El boxeo en el cine siempre ha sido abordado desde una perspectiva muy emocional. El cuadrilátero no solo registra un duelo o una pelea cuerpo a cuerpo, sino una batalla psicológica en la que los registros estéticos confieren a la escena un desgaste anímico o espiritual. Nadie puede vencerme (1949), Marcado por el odio (1956), Rocky (1976), o Toro salvaje (1980), pueden tomarse como ejemplos de estudios sociales, demográficos o psíquicos cuyo marco boxístico no es más que un espacio en el que cerrarse.
Encubierto (José Luis Martínez, 2023) es el primer cortometraje proyectado en la segunda sesión del festival. Exactamente igual que toda esa ristra de grandes títulos con el boxeo de protagonista, la cinta que nos ocupa utiliza el cuadrilátero como un arma de regresión para aflorar conflictos y heridas del pasado. El reencuentro de dos amigos de la infancia (Jesús Olmedo, Carlos Librado “Nene”) es el punto de partida de un relato acerca de abusos infantiles y traumas por superar. La película acierta en el tono gris, seco y duro del cine independiente norteamericano. El plano final en la barra del bar evoca sin remedio a la seminal Fat City (1972), sin duda una de las mejores películas de perdedores y boxeo de la historia. Una cita cinéfila que muestra el oficio de su autor en este acercamiento brutal a la conciencia humana.
La ley del más fuerte (Raúl Monge Sancho, 2023), es uno de los cortometrajes más frenéticos del certamen. El realizador realiza una aproximación interesante al bullying desde la comedia y el gag visual y sonoro. Las canciones sirven de apoyo a un montaje acelerado que evoca el estilo dinámico de cineastas como Guy Ritchie o Tarantino. Temas de Los Pekenikes, Lone Star o Formula V funcionan de contrapunto, junto al diseño colorista, añejo, en sintonía con las películas de esa época y ecos también del cine quinqui. Los afinados diálogos, y la representación de una violencia cómic, son el punto álgido de un filme divertido y enormemente vistoso.
José Luis Martínez
Hay maneras francamente inteligentes de integrar problemas morales o sociales dentro del marco del cine de terror. Los cómplices (Alberto Evangelio, 2023) construye desde el arraigo de su cálida puesta en escena, un relato sutil donde el director sugiere antes que muestra. Aquí los aspectos digamos, de horror, parecen resueltos como parte de un dispositivo dramático de connotaciones melancólicas en la que lo vampírico es metáfora de supervivencia. El gran trabajo de sus intérpretes y la magistral banda sonora de Carlos Martín (Sordo), elevan Los cómplices al de un terror adulto, crítico y de inquietudes mayores. La cuidada ambientación y elegante atmósfera ejercen de espacio fantasmático para mantener la tensión y el pulso durante todo su minutaje. Un obra muy a tener en cuenta.
2720 (Basil da Cunha, 2023) es el cortometraje portugués de la segunda sesión. El director retrata con sumo acierto las condiciones en las que se vive en un peculiar barrio de Lisboa. La cámara sirve de testigo en largos planos secuencias de la precariedad y marginalidad de la zona usando la estructura continua sin cortes, para dar sensación constante de movimiento e inseguridad. Un trabajo técnicamente perfecto de interés paisajístico que colinda con el documental y saca partido, tanto de la espontaneidad de sus actores, como del mecanismo fílmico. 2720 es un alegato con voluntad western, véase el lugar, y que proyecta sobre Camila, la niña de 7 años, la complicidad con el espectador, que asiste desde el otro lado de la pantalla al terrible destino de los protagonistas.
Basil da Cunha
El broche de oro de la segunda sesión vuelve a ser una comedia. El trono (Lucía Jiménez, 2024) se vale de un único escenario, unos lavabos públicos, para levantar una divertida sátira acerca de las triquiñuelas y malas artes de la política. Los baños funcionan a modo de camarote de los Hermanos Marx del que salen y entran personajes mientras el protagonista, atrapado en uno de los aseos, participa como activo indirecto. Jiménez adopta un tono aséptico, apropiado en el contexto, más cerca de la televisión que del cine, la serie Vota Juan, por ejemplo, pero también rima con esa nueva comedia española a caballo entre la sátira o pandereta y la crítica social, véanse la reciente Políticamente incorrectos (2024), o la olvidada Atilano, Presidente (1998). ♦
Lucía Jiménez