|| Críticas | Mostra de Valencia 2023 | ★★★★☆ |
Stranizza d´amuri
Giuseppe Fiorello
Llamar por el nombre (ausente)
Aarón Rodríguez Serrano
ficha técnica:
Italia, 2023. Título original: Stranizza d´amuri. Dirección: Giuseppe Fiorello. Guion: Giuseppe Fiorello, Andrea Cedrola. Fotografía: Ramiro Civita. Música: Leonardo Milani, Giovanni Caccamo, Daniele Bonaviri. Reparto: Simone Raffaele Cordiano, Antonio de Matteo, Enrico Roccaforte, Simona Malato, Anita Pomario, Gabriele Pizzurro, Fanrizia Sacchi. Producción: Fenix Entertainment, Ibla Film, RAI Cinema. Distribución: Flamingo Films.
Italia, 2023. Título original: Stranizza d´amuri. Dirección: Giuseppe Fiorello. Guion: Giuseppe Fiorello, Andrea Cedrola. Fotografía: Ramiro Civita. Música: Leonardo Milani, Giovanni Caccamo, Daniele Bonaviri. Reparto: Simone Raffaele Cordiano, Antonio de Matteo, Enrico Roccaforte, Simona Malato, Anita Pomario, Gabriele Pizzurro, Fanrizia Sacchi. Producción: Fenix Entertainment, Ibla Film, RAI Cinema. Distribución: Flamingo Films.
Ahora bien, Stranizza d´amuri es al mismo tiempo la versión manierista y retorcida de aquella fábula hermosa y nostálgica de Guadagnino. Aquí también hay un amor inesperado entre dos muchachos aplastantemente bellos. También hay un verano, y un río helado, y lágrimas, y reencuentros, y todo aquello que nos emocionó hace un lustro. Sin embargo, la homofobia no es simplemente una lucha interna por la aceptación de un deseo desmesurado e incontrolable, sino que salta directamente a las calles, las plazas, los sanos vecinos que tienen a bien descojonarse y propinar tremendísimas palizas al efebo de turno. Los padres no tienen doctorados, ni estudian los misterios de la etimología o la escultura helénica, sino que bordean el cáncer, apenas pueden mantener a su familia con un oficio manual que les está arrancando la vida y, por supuesto, estallarán de furia cuando descubran que la sangre de su sangre no encaja en su visión del mundo. El exquisito monólogo de Michael Stuhlbarg que tanto nos estremeció es aquí una habitación roñosa y un guantazo en la cabeza y una madre gritando en fuera de plano. Por decirlo rápidamente, Stranizza d´amore es el Call me by your name en clave lumpenproletaria, y por eso genera una cierta sensación de extrañeza, un malestar inquietante. Toda aquella poesía del amor incandescente que marca el recuerdo para la eternidad entre citas de Heráclito, piezas de Bach y dulcísimas variaciones de Sakamoto se rompe aquí en pedazos contra el suelo de la cocina y nos corta las puntas de los dedos: es la realidad imponiéndose en ese salvaje crédito final que nos recuerda la tragedia del caso Giarre: los cadáveres de Giorgio Agatino Giamonna y Toni Galatola, salvajemente asesinados de un tiro en la cabeza en la Sicilia profunda de 1980.
La película de Fiorello es absolutamente inteligente porque no se pregunta por la muerte de los jóvenes sino por su vida. Se pregunta por lo concreto de su amor, por la manera en la que pudieron conocerse, tratarse, acercarse o alejarse, por aquellos que les condujeron en línea directa por un infierno que obviamente estaba llamado a terminar en un Gólgota de manos enlazadas. Fiorello no busca al asesino que la Historia nunca ha terminado de desvelar, ni se enzarza en elaboradas teorías de la conspiración sobre quién pudo o no pudo apretar el gatillo, sino que genera una maniobra mucho más inteligente al recorrer en un tirabuzón de luz, carretera y torso desnudo ese motor absoluto que pudo ser el encuentro, la apuesta por el amor y la felicidad, la sonrisa, la lucha misma que resultaba ser un hombre enamorado en un lodazal de cuerpos brutales que chasqueaban sus músculos y hacían girar los palillos del odio entre sus dientes. Si Franco Battiato asomaba en la cinta de Guadagnino con Radio Varsavia —la canción que abría L´Arca di Noè, de 1982—, aquí la cosa vuelve por partida doble como un bumerán. Por un lado, por la presencia explícita de Cucurrucucú, grabada un año antes en La voce del Padrone, pero sobre todo, por el propio título italiano de la cinta, que remite a esa canción cantada en siciliano, sobrecogedora, que cerraba L´Era Del Cinghiale Bianco. La cronología de las tres canciones, grabadas apenas con cinco años de diferencia, es la pista de aterrizaje de aquella Italia que se debatía entre el cadáver siempre en incógnita de Pasolini y las inminentes Mamma Ciccio. Es el sumidero mismo por el que se perdería España unos años después en una parábola muy similar. Es la movida testosterónica del animal que celebra la victoria del equipo de fútbol nacional con banderas para después ponerse a patear en la cabeza al homosexual del pueblo, esa cosa tan bárbara y tan nuestra, y que la gente preferiría olvidar ahora que nos inyectamos Pink washing para salir guapos en la foto del 2023. Pero los cadáveres, hay que recordarlo, siguen bajo tierra.
De ahí Battiato —que estaba más cerca del místico sufí que del macho mediterráneo presto a la conquista—, de ahí una dirección de arte cuidada que explora las periferias folclóricas de los pelotazos inmobiliarios de los ochenta, de ahí una puesta en escena calmada, quizá demasiado extensa en algunos momentos, una cierta reflexividad que contiene la tristeza hasta que ya es demasiado tarde. De ahí que Stranizza d´amuri —me niego a utilizar el título anglosajón— esté llamada a convertirse en un título sólido y contundente en los debates sobre la seguridad del colectivo LGTB+ que, por desgracia, tendremos que seguir manteniendo en los años que llegan. Pero más allá, o más acá, conviene no olvidar que es una película tremendamente hermosa.