|| Críticas | 68 SEMINCI | ★★★☆☆
El maestro que prometió el mar
Patricia Font
Las promesas fusiladas
Rubén Téllez Brotons
ficha técnica:
España, 2023. Título original: El maestro que prometió el mar. Dirección: Patricia Font. Guion: Albert Val. Novela: Francesc Escribano. Música: Natasha Arizu del Valle. Fotografía: David Valldepérez. Reparto: Enric Auquer, Laia Costa, Luisa Gavasa, Ramón Agirre, Milo Taboada, Alba Guilera, Edu Ferres.
España, 2023. Título original: El maestro que prometió el mar. Dirección: Patricia Font. Guion: Albert Val. Novela: Francesc Escribano. Música: Natasha Arizu del Valle. Fotografía: David Valldepérez. Reparto: Enric Auquer, Laia Costa, Luisa Gavasa, Ramón Agirre, Milo Taboada, Alba Guilera, Edu Ferres.
Antes de convertirse en un escritor y cineasta de renombre, Pasolini trabajó durante algunos años como profesor en una escuela de la periferia romana. Sus alumnos eran chavales marginados socialmente que estaban condenados a delinquir para poder sobrevivir. La falta de recursos y la abundancia de pobreza desmotivaba pronto a unos jóvenes que, pese a todo, guardaban en los bolsillos de su mirada una vitalidad desesperada. El futuro autor de Las cenizas de Gramsci y Mamma Roma se volcó en cuerpo y alma en ayudar a esos chicos que, como él, eran víctimas de una sociedad desigual e intolerante construida sobre la sangre y las lágrimas de los explotados. Para conseguir que los chavales se enamorasen del placer de aprender y se implicasen en las clases, Pasolini, entre otras muchas cosas, inventaba cuentos pedagógicos a través de los cuales fomentaba su creatividad, les transmitía su amor por la literatura y les incitaba a escribir, a pintar y a cuidar de un jardín escolar que había sido construido entre todos, para todos. Tiempo después, el poeta escribiría: «Pienso que es necesario educar a las nuevas generaciones en el valor de la derrota. En manejarse en ella. En la humanidad que de ella emerge. En construir una identidad capaz de advertir una comunidad de destino, en la que se pueda fracasar y volver a empezar sin que el valor y la dignidad se vean afectados. En no ser un trepador social, en no pasar sobre el cuerpo de los otros para llegar el primero».
Antoni Benaiges, como Pasolini, fue crítico con el mundo que le tocó vivir, intentó cambiarlo a través de la literatura y la educación y pagó el precio de la disidencia con su propia vida. El maestro que prometió el mar, por tanto, se presenta ante los ojos del espectador como un testimonio que narra de forma traslúcida un crimen que fue enterrado en una fosa común. La directora compone un relato que se mueve entre un presente mutilado y un pasado amordazado por los restos de un fascismo que todavía asfixia cualquier posibilidad de futuro sano. El joven profesor se convierte así en el paradigma de los ideales de una república democrática que modernizó España hasta convertirla, pese a la frontal oposición de esas élites que hacían de la sumisión de las clases populares su negocio, en uno de los países más avanzados del mundo. Después del asesinato del maestro, la promesa de llevar a sus alumnos a ver el mar se quedó colgando entre los pliegues de un vacío que todavía hace sangrar la memoria y la conciencia de un país entero. La cinta dista mucho de ser perfecta —el recurso de las dos líneas narrativas que avanzan en paralelo susurrándose la una a la otra esos secretos que se perdieron en el fondo de la conciencia impide que toda la emoción de las imágenes se concentre en un único clímax; el personaje de Laia Costa se pierde en su intento de parecer sutil y contenido—, pero resulta imposible no enmudecer de emoción ante este ejercicio de memoria colectiva tan luminoso como necesario; no doblarse en un llanto desgarrador tras escuchar esos deseos de renovación y libertad que no pudieron ser más que eso: deseos; no deshacerse en lágrimas al imaginar cómo habría sido ese viaje a un mar llamado futuro.