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Punto de Vista 2024
II.
¿Dónde se comunica el cine?
Javier Acevedo Nieto
En su serie de vídeos Pasado y presente del cine moderno, Aarón Rodríguez Serrano dedica algunas piezas a pensar teóricamente el estatuto de la modernidad en el cine actual gracias a su análisis de diversas lecturas. Estas piezas cuestionan la condición del propio cine denominado posmodernista y se preguntan si acaso la modernidad cinematográfica no es un movimiento que se perpetúa/languidece/vertebra en muchas obras de la actualidad, todo ello bajo el amparo de la teoría de Howard Finn. A fin de cuentas, ¿qué es el posmodernismo salvo una negación? O, más concretamente, ¿y si hubiera que leer el posmodernismo a partir de todo aquello que no significa? Se ha hablado hasta la saciedad del carácter entrópico de un posmodernismo que vive instalado en el pastiche, el revival de viejas tendencias y en la negación del carácter historiográfico del arte. Sin embargo, ¿no es determinado cine y determinada vanguardia audiovisual una huida del presente hacia conceptos e ideas que una vez sí actualizaron su presente?
Aarón realiza un análisis mucho menos torticero, pero me sirve de punto de partida para explicar hasta qué punto un cine documental y, por qué no, también experimental, opera sobre escrituras modernistas para intentar configurarse como una escritura en presente. Existe el chascarrillo entre cierta crítica acerca del uso abusivo del término palimpsesto como reescritura de nuevos conceptos en viejas ideas. Pues bien, esta neomodernidad (como reflexiona el propio Aarón) alcanza pequeños clímax en películas como Sur le fil d'Ariane (Adina Ionescu-Muscel y Clara Beaudoux), Radiance (Shuhei Hatano) y Night Walk (Sohn Koo-Yong). La incomunicación, la alienación y ese discreto torrente de conciencia interior sublimado por la novela de principios del siglo XX alcanzó en el cine toda una estética de la incomunicación e irrealización. En una sociedad hipercomunicada, todo este aparataje textual construido por los Antonioni, Resnais y compañía pudiera parecer una prótesis esteticista; sin embargo, ¿qué sucede cuando se pone al servicio de películas que celebran la incomunicación como medio de reconexión con la realidad?
Acontece algo un tanto único: películas que, valiéndose de una hermenéutica analógica, operan a partir no tanto de sus reglas y principios formales, sino de la construcción de formas que se piensan y crecen a partir del diálogo y de la creatividad interpretativa. En Sur le fil d’Ariane, a partir de los dibujos de Ariane Bergrichter, se mapea una Bruselas en permanente ebullición de formas y asociaciones geométricas. Los dibujos de Berichter dialogan con un montaje frenético y dialéctico que constantemente busca mostrar el espontáneo discurrir de una conciencia artística que busca el hallazgo puro de la diversión: asociar formas, motivos visuales y construir un mapa no con coordenadas, sino con pura extensión creativa.
Aún más compleja y rica en su reinvención de formas modernistas es Night Walk. En el barrio de Segeomjeong de Seúl se serigrafían sobre el encuadre poemas. El sonido no existe. El cine recupera de este modo su cualidad silente a partir de la proyección imaginada de todas esas texturas sonoras que evoca la lectura a murmullos y frente a la pantalla. Existe una incomunicación primitiva: aquella de susurrar con los labios pegados los poemas que se caen entre el alumbrado de calles, viejas casas y montañas enlutadas por la noche. Todo en la película de Sohn Koo-Yong es profundamente figurativo, pero a la vez queda abstraído en un duermevela de texturas pastel. Una estética multívoca donde la polisemia de significantes (poemas, dibujos y diagramas) construye aquello que da cierto sentido al cine; a saber, su capacidad para abrir horizontes de comprensión a partir de aquello que creemos ver.
En este caso, la poesía adquiere un carácter visual en las imágenes hasta conformar ese giro lingüístico que supo mostrar la fusión entre disciplinas lingüísticas y audiovisuales (si es que tal diferencia existe). Se trata de una idea que pone en cuestión la condición exclusivamente lingüística de la literatura. Estas formas de poesía visual permiten preguntarse cuál es el componente que marca la literariedad de una obra: el lenguaje escrito, la vocación comunicativa, el espíritu artístico, etc. Son obras donde el lenguaje escrito juega un papel secundario en la mayoría de ellas puesto que optan por soluciones visuales y símbolos gráficos. La falta de un componente verbal puede conducir a que estas obras no puedan adscribirse al campo literario; sin embargo, sí son ejemplos de práctica poética con un lenguaje visual que subvierte ciertos convencionalismos adscritos a la poesía: los esquemas rítmicos, la exclusividad del lenguaje escrito, etc. Night Walk es una forma de poesía visual que, partiendo de manifestaciones contemporáneas como la flarf poetry (subgénero de poesía nacida en internet y que se entiende por su condición eminentemente online) y de la evolución de la poesía concreta y la poesía visual propone un acto de escritura creativa espontánea, rápida, ágil y que con frecuencia se asocia a la sensación ocasionada por lapsus lingüísticos involuntarios. Se trata de un film estimulante ya que realiza una asociación gráfica con el valor semántico de la palabra clave para conseguir una síntesis exacta y poética entre el significado de la palabra y la imagen mental que el individuo puede tener de la misma. Se mueve casi en el terreno de lo performativo al reapropiarse de la palabra escrita y la imagen para construir una obra que se comunica en el espacio y no tanto en el tiempo de lectura y visionado.
Este giro lingüístico concibe el lenguaje como una entidad dinámica y cambiante, susceptible de pequeñas mutaciones que modifiquen aspectos como los patrones narrativos. Películas como Night Walk, Sur le fil d’Ariane y, en menor medida, Radiance con su relato de confinamiento pandémico, demuestran actualizaciones de patrones narrativos antiguos y modernistas para desvelar cómo el torrente de conciencia interior y la exteriorización de este torrente son categorías expresivas válidas que, partiendo de esa «escritura de la nada» como Guillermo de Torre definió a ciertas vanguardias, entre ellas el imaginismo de Joyce que buscó un tratamiento directo del objeto sin usar una sola palabra que no contribuya a su presentación. Todo en estas películas contribuye a dotar al objeto-conciencia de una entidad ontológica propia, de una imagen tan emocionante como dúctil, moderna como atemporal. ♦
Referencias
Rodríguez Serrano, A. (2023). Pasado y presente del cine moderno. YouTube. https://www.youtube.com/watch?v=rGcl9gP2yH8
Rorty, R. (1990). El giro lingüístico. Barcelona: Paidós Ibérica.
Rodríguez Serrano, A. (2023). Pasado y presente del cine moderno. YouTube. https://www.youtube.com/watch?v=rGcl9gP2yH8
Rorty, R. (1990). El giro lingüístico. Barcelona: Paidós Ibérica.