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    Cine Alemán Siglo XXI

    Crítica | How to have sex

    || Críticas | 68 SEMINCI | ★★★★★
    How to have sex
    Molly Manning Walker
    El sexo como pesadilla


    Rubén Téllez Brotons
    Valladolid |

    ficha técnica:
    Reino Unido, 2023. Título original: How to have sex. Dirección: Molly Manning Walker. Guion: Molly Manning Walker. Fotografía: Nicolas Canniccioni. Reparto: Mia McKenna-Bruce, Lara Peake, Enva Lewis, Samuel Bottomley, Daisy Jelley, Eilidh Loan, Shaun Thomas.

    Ganadora del premio a Mejor película en la sección Una cierta mirada del Festival de Cannes del pasado año, How to have sex, ópera prima de Molly Manning Walker, se podría definir como un ejercicio de depuración profundamente sugerente en el que la directora extirpa de sus imágenes todas las células mortalmente machistas —y su consiguiente herencia misógina— que llevan envenenando el séptimo arte desde el mismo momento de su nacimiento.

    Tras terminar los exámenes de acceso a la universidad, Tara (Mia McKenna-Bruce), Skype (Lara Peake) y Em (Enva Lewis), amigas desde la infancia, viajan a Grecia con la única intención de salir de fiesta hasta que el sol se consuma, de bailar como si fuesen sus últimos días sobre la Tierra, de beberse su juventud en apenas unas horas. Tara, además, tiene la intención de perder la virginidad. Al poco de llegar, conocen a un grupo de chicos que las invitan a salir de fiesta: los neones, las copas, las piscinas, los vómitos, las mañanas cargadas de resaca y las noches sudadas hasta el exceso se suceden entonces por la pantalla como la viva materialización del sueño adolescente. A medida que pasa el tiempo, la constancia e insistencia con la que Skye y Em presionan a Tara para que se acueste con uno de los tíos del grupo aumenta, perturbando, como consecuencia, la tranquilidad con la que se movía la joven. Así, la atmósfera lúdica se irá enturbiando poco a poco hasta desvanecerse por completo cuando Tara sufra repetidas y sistemáticas violaciones.

    La revolución sexual de los años sesenta y setenta trajo numerosos avances feministas: desde el uso de anticonceptivos que le otorgaban a la mujer el control de su sexualidad, hasta la legalización en distintos países del aborto, pasando por la destrucción de esa idea tan inherentemente católica que sostenía que las relaciones sexuales sólo se debían mantener dentro del matrimonio y con fines reproductivos —a menos que se fuese hombre. El sistema heteropatriarcal se adaptó rápido a dichos cambios y empleó un arma que empezaba a despuntar en esa época —la publicidad masiva— para darle la vuelta a la conquista de derechos realizada por las mujeres. Se inició entonces un bombardeo audiovisual sin precedentes que tenía como objetivo establecer una estética —puesto que los preceptos morales disparados desde radios y televisiones seguían buscando promover los mismos roles de género asfixiantes y profundamente arcaicos— común para todas las mujeres. Las portadas de las revistas se llenaron de modelos desnudas o semidesnudas que, además de ejemplificar cómo debía ser un cuerpo para poder ser considerado atractivo, eran reducidas a meros objetos a través de una hipersexualización que buscaba atraer las miradas masculinas. Los cuerpos de las mujeres, de nuevo, les pertenecían a los hombres.

    En el cine es habitual ver primeros planos de pechos y culos femeninos; movimientos de cámara que se deslizan lentamente por cuerpos de mujeres para devorarlos con la lente o escenas que se alargan hasta el límite del tiempo porque las protagonistas aparecen desnudas. No se trata de un cine que busca celebrar el físico, porque rehúye de los cuerpos masculinos casi horrorizado y cuando se atreve a mostrarlos lo hace con un pudor en verdad desconcertante. En una película como How to have sex, en la que las protagonistas están en bikini durante gran parte del metraje, habría sido cuestión de inercia proponer una puesta en escena que las cosificase. Nada más lejos de la realidad, la directora radiografía la mirada hegemónicamente masculina que se encuentra detrás de gran parte de la Historia del cine, señala las partes afectadas por la enfermedad y las sustituye por unas sanas, devolviéndole al espectador una cinta que estudia la sexualidad sin sexualizar a los personajes, que se acerca a los cuerpos sin acosarlos. La idea es, por tanto, deconstruir el mecanismo de la sexualidad en busca de todos los engranajes oxidados de misoginia para erradicarlos y poder, a partir de ahí, construir una sociedad sana y nueva en la que el consentimiento, la igualdad y el respeto estén siempre en el centro de todo tipo de relaciones. Para ello, la realizadora diseña un relato de raíz realista que se deja llevar por la niebla de la abstracción para terminar caminando por un sendero en el que el naturalismo y onirismo se funden de forma irreversible.

    Así, al mismo tiempo que la atmósfera de la cinta va cambiando progresivamente de forma, la diversión y el placer van desapareciendo del rostro de la protagonista, dejando vacío un espacio que ocupa la sombra afilada de la pesadilla. Dicho de otra manera, lo que en un principio parecía ser un coming of age cargado de alcohol, sudor y arena, termina convertido en una película de terror que, por desgracia, millones de mujeres viven al año en primera persona. Molly Manning Walker muestra los efectos que produce en la sociedad la metabolización de una tradición de origen burgués y machista que tiene como eje central la idea de que alguien no es realmente adulto hasta que no ha mantenido relaciones sexuales. La interiorización de dicho concepto por parte de la protagonista y la consecuente presión que ejercen sus amigas sobre ella le provocan ataques de ansiedad que no hacen sino evitar que disfrute de sus vacaciones. How to have sex, en definitiva, destapa de forma brillante los viciados mecanismos que mueven a un sistema heteropatriarcal incapaz de entender el concepto de consentimiento --y cuyas dos únicas reacciones ante una violación son quitarle importancia o culpar a la víctima--, al mismo tiempo que propone una nueva mirada desde la que contar las películas.


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