|| Críticas | Las Palmas 2024 | ★★★★☆
Matt & Mara
Kazik Radwanski
La trascendencia de lo banal
Rubén Téllez Brotons
ficha técnica:
Canadá, 2024. Título original: Matt and Mara. Duración: 80 min. Dirección: Kazik Radwanski. Guion: Kazik Radwanski. Fotografía: Nikolay Michaylov. Compañías: MDFF. Reparto: Deragh Campbell, Matt Johnson, Mounir Al Shami, Emma Healey.
Canadá, 2024. Título original: Matt and Mara. Duración: 80 min. Dirección: Kazik Radwanski. Guion: Kazik Radwanski. Fotografía: Nikolay Michaylov. Compañías: MDFF. Reparto: Deragh Campbell, Matt Johnson, Mounir Al Shami, Emma Healey.
Mara (Deragh Campbell) es una escritora y profesora de literatura creativa que lleva una vida corriente: muestra una erudición y una gran capacidad crítica a la hora de ayudar a sus alumnos con sus primeros proyectos de novela y poesía; mantiene una relación sana y sincera con su marido; disfruta viendo crecer a su hija; pasa tiempo con sus amigos; y goza de una situación económica holgada. Un día, recibe en su trabajo la visita de Matt (Matt Johnson), un antiguo compañero del instituto –y escritor como ella— con el que mantuvo, años atrás, un vínculo muy profundo que se fue resquebrajando poco a poco después de que este se marchase a trabajar a Nueva York. Tras su primer encuentro, ambos empezarán a quedar habitualmente y comprobarán cómo, a pesar del tiempo transcurrido, la complicidad y sinceridad que coronaban su relación, lejos de desaparecer, se han mantenido intactas.
A partir de esta sencilla premisa, el reencuentro entre dos personas que no se veían desde hace años, Radwanski construye un relato conformado exclusivamente por los momentos de transición de una existencia cotidiana; esos que, por banales, por aparentemente insustanciales, suelen quedarse fuera del resto de películas. Aquí, la elipsis se utiliza precisamente para castigar al fuera de campo los pulsos dramáticos que, por lo general, más importancia suelen tener: no hay rastro, por tanto, de discusiones a gritos, de tensiones afiladas y cortantes como cristales rotos, de conversaciones o silencios en los que los protagonistas dejan fluir la desesperación que les provoca un dolor incontrolable o cualquier otro problema. Lo que hay son unas escenas que, limpias de cualquier complemento innecesario, caminan con cuidado sobre la piel monocorde de la rutina. La acción de la película se desarrolla en cafeterías a punto de cerrar, descansos entre clase y clase, ratos muertos en el salón de casa, paseos de camino a una sastrería o el preámbulo.
El director nunca deja claro qué relación mantuvieron exactamente los protagonistas en el pasado, si hubo algo más allá de la amistad, y tampoco pierde el tiempo en contextualizar al público explicándole qué ha sucedido antes de que la cinta comenzase ni insinuando qué va a ocurrir una vez que haya terminado. La historia se abre y se cierra en la primera página de un libro cuyo contenido nunca se llega a explicitar, pese a que tiene un peso relevante en la construcción emocional e intelectual de los personajes. Radwanski convierte las imágenes en piezas de un puzle incompleto que el espectador tiene que rellenar interpretando las palabras y gestos de unos protagonistas que, bajo la seguridad de unos rostros que en realidad son máscaras de las que sólo se libran cuando fingen interpretar otro papel, ocultan un dolor astillado cuyo cuerpo es prácticamente imperceptible. Y en el centro de esos edificios vitales a medio derruir, la certeza del amor en cualquiera de sus formas es presentada como el núcleo duro y emocionante de una propuesta intimista y humana hasta la médula, que repele los giros efectistas de guion, los momentos dramáticos convertidos ya en cliché y los arcos de personajes para acertar a retratar el ruido silencioso y efímero de la vida. ♦