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    Cine Alemán Siglo XXI

    Crítica | Un volcán habitado

    || Críticas | L'Alternativa 2023 | ★★★☆☆ ½
    Un volcán habitado
    David Pantaleón, José Víctor Fuentes
    Bajo el volcán


    Miguel Martín Maestro
    Valladolid |

    ficha técnica:
    España. 2023. Título original: Un volcán habitado. Dirección: David Pantaleón, José Víctor Fuentes. Guion: David Pantaleón, José Víctor Fuentes, Fernando Alcántara, Isabel Arencibia. Fotografía: David Pantaleón, José Víctor Fuentes. Montaje: Fernando Alcántara. Sonido: Raúl Capote, Carolina Hernández. Productores: Isabel Arencibia, Virginia Park Shin. Compañía: Chukumi Studio. Duración: 66 minutos

    Había una vez un volcán, había una vez otro sensacionalismo, hubo una vez un recuerdo a los perjudicados; llegó una nueva catástrofe y se olvidó el volcán. Y así podemos seguir acontecimiento tras acontecimiento porque las noticias duran mientras venden o mientras interesa al poder de turno. Como llegan se marchan, pero las consecuencias y las desgracias permanecen, ahora ya sí, fuera de los focos y de la atención mediático-popular. Hubo una vez un volcán en la isla de La Palma de cuyo nombre ya no se acuerda más que quien convive con su realidad día tras día; durante dos o tres meses casi fue la noticia exclusiva que abría todo «programa informativo». Acostumbrados a vivir en un país sin excesivas catástrofes naturales, aquel espectáculo provocaba una innegable atracción porque el despliegue visual era inigualable, un imán para los ojos, toda una maravilla nocturna sin fin. Hay turistas de volcanes como los hay de chiringuito. Ahora los dos podían combinarse para satisfacción de los amantes de los selfies y los «yonkis» del whatsapp con el consabido «aquí, sufriendo», acompañado de la visión hortera de un plato de comida, una copa o su cara tapando el paisaje. Con este panorama de rigor informativo y de infantilismo social, ¿cómo plantear una película sobre la catástrofe? Pues aunando lo que visualmente ofrece un espectáculo natural como éste con la realidad de nuestra nueva manera de relacionarnos, y así es como lo han hecho Pantaleón y Fuentes, imágenes y audios de whatsapp.

    Mi acercamiento al cine de Pantaleón ya viene de lejos, de Fuentes desconozco su película anterior. Desde La pasión de Judas sigo su cine, sí, porque cine es cualquiera que sea su formato (todavía duelen en los oídos esas expresiones de la presidenta de la asociación de la crítica cinematográfica distinguiendo entre cine y documental o entre películas y cortometrajes) aunque el desprecio generalizado hacia el cortometraje lo ha colocado en los márgenes de los festivales y fuera de las pantallas. El cine de Pantaleón es un cine apegado a su territorio y sus costumbres; a su gente y a su paisaje, como ocurre con otros cineastas canarios como Helena Girón, Samuel Delgado, Nayra Sanz Fuentes, Daylo Barco, Jairo López o Víctor Moreno. El becerro pintado y Rendir los machos no están tan separadas la una de la otra, y con Un volcán habitado Pantaleón y Fuentes dejan un testimonio para el futuro de lo que el ser humano, en situaciones de emergencia e incertidumbre, es capaz de hacer para preocuparse y ayudar a los demás. La estructura de la película es tan simple como eficaz, tan ligera como honesta. Recopilar conversaciones de los mensajes enviados por audio entre el grupo de amigos y familiares de los directores y superponerlos a las imágenes de ese momento. Incertidumbre, ignorancia, desesperación, desinformación, lamentación, soledad, pérdida, aislamiento, solidaridad, reencuentro; son fases por las que van pasando estas personas anónimas mientras la ansiedad por querer saber y prevenir choca contra la realidad de un fenómeno caprichoso e imprevisible.

    Los directores superponen así la fortaleza de unas imágenes que impresionan, con toda la virulencia de los chorros de magma emergiendo del interior de la tierra en una noche iluminada por los ecos del infierno, con las reflexiones más o menos espontáneas o los miedos sin respuesta de todos los habitantes cuya vida diaria se ve afectada por un suceso inesperado pero siempre latente. La película se convierte en un canto a la amistad, en la necesidad del ser humano de sentirse parte de una comunidad que lo sostenga. Ajeno a su fragilidad e insignificancia, cuando el problema se vuelve irresoluble surge la paralización y la búsqueda de un alivio, de un apoyo; por irrelevante que pueda parecer, una palabra calmada de alguien puede hacer mucho más que saber que a 100 metros una patrulla de la Guardia Civil vigila cualquier posibilidad de daño humano, ya que el material es imposible de frenar mientras la naturaleza no detenga su vómito destructor. En las antípodas del cine de Herzog, buscador de lo espectacular y del ejemplar humano contracorriente, la película de Pantaleón-Fuentes se transforma en un canto humanista próximo y, para la mayoría, lleno de coherencia vital y no sólo de supervivencia física, sino emocional. La película concluye con el reencuentro, las semanas de aislamiento forzado dan paso a que conozcamos los rostros de las personas que durante una hora hemos escuchado en su zozobra y en su desencanto. Cuando llega el reencuentro se apaga la voz, porque la intimidad de ese grupo no tenemos derecho a invadirla; de manera simultánea el espectáculo del volcán también se ha apagado, el magnetismo de ese río de lava queda en nuestra memoria impreso a fuego. Cuando acaba el espectáculo el seguimiento general termina, atrás quedan los habitantes de La Palma, obligados a convivir con una nueva realidad y a reestructurar sus rutinas por culpa del capricho natural. ♦


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