|| Críticas | Rizoma 2023 | ★★★☆☆
Último recurso
Matías Szulanski
Balones perdidos
Ignacio Navarro Mejía
ficha técnica:
Argentina, 2023. Dirección: Matías Szulanski. Guion: Maximiliano Rodríguez. Producción: Kligger. Fotografía: Lourdes Sanz. Montaje: Matías Szulanski. Música: Carlos Páez. Dirección artística: Fernando Contreras y Beatriz López. Reparto: María Villar, Tamara Leschner, Germán Baudino, Isabel Ishikawa, Horacio Marasi. Duración: 79 minutos.
Argentina, 2023. Dirección: Matías Szulanski. Guion: Maximiliano Rodríguez. Producción: Kligger. Fotografía: Lourdes Sanz. Montaje: Matías Szulanski. Música: Carlos Páez. Dirección artística: Fernando Contreras y Beatriz López. Reparto: María Villar, Tamara Leschner, Germán Baudino, Isabel Ishikawa, Horacio Marasi. Duración: 79 minutos.
Último recurso se titula este filme, si bien su conexión popular con esa referencia deportiva se difumina en un tratamiento mucho más idiosincrático de lo que cabría imaginar. El propio título es engañoso, ya que alude al nombre de una revista antaño reputada y ahora, en el momento actual en que se sitúa la historia, en horas bajas, con un personal deslucido y escaso y aún menos ideas de artículos que puedan generar cierta difusión. Sin embargo, el guion apenas se centra en el trabajo cotidiano del medio como tal, en sentido colectivo, sino que este es sólo una excusa para seguir las peripecias urbanas de dos de sus empleadas, una más veterana y otra becaria recién llegada, al investigar la verosimilitud de una potencial e increíble noticia. Esta busca desvelar la existencia hasta entonces no documentada de una supuesta primera edición del mentado campeonato en 1926, antes del que se tiene constancia, el pionero en Uruguay de 1930, ya que aquel habría sido borrado, por la vergüenza de la Alemania nazi al perder en aquel entonces un partido contra una Argentina liderada por un judío, de todo archivo y recolección. Las dos periodistas reciben algún extracto de periódico y descubren algún fragmento visual que parecería indicar que, efectivamente, esa copa del mundo de 1926 tuvo lugar, pasando por alto que tal existencia, más allá de su falta de registro, sería también ignorada por cualquier tipo de recuerdo generacional. Es evidente que la premisa no pretende esa verosimilitud que sí se empeñan en reconstruir las protagonistas, aunque es probable que estas sean conscientes, desde el comienzo, de lo absurdo de su empresa, entregadas a una vida laboral, en general, e incluso personal, caracterizada por la arbitrariedad y la desidia.
Es esa poca coherencia, más juguetona que chocante, la que no solo sirve de punto de partida a la narración, sino que también domina buena parte de la puesta en escena y el montaje. No es, por sí mismo, criticable que Szulanski y su equipo se rebelen contra la ortodoxia narrativa y aprovechen un planteamiento casi fantástico para recalcar, ahora desde el aspecto técnico, su naturaleza caprichosa. Hay, así, algunas escenas inconexas, momentos abruptos e incluso planos de encuadre o ángulo extraño, pero lo que no parece justificado es que ese estilo libérrimo incluya saltos de eje no motivados (hasta tres muy claros en escenas, por lo demás, de trámite) o desajustes de ritmo (en una estructura narrativa que, por lo demás, progresa de forma lineal y sostenida). En particular los saltos de eje dan la impresión más de dejadez en la planificación que de rebeldía estética, porque esta, realmente, tampoco se extiende al conjunto de la cinta. No es un trabajo ni comercial ni experimental, si bien esto no quiere decir que no sea disfrutable. Más allá de esas carencias de fondo y forma, las primeras debidas también a su reducido metraje, Último recurso resulta siempre intrigante. Aunque la pesquisa como tal sea una especie de MacGuffin, su desarrollo entretiene e, incluso, mantiene en vilo al espectador, sobre todo gracias al compromiso (que no motivación) de los dos personajes principales, a quienes interpretan dos actrices en forma y con buena química: María Villar y Tamara Leschner. Con apenas esbozos de su personalidad pronto se convierten en retratos interesantes, cuya suerte nos importa y cuya aventura se percibe como algo genuino, pese, o quizá gracias a, todos esos elementos a priori gratuitos que la impulsan u obstaculizan. A menudo la realidad supera a la ficción, y si esta película parece asumir, de entrada, la ficción de su propia premisa, luego parece dejar que sea la mera realidad, en esencia voluble e incontrolable, y en último término decepcionante, la que vaya reaccionando a aquella. ♦