|| Críticas | Rizoma 2023 | ★★★☆☆ ½
Bravo, Burkina!
Walé Oyéjidé
Remordimiento y memoria
Rubén Téllez Brotons
ficha técnica:
Estados Unidos, 2023. Título original: Bravo, Burkina!. Dirección: Walé Oyéjidé. Guion: Walé Oyéjidé. Música: Ali Helnwein. Fotografía: Jake Saner. Reparto: Hafissata Coulibaly, Aissata Deme, Mousty Mbaye, Noël Minoungou, Alain Tiendrebeogo. Duración: 64 minutos.
Estados Unidos, 2023. Título original: Bravo, Burkina!. Dirección: Walé Oyéjidé. Guion: Walé Oyéjidé. Música: Ali Helnwein. Fotografía: Jake Saner. Reparto: Hafissata Coulibaly, Aissata Deme, Mousty Mbaye, Noël Minoungou, Alain Tiendrebeogo. Duración: 64 minutos.
La película sigue los pasos de un niño nigeriano que, tras vivir durante años entre los brazos de la pobreza extrema y ver cómo los habitantes de su pueblo se marchaban a otros países, con la desesperación tatuada en la mirada, en busca de un futuro mejor, decide irse a Italia sin avisar a sus padres con la intención de trabajar las horas que hagan falta, de esforzarse al máximo, de sacrificar todo lo necesario, para poder tener una existencia digna. Unos años después, ha cumplido, en apariencia, sus objetivos y ha conseguido un empleo más o menos decente, una casa y nuevas amistades. La tranquilidad de la que disfruta se ve entonces acosada por unas pesadillas recurrentes en las que un hombre enmascarado le arrastra hacia un río de remordimientos y culpabilidades.
La idea de Walé Oyéjidé es, como ya se ha mencionado arriba, mostrar la otra cara de la moneda de la inmigración; romper los férreos prejuicios racistas que anidan en la mente del espectador; y reconstruir sobre la pantalla el dolor de un chico que no puede afrontarlo a través de las imágenes perdidas de una memoria, la suya, que, como todas, está en constante batalla contra el paso del tiempo. La cinta funciona como un laberinto onírico en el que los sueños y los recuerdos se mezclan arbitrariamente tras la mirada herida de un protagonista que es incapaz de pronunciar la palabra felicidad porque, como bien le dice otro personaje, «lo ha ganado todo, pero también lo ha perdido todo». Bravo, Burkina! critica los constantes abusos a los que el sistema capitalista en general y Occidente en particular somete a los países más empobrecidos; denuncia con fervor el racismo de una Europa que deshumaniza a todas esas personas desesperadas que, huyendo del hambre y la guerra, abandonan lo poco que tienen para poder tener un horizonte que observar; y advierte sobre los peligros de perder la conciencia de clase.
El núcleo de la cinta no es otro que el dilema al que se enfrenta el protagonista; que se ve obligado a marcharse de su pueblo para poder vivir no ya con comodidades, sino con sus necesidades básicas resueltas, perdiéndose, como consecuencia, en un limbo de soledad y culpa en el que la tranquilidad destaca por su ausencia y en el que el desligamiento de lo físico y lo sentimental le impide en todo momento sonreír. El director compone así un canto humanista que arroja sobre la pantalla unas imágenes profundamente hermosas que se mueven entre la ensoñación y la realidad lírica y que emocionan al espectador tanto por su fuerza estética como por su visceralidad emotiva. Y en el centro de todo esto, las magníficas interpretaciones de los actores consiguen que el público empatice con ellos pese al carácter fragmentario y las rupturas narrativas de una obra, original en sus planteamientos y notable en su desarrollo, que ofrece un nuevo prisma desde el que observar una realidad cada vez más desasosegante. ♦