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    Cine Alemán Siglo XXI

    Crítica | El eco

    || Críticas | ★★★★☆
    El eco
    Tatiana Huezo
    La dignidad de los nadie


    Miguel Martín Maestro
    Valladolid |

    ficha técnica:
    México, Alemania. 2023. Título original: El eco. Directora y guion: Tatiana Huezo. Montaje: Lucrecia Gutiérrez, Tatiana Huezo. Fotografía: Ernesto Pardo. Música: Leonardo Heiblum, Jacobo Lieberman. Sonido: Lena Esquenazi, Martin de Torcy. Compañías productoras: Radiola Films, Match Factory. Duración: 102 minutos.

    "¿Llegó usted casada o joven?". Con independencia del uso del lenguaje, de su diferente significado a uno y otro lado del Atlántico, que el español de México no es el mismo que el de Perú, o el de Argentina o el de España, lo cierto es que una frase como esta resume a la perfección hasta qué punto un sistema de dominación sobre la mujer penetra en diálogos de aparente inocencia o que se interpretan por el oyente de una manera indubitada pero señalando, en todo caso, la condición subordinada, de la mujer al hombre. Una mujer casada deja de ser joven, y con ello deja de ser libre, deja de ser ella misma y pasa a depender de un sistema donde las 24 horas del día no le pertenecen, sino que han de ser destinadas a cuidar de la casa, de los hijos, además de trabajar en el campo, encargarse del marido ausente y, como mucho descansar algunas horas. Obvio decir que no cabe la formación en este sistema, ni el progreso personal, ni la emancipación, ni abandonar el hogar para buscarse un trabajo con salario propio en vez del embrutecimiento individual y económico del trabajo agrícola. La última película de Tatiana Huezo es una película femenina con figura masculina ausente pero que todo lo condiciona.

    En ese contexto no extraña que cuando el marido de turno aparezca procedente de la ciudad a pasar unos días en casa o vaya y venga a diario sólo para cenar y dormir, cuando su hijo pequeño haga el amago de ayudar a su madre y hermanas a recoger la mesa reciba como premio un "los hombres no levantamos el plato, son las mujeres". ¿Argumentos? No hacen falta, siempre ha sido así y no hay voluntad de cambiarlo sino de que las nuevas generaciones se sigan comportando bajo estrictos códigos de machismo y micromachismo cotidiano. Huezo coloca la cámara en la comunidad indígena de "El eco" con tanto respeto hacia sus habitantes como siega el tremendismo. La filmación de unos rostros es tan digna entre desfavorecidos como entre gente sin problemas materiales, lo fundamental es el enfoque y la demostración de que se puede ser pobre pero no miserable, se puede tener necesidad pero no dejar de ser solidario, se puede carecer de lo material pero aspirar y hacer todo lo posible para salir de ese bache sin perder humanidad y, sobre todo, procurar lo posible y lo imposible para que los hijos no repitan esa experiencia.

    Relacionando la película de Huezo con sus anteriores creaciones en esta ocasión evita el uso y el ejercicio de la violencia. Siendo México un país de contrastada violencia institucionalizada contra la mujer, la directora en esta ocasión, sin perder la referencia, prefiere centrarse en otros motivos de discriminación femenina anclados en la cultura patriarcal. Una comunidad en manos de mujeres como la del filme muestra que las jóvenes generaciones son capaces de relacionarse en un plano de igualdad, pero al dar el salto a la vida en pareja y aparecer la maternidad el modelo regresa y se perpetúa. "¿Y si cambiamos los papeles, yo voy a la ciudad a trabajar y así valoras mi trabajo?", es una frase, como tantas otras de los diálogos entre parejas o entre generaciones que se desarrollan ante nosotros que ejemplifican la dificultad de superar esa brecha de género pese a que la vida diaria está organizada y controlada por las mujeres. La película, filmando a tres familias diferentes y a tres generaciones de cada una, muestra cómo el saber cotidiano se transmite de manera natural de madres a hijas, cómo el cuidado de los mayores recae sobre ellas mientras ellos apenas si se ocupan del día a día salvo labores de supuesta vigilancia nocturna.

    Porque la violencia no se muestra y apenas se menciona, pero existe y atemoriza a las mujeres: "si te enrolas en el ejército te vuelves sicaria", "si te vas a la ciudad te perderás", "cuidado con los desconocidos"... Hay una doble opresión sobre la mujer, la del hogar y la social, la económica y la que considera a las mujeres como objetos. Amparadas por el pequeño espacio de la comunidad sienten la seguridad de no enfrentarse a violencias exteriores asumiendo ese control, muchas veces autoimpuesto, de la figura masculina aunque no esté presente. Así el estudio, que se considera fundamental, puede ceder si el sueldo no da para comprar unos libros o pagar una matrícula; o si una joven quiere competir en carreras de caballos su propia madre se lo impide con un no de resonancias discriminatorias carente de argumentos. Esa vida tranquila, apegada a los ciclos de la vida y a las necesidades de la naturaleza, esconde realidades negativas mucho más violentas que una bofetada. Para ello Huezo no recurre al feísmo ni a lo que el grupo de Cali denominó "pornomiseria"; al revés, es capaz de filmar la belleza de un paraje con la delicadeza con la que se asoma al rostro de niñas y adolescentes o respeta el cuerpo de una mujer joven pero en el que la marca del trabajo y la maternidad encadenada y prematura ya hace estragos. En un entorno envidiable emergen una verdad irrefutable: el futuro de esos jóvenes va a ser bastante similar al de sus progenitores. ♦


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