|| Críticas | FICX 2023 | ★★★☆☆
Regreso a Córcega
Catherine Corsini
Regreso a ninguna parte
Agus Izquierdo
ficha técnica:
Francia, 2023. Título original: Le Retour. Duración: 106 min. Dirección: Catherine Corsini. Guion: Catherine Corsini, Naïla Guiguet. Fotografía: Jeanne Lapoirie. Reparto: Esther Gohourou, Lomane de Dietrich, Estelle Lescure, Virginie Ledoyen, Aïssatou Diallo Sagna, Suzy Bemba, Denis Podalydès, Cédric Appietto. Compañías: Chaz Productions, France 3 Cinéma, Le Pacte.
Francia, 2023. Título original: Le Retour. Duración: 106 min. Dirección: Catherine Corsini. Guion: Catherine Corsini, Naïla Guiguet. Fotografía: Jeanne Lapoirie. Reparto: Esther Gohourou, Lomane de Dietrich, Estelle Lescure, Virginie Ledoyen, Aïssatou Diallo Sagna, Suzy Bemba, Denis Podalydès, Cédric Appietto. Compañías: Chaz Productions, France 3 Cinéma, Le Pacte.
La primera escena del filme sirve como flashback contextual, como botón de detonación de una bomba afectiva que irá haciendo mella en los personajes a lo largo del recorrido en el que se embarca Le retour. En ella, Khédidja aparece con las dos niñas, aún pequeñas, abandonando su casa para iniciar una nueva vida. Esta disyuntiva fundacional, a modo de pecado original, será el primer conflicto, aunque no el único: Khédidja regresará al pueblo que la acogió para enfrentarse a sus propios fantasmas, de la misma manera que deberá asumir una nueva etapa (quizá la definitiva, que sirva como cierre) del duelo. En cualquier caso, rezuma esa presión por parte de las hermanas, que sospecharán que su pasado ha sido enterrado, aunque por su propio bien, hecho que dinamitará la relación. A partir de ahí, la hija mayor, Farah (impecable el trabajo actoral de Esther Gohourou) encabezará una búsqueda de su identidad por parte paterna, viajando a su pueblo natal, donde encontrará restos vivos de sus orígenes. El puzle se va completando, paulatinamente, en un proceso doloroso y no absenta para nada de tensión, recreada con efectividad.
Le retour sirve también para entubar un drama al uso, añadiendo capas a medida que el metraje avanza. Por ejemplo, plasmando un romance lésbico, aludiendo de paso el coming of age de los primeros amores; o incluso reflejando de manera áspera las noches de exceso y descontrol a través del consumo ingente de drogas y alcohol. La película también sitúa en el centro de foco las dinámicas racistas y los dejes de una sociedad postcolonial que aún conserva más vicios que virtudes en materia de inclusividad y acogida. Todo esto alterará el contacto entre Farah y Jessica, que verán como su fraternidad se pone en riesgo por culpa de los celos, la incomprensión y la falta de responsabilidad afectiva, condicionada por factores personales pero también externos. Hay, además, una tímida y para nada punitiva, aunque sí reseñable, sensación de caduco en esta cinta. Las dinámicas racistas, mostradas sin tapujos a través de comportamientos y microviolencias, ya sea de forma positiva o directamente explícita, dilapidan Le retour, que probablemente se acabe empachando de ese sudor moralista que empaña los cristales de una ventana que fotografía, por otra parte, la falta de humanidad y empatía de un paisaje de verano hermoso, costanero y bucólico.
Corsini apila su relato mediante dos partes claramente separadas: la primera, la de la llegada a Córcega, donde tiene el planteamiento identitario de la película y que utiliza los estándares tradicionales de un drama social, con todas sus denuncias y exaltaciones. La segunda mitad ya es otra cosa: un capítulo aletargado donde se invoca el espíritu de la fiesta en el sentido más oscuro, apelando a la tragedia juvenil y situando los personajes en medio del huracán: sobre todo haciendo énfasis en el uso de estupefacientes (hay quien pensará nimiamente en la Clímax de Noe). Corsini decide descender a sus personajes al averno en una suerte de Euphoria, buscando causar en el espectador el sentimiento de horror y angustia. pero también de perdón y exculpación. El problema es que el traspaso entre las dos porciones se hace tan brusco, que resulta contraproducente para la misma película.
Los frentes son tantos que parece que Corsini, con la mejor de las intenciones, será incapaz de cerrarlas todas. No porque no pueda, no es una cuestión de mala praxis o falta de vocación, sino porque es potencialmente imposible. Por desgracia, los pronósticos se acaban cumpliendo, dando como resultado una historia de historias que se cierran de golpe, al galope y, por tanto, de una forma brusca y atolondrada. La ambición le juega en contra y, no obstante esto, el acierto en el casting y el trabajo de dirección (una delicia), logran contener el ritmo y ofrecer una radiografía pulcra sobre la estigmatización del inmigrante y el precio de la libertad. Un retrato que consigue conmover, como mínimo en momentos puntuales. ♦