|| Críticas | ★★★★☆
Wonka
Paul King
Antes de la fábrica de chocolate
José Martín León
ficha técnica:
Reino Unido, 2023. Título original: Wonka. Dirección: Paul King. Guion: Simon Farnaby, Paul King (Personajes: Roald Dahl). Producción: Alexandra Derbyshire, David Heyman, Luke Kelly. Productoras: Coproducción Reino Unido-Estados Unidos; Heyday Films, Warner Bros., Village Roadshow. Distribuidora: Warner Bros. Fotografía: Chung Chung-hoon. Música: Joby Talbot. Montaje: Mark Everson. Reparto: Timothée Chalamet, Calah Lane, Olivia Colman, Hugh Grant, Sally Hawkins, Tom Davis, Keegan-Michael Key, Paterson Joseph, Mathew Baynton, Matt Lucas, Rowan Atkinson, Rakhee Thakrar, Natasha Rothwell, Jim Carter, Rich Fulcher.
Reino Unido, 2023. Título original: Wonka. Dirección: Paul King. Guion: Simon Farnaby, Paul King (Personajes: Roald Dahl). Producción: Alexandra Derbyshire, David Heyman, Luke Kelly. Productoras: Coproducción Reino Unido-Estados Unidos; Heyday Films, Warner Bros., Village Roadshow. Distribuidora: Warner Bros. Fotografía: Chung Chung-hoon. Música: Joby Talbot. Montaje: Mark Everson. Reparto: Timothée Chalamet, Calah Lane, Olivia Colman, Hugh Grant, Sally Hawkins, Tom Davis, Keegan-Michael Key, Paterson Joseph, Mathew Baynton, Matt Lucas, Rowan Atkinson, Rakhee Thakrar, Natasha Rothwell, Jim Carter, Rich Fulcher.
Warner Bros se había hecho, en 2016, con los derechos del personaje creado por Dahl, así que solo necesitaba una historia interesante para devolverle a la gran pantalla. Simon Farnaby y Paul King se han encargado de escribir cómo se fraguó el sueño de Wonka de ser el mejor chocolatero del mundo, valiéndose de sus asombrosas capacidades como mago e inventor. En Wonka seremos testigos de cómo se embarca en un viaje por mar que le llevará a tratar de alcanzar su sueño, ese que le prometiera a su difunta madre, llegando a esa bulliciosa ciudad en la que se encuentran las lujosas Galerías Gourmet, el lugar donde se vende el mejor chocolate del mundo. Un monopolio que dirigen tres ricachones sin escrúpulos que pronto ven el humilde y soñador recién llegado una amenaza para sus intereses, ya que sus creaciones, además de muy apetitosas y mágicas, planean ser mucho más asequibles para los bolsillos de sus golosos consumidores. También muestra la película cómo Willy termina prácticamente esclavizado por la ambiciosa dueña de una lavandería y su secuaz, después de no leer la letra pequeña de su contrato de alojamiento por una sola noche en una de sus habitaciones, algo que le servirá al protagonista para conocer a un puñado de personajes que, como él, también cumplen una condena similar en las mazmorras de la lavandería, los cuales se convierten en amigos y aliados, no solo para escapar de su encierro, sino, también, para enfrentarse a los tres magnates chocolateros y hacerse con su ansiada fábrica dentro de las Galerías Gourmet. Paul King, director del aclamado díptico familiar sobre el osito Paddington –como curiosidad, no está de más recordar que Paddington 2 (2017) desbancó a la mismísima Ciudadano Kane del primer puesto como mejor película de la Historia del Cine en Rotten Tomatoes, siguiendo su cuestionable baremo de críticas positivas–, ha sido el acertado encargado de levantar un musical a la antigua usanza, tan clásico en su fondo y sus formas que le confieren un carácter atemporal de lo más agradable. Los números musicales y las coreografías de bailes son tan espectaculares que nos reemiten directamente a clásicos como la oscarizada Oliver (Carol Reed, 1968) o la “maldita” Annie (John Huston, 1982), compartiendo con ambas esos ambientes dickensianos de niños huérfanos malviviendo en las calles o, en su defecto, bajo el yugo de adultos malvados que solo quieren explotarlos.
De hecho, el personaje de la cruel lavandera Mrs. Scrubbit tan magníficamente encarnado por Olivia Colman bebe claramente de aquella Miss Hannigan de Carol Burnett que le hacía la vida imposible a la pobre huerfanita Annie. De hecho, Wonka también tiene a su particular Annie en la figura de Noodle (estupenda Calah Lane), otra niña que, tras perder a su madre, permanece encerrada en una lavandería donde trabaja día y noche para tratar de pagar una deuda que nunca se termina de saldar. La historia de Farnaby y King esconde sus dardos envenenados a los grandes empresarios y a las tácticas no del todo claras para monopolizar el mercado. También a las diferencias de clases sociales. Pero, en unos tiempos en los que la ironía se ha apoderado del cine familiar, Wonka emerge como un producto absolutamente blanco e ingenuo, algo que debería ser recogido como un cumplido. El personaje de Wonka, al igual que los chocolates que crea en su minifábrica portátil (esos con los que, indistintamente, hace volar o convierte en criaturas peludas a quienes los comen), desprende una bondad, una dulzura y una positividad que son las armas con las que termina venciendo a toda la tropa de ruines villanos que se interponen en su camino hacia el éxito. Timothée Chalamet ha entendido a la perfección la esencia del personaje y ofrece una versión del chocolatero tan carismática como las entregadas por Gene Wilder Y Johnny Depp, acabando, desde su primera aparición en pantalla, con cualquier duda respecto a su elección como protagonista. En general, todo el reparto brilla a gran altura, recuperando King a dos de las estrellas de Paddington: una encantadora Sally Hawkins como madre de Willy y, sobre todo, un Hugh Grant caracterizado como anaranjado enano naranja, que acapara toda la atención en sus divertidísimas intervenciones como Lofty, el primer Oompa-Loompa con el que tiene contacto el chocolatero. Wonka es visualmente abrumadora, desde su preciosa puesta en escena (ambientación, decorados, vestuario, todo luce impecable gracias a la inversión de 125 millones de dólares) hasta sus imaginativos efectos especiales, pero su espíritu se acerca más al de la versión de 1971 que al de Charlie y la fábrica de chocolate, una obra en la que el marcado estilo visual de Burton opacaba un poco la esencia del no menos excéntrico Dahl. La película se siente en todo momento fresca, alegre, viva, luminosa. No tiene aquel tufillo oportunista que sí tuvo, por ejemplo, El regreso de Mary Poppins (Rob Marshall, 2018), sino que emana verdadera magia y cariño hacia unos personajes que consiguen enganchar al público. Sin duda, no solo estamos ante una fantasía musical excelente, donde todas sus canciones funcionan como un reloj, sino ante una de las mejores ofertas de la cartelera de cara a las fiestas navideñas. ♦