|| Críticas | Streaming | ★★★★☆
La niña mártir
María Pérez Sanz
Cada vez jugamos mejor
Miguel Martín Maestro
ficha técnica:
España. 2022. Título: La niña mártir. Dirección y guion: María Pérez Sanz. Producción: Garde, Esto no es poesía y María Pérez Sanz. Productores: Cristina Hergueta, Tasio y Carmen Bellas. Dirección de producción: Cristina Hergueta. Dirección de fotografía: Ion de Sosa. Dirección artística: Carmen Main. Montaje: Sergio Jiménez. Sonido: Jamaica Ruiz y Miguel Ángel Caprara. Edición de sonido: Alberto Carlassare. Música: Eddi Circa. 11 minutos. Reparto: Luna Pérez Peláez, Luzia Videla Timón, Bruno Díez Sánchez, Jara Pérez Peláez. Duración: 11 minutos.
España. 2022. Título: La niña mártir. Dirección y guion: María Pérez Sanz. Producción: Garde, Esto no es poesía y María Pérez Sanz. Productores: Cristina Hergueta, Tasio y Carmen Bellas. Dirección de producción: Cristina Hergueta. Dirección de fotografía: Ion de Sosa. Dirección artística: Carmen Main. Montaje: Sergio Jiménez. Sonido: Jamaica Ruiz y Miguel Ángel Caprara. Edición de sonido: Alberto Carlassare. Música: Eddi Circa. 11 minutos. Reparto: Luna Pérez Peláez, Luzia Videla Timón, Bruno Díez Sánchez, Jara Pérez Peláez. Duración: 11 minutos.
Una película que parte de una negación: «soy Teresa de Jesús y aquí estoy, intentando no ser yo» y acaba con una afirmación: «cada vez jugamos mejor», dos frases sacadas de contexto pero de alta ironía y que, en el fondo se complementan; Teresa no quiere ser Teresa por lo dicho, y cuanto más juega mejor ejecutan ese cambio de nombre y ese martirio unido a la consecución de la santidad, propósito infantil con el que juega la directora para mostrar la claridad vital de su protagonista.
Este cortometraje es un tesoro de calidad constante, todo fluye con ese homenaje a la puesta en escena hierática de los personajes de Vecchiali o Green al tiempo que pone reposo y pausa al exceso de Dumont ante otra preadolescente rebelde e inflamada por la fe como era Juana de Arco. El paralelismo compositivo de las dos pequeñas protagonistas de dos apuestas muy dispares en extensión, contrapone la quietud del campo castellano trasladado a la personalidad calmada de Teresa frente a la explosión de fervor irracional y visionario de la francesa, pero en ambas se aprecian similitudes que no merman la calidad de lo que hace Pérez Sanz con la ayuda de una fotografía especialmente inspirada de Ion de Sosa. Una imagen que parece difuminarse por efecto del calor del verano mientras quienes juegan, realmente, se limitan a seguir las órdenes de la líder del grupo; un juego tonto e infantil pero que proyecta su importancia pensando en la madurez y senectud de esa protagonista que temía no poder llegar a ser santa por culpa de su nombre, pero que ya daba muestras de la fuerza de su escritura. ♦