer pueda alcanzar tal grado de velocidad que lo convierta en fulminante. El filósofo, preocupado, entabla una relación con un médico especializado en cuidados paliativos que ejerce de guía en su exploración del dolor, la ansiedad y el miedo a lo inevitable.
El director expone abiertamente el carácter meditativo de la cinta, se lo ofrece al espectador para que se haga partícipe de su densa dialéctica y se abra a reflexionar junto a los personajes. No hay, por tanto, más tensión en la película que la verbal, y no hay más estructura que la que conforman la concatenación de largas secuencias enteramente dialogadas en las que cada personaje expone, cuestiona y argumenta sus ideas y emociones con respecto al tema central. Costa-Gavras es consciente de la dureza emocional del material con el que trabaja y, por ello, salpica unas píldoras de humor, cálido y acogedor, a lo largo del metraje, relajando la solemnidad del tono e impidiendo que la afectación pueda arraigar en el relato. Se produce, sin embargo, a mitad de película un estancamiento provocado por la mecanización de las secuencias, y, en consecuencia, el tono compacto y reflexivo se diluye durante algunos minutos. Costa-Gavras encorseta su indagación dentro de unos patrones reflexivos que, por momentos, automatizan el flujo de imágenes y palabras. Pese a esto, El último suspiro ofrece un acercamiento duro —que no inclemente— a la muerte, y sugiere, a través de sus largos pulsos verbales, una serie de preguntas verdaderamente interesantes.
En determinado momento, el protagonista le pregunta a un médico qué significa para él tener una muerte digna, a lo que este responde que una que “esté exenta de dolor y sufrimiento, en la que el paciente esté acompañado en todo momento y en la que se cumplan sus últimas voluntades”. El director no deja de lado el cine político con el que alcanzó el éxito décadas atrás y le añade una última capa de lectura a su película: la eutanasia no es en ninguna secuencia de la cinta un tema sobre el que debatir a favor o en contra, porque, sencillamente, es un derecho humano, y los derechos humanos no se debaten. Así, la construcción filosófica de la obra parte siempre desde la aceptación de la muerte asistida como un derecho innegable, y, desde ahí, desde la afirmación de que una persona debe poder elegir morir cuando seguir vivo sólo implicaría alargar de forma innecesaria el dolor y sufrimiento que le afligen, comienza a pensar en las diferentes emociones e ideas que surgen alrededor de la enfermedad y la muerte. ♦