|| Críticas | ★★★★☆
Un lugar tranquilo: Día 1
Michael Sarnoski
Cuando el mundo enmudeció
José Martín León
ficha técnica:
Estados Unidos, 2024. Título original: A Quiet Place: Day One. Dirección: Michael Sarnoski. Guion: Michael Sarnoski. Historia: John Krasinski, Michael Sarnoski. Personajes: Scott Beck, Bryan Woods. Producción: Michael Bay, Andrew Form, John Krasinski, Brad Fuller. Productoras: Paramount Pictures, Platinum Dunes, Sunday Night. Distribuidora: Paramount Pictures. Fotografía: Patrick Scola. Música: Alexis Grapsas. Montaje: Andrew Mondshein, Gregory Plotkin. Reparto: Lupita Nyong'o, Joseph Quinn, Alex Wolff, Djimon Hounsou.
Estados Unidos, 2024. Título original: A Quiet Place: Day One. Dirección: Michael Sarnoski. Guion: Michael Sarnoski. Historia: John Krasinski, Michael Sarnoski. Personajes: Scott Beck, Bryan Woods. Producción: Michael Bay, Andrew Form, John Krasinski, Brad Fuller. Productoras: Paramount Pictures, Platinum Dunes, Sunday Night. Distribuidora: Paramount Pictures. Fotografía: Patrick Scola. Música: Alexis Grapsas. Montaje: Andrew Mondshein, Gregory Plotkin. Reparto: Lupita Nyong'o, Joseph Quinn, Alex Wolff, Djimon Hounsou.
Esta propuesta es considerablemente más grande y espectacular que las dos primeras películas, ya que si aquellas se desarrollaban casi íntegramente en bosques y lugares abiertos, el día 1 nos lleva al corazón de una de las ciudades más bulliciosas del mundo, Nueva York, ofreciendo todo un festival de destrucción de edificios emblemáticos en la línea de Monstruoso (Matt Reeves, 2008). El presupuesto, estimado en 67 millones de dólares (casi cuatro veces lo que costó la primera entrega), queda generosamente reflejado en pantalla, a través de unos efectos especiales hiperrealistas, algunas escenas de acción perfectamente planificadas, un diseño de los monstruos excelente (aparecen más, haciendo, incluso, un guiño a uno de los momentos más icónicos de la saga Alien) y una puesta en escena impecable, presentando un Manhattan totalmente destrozado por el ataque de las criaturas. No cabe duda que, en este apartado, el de la acción, Un lugar tranquilo: Día 1 funciona mucho mejor que sus predecesoras, pero la sorpresa que nos trae Michael Sarnoski es que, además, su filme no solo conserva el corazón que hizo de las entregas de Krasinski algo tan especial, sino que se revela como el capítulo más emocionante de los tres. La clave reside en el cariño con el que el guion dibuja a sus nuevos personajes y en lo bien que están los actores que los interpretan. Que Lupita Nyong'o es una de las mejores intérpretes de su generación es una realidad. Su merecido Oscar por 12 años de esclavitud (Steve McQueen, 2013) o su tour de force en Nosotros (Jordan Peele, 2019) son buena muestra de su talento y aquí vuelve a enamorarnos en la piel de Sam, una joven poetisa, enferma de cáncer y tan enfadada con el mundo que no encuentra motivos para seguir adelante. Contradictoriamente, esas ganas de vivir que creía perdidas las sacará cuando comienza la invasión y trata de escapar con la compañía de su inseparable gato –posiblemente, una de las mejores “actuaciones” animales que se han visto en mucho tiempo, y personaje muchísimo más decisivo en la trama de lo que cabría esperar– y de Eric, un desconocido, totalmente en shock por la situación, que se une a la protagonista en su lucha por la supervivencia.
Y es aquí donde surge la magia de Un lugar tranquilo: Día 1 para que trascienda del típico espectáculo de ciencia ficción, regalándonos un maravilloso relato de amistad, empatía y superación que será lo que, a la hora de la verdad, deje una huella muy especial en el espectador. Lupita está fabulosa, pero lo que hace Joseph Quinn en su papel de Eric es también para quitarse el sombrero. El actor británico no solo logra transmitir ternura y humanidad a raudales en su desamparado rol, sino que, a través de su elegante expresión corporal, en aquellos momentos en los que debe permanecer en silencio, casi consigue remitirnos al Charles Chaplin del cine mudo. Las escenas que Lupita y él comparte, entre furtivos susurros, son un prodigio de sensibilidad e intimismo que en ningún momento frenan la acción de la historia, sino que ayudan a enriquecerla. Por otra parte, hay momentos de esos que quedan grabados en la retina, capaces de extraer gran belleza del horror intrínseco al apocalipsis que se describe, tales como ese teatro de marionetas en el que un nutrido de personas –ahí está Djimon Hounsou, en el personaje que interpretara en Un lugar tranquilo 2, como punto de conexión con las otras películas– permanece en absoluto silencio, escondidas de los monstruos que están invadiendo la ciudad fuera, o aquel éxodo de supervivientes caminando a través de las desoladas calles. “Siempre he confiado en la bondad de los desconocidos” decía la Blanche de Tennessee Williams en Un tranvía llamado deseo, y eso es algo que se aplican Sam y Eric, dos completos extraños, unidos, mágicamente, por un adorable gato y condenados a protegerse y cuidarse mutuamente, mientras luchan por conservar todo aquello que nos convierte en humanos, aun cuando el mundo se esté desmoronando a su alrededor. Se le puede achacar a la cinta el haber perdido, en el camino, el factor sorpresa –algo inevitable cuando vamos por la tercera entrega de la franquicia–, o de no desmarcarse demasiado de los tópicos y lugares comunes de este tipo de propuestas apocalípticas. También que no dé demasiado miedo, pero todas estas supuestas “debilidades” quedan sobradamente compensadas con su fuerte calado emocional, un trabajo de dirección de Sarnoski superior al de Krasinski (palpable, sobre todo, en su dominio de la técnica) y un final absolutamente redondo. El balance general la convierte en una obra superior a Un lugar tranquilo 2 (aquella, aunque notable, sí era más de lo mismo) y capaz de rivalizar con la primera parte por el título del mejor capítulo de una saga que aún no ha quemado todos sus cartuchos. ♦