|| Críticas | ★★★☆☆
El especialista
David Leitch
Cómo molamos, ¿no?
Raúl Álvarez
ficha técnica:
EE.UU. 2024. Título original: The Fall Guy. Director: David Leitch. Guion: Drew Pearce. Productores: Paul Barry, Guymon Casady, Peter Cramer, Ryan Gosling, Glen A. Larson, David Leitch, Kelly McCormick, Cecil O’Connor, Drew Pearce, Matt Relly, Geoff Shaevitz. Productoras: 87North, Entertainment 360, Universal Pictures. Fotografía: Jonathan Sela. Música: Dominic Lewis. Montaje: Elísabet Ronaldsdóttir. Reparto: Ryan Gosling, Emily Blunt, Hannah Waddingham, Aaron Taylor-Johnson, Teresa Palmer, Stephanie Hsu, Winston Duke, Zara Michales, Ben Knight, Madeleine Jones.
EE.UU. 2024. Título original: The Fall Guy. Director: David Leitch. Guion: Drew Pearce. Productores: Paul Barry, Guymon Casady, Peter Cramer, Ryan Gosling, Glen A. Larson, David Leitch, Kelly McCormick, Cecil O’Connor, Drew Pearce, Matt Relly, Geoff Shaevitz. Productoras: 87North, Entertainment 360, Universal Pictures. Fotografía: Jonathan Sela. Música: Dominic Lewis. Montaje: Elísabet Ronaldsdóttir. Reparto: Ryan Gosling, Emily Blunt, Hannah Waddingham, Aaron Taylor-Johnson, Teresa Palmer, Stephanie Hsu, Winston Duke, Zara Michales, Ben Knight, Madeleine Jones.
Más allá de ellos –ese beicon crujiente que necesitan todas las películas para vender su mensaje, según cuenta el personaje de Gail (Hannah Waddingham) en la escena más sincera de este film, porque revela el poso meta de su guion– se extiende un erial de situaciones y personajes secundarios sin interés, mal ensamblados en el argumento principal y que no propician una progresión dramática convincente, al contrario, avanzan de manera torpe entre explosiones, disparos y acrobacias circenses; es decir, en medio de la marea que El especialista se propone combatir con su supuesta joie de vivre. A la hora de jaleo y tralla, queda meridianamente claro que el tono paródico de la historia, el humor de sitcom, los guiños a la tele norteamericana de los ochenta y la caracterización «cartoonesca» de sus protagonistas es, en efecto, un beicon rico y sabroso. Sin embargo, el resto del bocadillo está gomoso y se atraganta. Muy poco o nada pasa entre la primera y la última escena, y esa es la mejor evidencia de que la idea de Leitch es tramposa como ella sola.
La historia de amor (de película) de Colt Seavers (Ryan Gosling) y Jody Moreno (Emily Blunt) –él, un especialista de acción, ella, una directora primeriza; los dos liados en el típico enredo del falso culpable– pedía a gritos un espíritu genuinamente lúdico y vacilón, como el de las primeras producciones de Don Simpson y Jerry Bruckheimer. Un Michael Bay, un Simon West e incluso un Antoine Fuqua habrían entendido mejor un material que nunca trasciende la pose molona de sus implicados y el afán enfermizo de Leitch por epatar en cada plano. Aquellos viejos roqueros nunca se tomaron demasiado en serio, y así salían sus dulces golosinas: un pepino de acción tras otro que, a lo tonto, reinventaban las reglas del género de acción y se inventaban una nueva manera de rodar la velocidad y el vértigo. Leitch, como le pasa a veces a Rian Johnson, a Matthew Vaughn y a Chad Stahelski, termina creyéndose sus propias bromas, y las consecuencias se traducen en películas más tontorronas de lo que él cree. Porque al beicon le hace falta una loncha de queso (una idea original, no un refrito de otras), y eso es lo que aún no ha sabido encontrar.
Un modelo para planificar estos ejercicios tan autoconscientes de sus referentes son los tebeos de J. Scott Campbell, un talento colosal por desgracia cada menos prolífico. Viendo El especialista no podía dejar de acordarme del primer Danger Girl (1998), esta sí, una parodia de las películas de acción, a costa del imaginario de James Bond, que funciona sin desmayo por tres motivos. Uno: diálogos, personajes y estilo gráfico están en la misma onda juguetona. Dos: la historia es una anécdota. Y tres: la comprensión de que la parodia es el mejor de los homenajes posibles. Quien dice Campbell, dice Joe Madureira o Humberto Ramos, sus compañeros de aventuras en los añorados Wildstorm y Cliffhanger, gente realmente dotada para conjugar registros pero nunca, nunca, nunca situándose por encima de sus mayores. A Leitch lo que le pierde es precisamente eso, una obsesión insana por ser, aparentar y creerse el tipo más guay del universo.
Los títulos de crédito finales –tráiler fake incluido de la película de Jody Moreno, con un cameo espantoso de Jason Momoa– vienen a ser como uno de esos rotuladores gigantes de Stabilo que uno usa cuando no quiere aceptar la presbicia. Por si no había quedado claro, Leitch se encarga de decirnos unas cuentas veces más lo bien que se lo han pasado todos durante el rodaje, insertando imágenes «detrás de las cámaras» pródigas en abrazos, saludos entre colegas, risas, felicitaciones, más risas y más felicitaciones. La puntilla final es la breve escena que muestra el presunto estreno de la película de Jody en la Comic-Con, evidencia máxima del ego de Leitch y sus intenciones crematísticas. El mensaje es irritante: mi película lo tiene todo para ser un éxito, así que sígueme el rollo. El único que merece ese esfuerzo es Aaron Taylor-Johnson, cuyo personaje –sospechosamente reducido– demuestra que ahí había otra película. ♦