|| Críticas | ★★★★☆
Amanece
Juan Francisco Viruega
Luz que se proyecta y se dirige
Ignacio Navarro Mejía
ficha técnica:
España, 2023. Dirección: Juan Francisco Viruega. Guion: Juan Francisco Viruega. Producción: Factoría de Creación / Amanece Audiovisual AIE / Canal Sur / Juan Francisco Viruega. Fotografía: Pepe de la Rosa. Montaje: Mikel Iribarren. Música: Tagore González. Dirección artística: Fernando Contreras y Beatriz López. Reparto: Aura Garrido, Iría del Río, Isabel Ampudia, Rebeca Sala, Sebastián Haro, Antonio Araque. Duración: 90 minutos.
España, 2023. Dirección: Juan Francisco Viruega. Guion: Juan Francisco Viruega. Producción: Factoría de Creación / Amanece Audiovisual AIE / Canal Sur / Juan Francisco Viruega. Fotografía: Pepe de la Rosa. Montaje: Mikel Iribarren. Música: Tagore González. Dirección artística: Fernando Contreras y Beatriz López. Reparto: Aura Garrido, Iría del Río, Isabel Ampudia, Rebeca Sala, Sebastián Haro, Antonio Araque. Duración: 90 minutos.
La historia arranca, tras una sugerente y elíptica escena de prólogo al borde del mar, con la nueva llegada de su protagonista Alba (Aura Garrido) a las inmediaciones de la costa almeriense. Decimos “nueva” porque, al margen de ese prólogo, pronto descubrimos que no es la primera vez que se halla en este escenario, sino que ahí vivió muchos años de joven hasta que se marchó, aunque ahora su regreso parece más un punto de partida, inédito incluso desde su punto de vista actual, que una visita de cortesía a un lugar ya conocido. Realidad y ensoñación se entremezclan entonces en su perspectiva de un paraje que parece abandonado, igual que a ella la abandonan personajes con los que no comparte presente, sino pasado. La primera persona con la que se reencuentra que sí forma parte, realmente, de sus coordenadas físicas y temporales es su hermana Candela (Iría del Río), pero entonces el drama cambia el foco para centrarse en esta última: pese a lo que une a ambas mujeres, las dos están separadas por los muchos años en que estuvieron distanciadas y los distintos caminos que han seguido sus vidas. Tiene entonces sentido que la película se divida en capítulos, el primero sobre Alba, el segundo sobre Candela, y luego el tercero sobre la madre de ambas, Aurora (Isabel Ampudia), que padece una enfermedad terminal. Por tanto, aunque las tres formen una familia y tengan mucho en común, y aunque la historia que las reúne las sitúe en una misma localización general, en esa omnipresente y luminosa provincia de Almería, es como si las tres vivieran realidades paralelas y sucesivas. Su convivencia, además, amenaza con romperse, aunque al mismo tiempo sea en esos momentos más profunda. Viruega refuerza esta impresión dual realzando en cada uno de los tres capítulos, aun dentro de la misma ubicación, un decorado característico para cada personaje, e incluso algunos encuadres concretos ponen de manifiesto la desconexión relativa entre las tres.
Lo anterior anticipa lo cuidada y pensada que está la puesta en escena. De hecho, sin temor a caer en hipérboles, se puede afirmar que Amanece está mejor rodada y editada que la mayoría de las películas que se estrenan últimamente, si por mejor rodaje y edición se entienden no los más ostentosos, sino los que mejor respetan las ortodoxas y a menudo, desafortunadamente, olvidadas reglas de toda planificación y montaje. El ritmo sosegado permite que se pueda prestar mejor atención a este aspecto, y así se comprueba cómo cada escena y cada transición se definen por la exactitud y la fluidez, sin saltos de eje, ángulos asimétricos, cortes bruscos ni otros deslices comunes en el cine moderno. Aquí se aprecia, en efecto, el saber hacer de Viruega y su equipo, no solo en ese apartado técnico, sino también en el componente más estético o dramático, esto es, tanto en el admirable y maduro trabajo compositivo de la cinta como en su interpretación narrativa. A esto contribuye un acertado casting, liderado por tres actrices creíbles en sus roles, definidos gracias a acciones y diálogos muy marcados. Esto, con todo, es quizá también lo más discutible de la cinta, en la medida en que se construye con un guion demasiado rígido, que combina lo lírico y lo dramático sin apenas dejar que se desenvuelvan de manera orgánica. Por ello los personajes incurren a veces en comportamientos significativos, sí, pero con escasos precedentes o motivaciones, y algunas de las frases que pronuncian llevan el mensaje por delante, antes que el sentimiento genuino que en ese momento puedan profesar. En ese esfuerzo no siempre logrado por buscar mayor trascendencia en la cotidianeidad de lo narrado incurre, además, una banda sonora bastante desapercibida, tanto por lo esporádico como por lo anodino. En suma, la propuesta rigurosa de Amanece, llena de virtudes, solo falla cuando, en ocasiones, pierde el equilibrio entre claridad (técnica y narrativa) y oscuridad, en su acepción de desconcierto impenetrable, y de hecho es redundante toda la semántica, hasta una frase final tras los créditos, en torno a las expresiones de luz y amanecer. Ahora bien, seguimos estando ante una película destacable, muy por encima de la media y con momentos que quedarán para el recuerdo, como la secuencia de su desenlace. Tras la oscuridad, sí, viene la luz, pero esta no se entiende sin aquella y es la que le da su sentido, como en la propia sala de cine en que se proyecte la película o en un cuarto oscuro en que se revele una de sus fotografías. ♦