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    Cine Alemán Siglo XXI

    Crítica | Ama Gloria

    || Críticas | ★★★★☆
    Ama Gloria
    Marie Amachoukeli-Barsacq
    Los irrompibles vínculos del corazón


    José Martín León
    Telde (Las Palmas) |

    ficha técnica:
    Francia, 2023. Título original: Àma Gloria. Dirección: Marie Amachoukeli-Barsacq. Guion: Marie Amachoukeli-Barsacq, Pauline Guéna. Producción: Bénédicte Couvreur. Fotografía: Inès Tabarin. Música: Fanny Martin. Montaje: Suzana Pedro. Reparto: Louise Mauroy-Panzani, Ilça Moreno Zego, Abnara Gomes Varela, Fredy Gomes Tavares, Arnaud Rebotini.

    Marie Amachoukeli-Barsacq, una de las codirectoras de la aclamada Mil noches, una boda (2014), se atreve con su primer trabajo en solitario en esta Àma Gloria que inauguró exitosamente la Semana de la Crítica de Cannes de 2023. Hablar de la vida interior de niños pequeños no es algo sencillo. Abordar desde su inocente mirada temas tan universales como la muerte o el dolor por una separación solo resulta creíble si se cuenta con la complicidad de un joven intérprete que se entregue a la causa con la generosidad con la que lo hace la sorprendente Louise Mauroy-Panzani en el papel de Cléo, la niña de seis años sobre la que recae todo el peso de la historia. La realizadora ha sabido reconocer el talento desbordante de esta incipiente actriz y se ha limitado a poner su cámara delante de ella para dejar que la magia fluya sola, de manera natural y casi milagrosa. Y es que todo lo que la película cuenta resulta maravillosamente real, haciendo que nos creamos a la pequeña Louise en sus momentos de risa y diversión y, lo que es más difícil, en los más tristes y desgarradores. Cléo perdió a su madre, víctima de un cáncer, a muy corta edad, y esta figura maternal ha sido suplida por Gloria, una abnegada mujer oriunda de Cabo Verde con la que mantiene una estrechísima relación que va más allá de la típica que pueda mantener cualquier infante con su niñera. El padre de Cléo es absolutamente consciente del especial vínculo existente entre ambas, y ha depositado toda su confianza en la labor de Gloria como cuidadora de su hija, ya que él pasa demasiado tiempo fuera de casa por cuestiones de trabajo. La película comienza mostrando cómo es el día a día de Cléo y su niñera. Cómo la mujer la lleva al oftalmólogo, que le pondrá sus primeras gafas, cómo está constantemente pendiente de la chiquilla mientras esta juega en el parque, cómo la baña con el mimo y cuidado que solo una madre podría hacerlo o cómo le enseña a pronunciar diferentes palabras en su idioma natal... La relación entre ambas es idílica y cargada de complicidad y amor incondicional por ambas partes, pero algo sucede que hace que su relación amenace con acabarse.

    La historia de Àma Gloria da un vuelco desde que Gloria reciba una llamada telefónica desde su país, notificándole el fallecimiento de su anciana madre, por lo que se deber ver obligada a abandonar a Cléo para regresar a una tierra que había abandonado años atrás, dejando a sus propios hijos al cuidado de la abuela, para conseguir ahorrar ese dinero que les asegurara un futuro mejor. La promesa de la mujer a Cléo de que se volverán a encontrar en las próximas vacaciones escolares de la niña, son el único consuelo a la pena que las embarga, y el padre acepta que Cléo viaje hasta Cabo Verde para que ambas puedan despedirse a su manera. Este viaje será, para bien y para mal, inolvidable para la pequeña, ya que, al mismo tiempo que descubre un ante sus ojos un mundo nuevo, totalmente opuesto al de su ordenada vida en Lyon, donde los demás niños juegan libremente, saltando al mar desde las rocas, también se topa con una dura realidad: Gloria ya tiene su propia familia, unos hijos con los que retomar el vínculo perdido tras años de ausencia (el pequeño, de hecho, la repudia por haberle “abandonado”) y Cléo dejará de tener la exclusividad del cariño y las atenciones de su niñera. Su hija mayor la ha hecho abuela y será el bebé quien se convierta en el centro de atención de todos, y es que, por mucho que Gloria no deje de lado, ni mucho menos, a su querida Cléo, la niña no puede evitar sentirse relegada, algo que despierta en ella sentimientos hasta entonces desconocidos, como la envidia o los celos. El guion de Pauline Guéna y la propia directora es tan increíblemente sutil que da la sensación de que nada remarcable sucede en pantalla y, sin embargo, sucede todo, ante los ojos del espectador. Ellos se ponen en la piel de este viaje iniciático de su joven protagonista, de sus alegrías y tristezas, y es que, si algo hace muy bien esta película es transmitir verdaderas emociones.

    Sorprende mucho el modo en que, en sus ajustadísimos 84 minutos, resulta muy palpable cómo, de alguna manera, madura el personaje de Cléo. La niña que acaba el filme subiéndose al avión que la devolverá a su país, junto a su padre y una nueva niñera, no es, desde luego, la misma criatura feliz y (en el buen sentido) mimada con la que empezamos el relato. Salir de su burbuja de comodidad y protección en París para introducirse, durante sus vacaciones, en el núcleo familiar de Gloria, le servirá para abrir los ojos a la realidad y a empezar a aprender a valerse por sí misma y no depender tanto de las atenciones de su cuidadora. La química existente entre Louise Mauroy-Panzani y una Ilça Moreno Zego que inunda de humanidad y generosidad a su rol de Gloria es absoluta. Consiguen que nos creamos totalmente que han sido uña y carne durante toda la vida de la pequeña y que su especial conexión no la podrá romper ni el tiempo ni la distancia, porque siempre quedarán los recuerdos de sus momentos vividos juntas. En una de las líneas de diálogo más emocionantes de la película, cuando la niñera empieza a mostrarle fotos junto a su familia, explicándole que se trata de recuerdos, Cléo le dice que todos sus recuerdos son junto a ella, algo que deja entrever cómo el sentimiento de orfandad volverá a sobrevolar sobre una chiquilla que ya perdió a una madre por una enfermedad y pronto volverá a perder a otra (sustituta, pero no menos imprescindible) por ley de vida. Àma Gloria está narrada con una sobriedad digna de aplauso. En ningún momento se recurren a artificios melodramáticos o subrayados que busquen la lágrima fácil. Todo se siente natural y genuino, y por eso empatizamos tanto, incluso en sus comportamientos más egoístas (pero perfectamente humanos), con la protagonista. La nota original viene en forma de una serie de coloristas escenas animadas, insertadas a lo largo de la película y que ayudan a entender aún más el particular mundo interior de Cléo. Podemos asegurar que Marie Amachoukeli-Barsacq ha debutado en solitario por la puerta grande, ofreciendo una obra llena de sensibilidad y buen gusto, que abraza la grandeza desde su aplastante sencillez, acariciando el corazón de manera agridulce, como lo harían los recuerdos de unas primeras vacaciones fuera de casa, tal vez en Cabo Verde. ♦


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