|| Críticas | ★★★★☆
La desconocida
Pablo Maqueda
Oscuridad en la luz
Adrián Chamizo
ficha técnica:
España, 2023. Título original: La Desconocida. Dirección: Pablo Maqueda. Guion: Pablo Maqueda, Paco Bezerra, Haizea G. Viana. Montaje: Marta Velasco. Dirección de fotografía: Santiago Racaj. Música: Elena Hidalgo. Compañía productora: Formula Cine, Elamedia Estudios, La Fragua Audiovisual, ICAA, Telemadrid, ECAM. Distribuidora en España: Filmax. Intérpretes: Manolo Solo, Laia Manzanares, Eva Llorach, Blanca Parés, Vega Céspedes. Duración: 88 minutos.
España, 2023. Título original: La Desconocida. Dirección: Pablo Maqueda. Guion: Pablo Maqueda, Paco Bezerra, Haizea G. Viana. Montaje: Marta Velasco. Dirección de fotografía: Santiago Racaj. Música: Elena Hidalgo. Compañía productora: Formula Cine, Elamedia Estudios, La Fragua Audiovisual, ICAA, Telemadrid, ECAM. Distribuidora en España: Filmax. Intérpretes: Manolo Solo, Laia Manzanares, Eva Llorach, Blanca Parés, Vega Céspedes. Duración: 88 minutos.
De esta simple forma, La desconocida capta la atención del espectador desde su primer plano, algo que no es fácil y que Maqueda va escuadrando a lo largo de toda la ficción. La película se compone de una estructura un tanto teatral. Algo coherente, ya que parte de la obra de teatro Grooming de Paco Becerra, quien ha colaborado en la adaptación. De un acabado visual tenue, posiblemente reflejo de la personalidad de sus protagonistas, la propuesta se compone de unas imágenes rectas en cuanto a su composición, pero que huyen de la marcada y recreada simetría que se ha puesto de moda en los últimos años. Aquí los planos no buscan el postalismo, sino mostrar el espacio y la incomodidad de las situaciones que se están desarrollando. Esas imágenes rectas, en cierta manera, recuerdan a algunos thrillers psicológicos del cine norteamericano de los setenta, donde el espacio se antojaba crucial para sacar a colación una serie de oscuridades de un mundo que estaba cambiando. Lo valioso de las imágenes de La desconocida es que van más allá del guiño fácil, tan en boga en numerosos estrenos contemporáneos, para encuadrarse perfectamente en la idiosincrasia castiza, ilustrada a través de la presentación del personaje de Leo (Manolo Solo). Sin ir más lejos encontramos cierta similitud con el valiente cine de Carlos Vermut. Tanto Magical Girl (2014) como La desconocida comparten el mismo director de fotografía (Santiago Racaj). Por ello intuimos que ciertos puentes estilísticos no son casuales, sino fruto de una labor concienzuda de construcción del relato. Recordemos también la dureza de las películas de Vermut, en las que se respira una influencia de varios autores que aquí también podemos intuir.
Por su tratamiento resulta una rara avis dentro de lo que está produciendo el nuevo cine español, ya que Maqueda huye de tics comerciales y le da un peso específico a la cadencia de las imágenes. Obtenemos así numerosos momentos de intensidad a través del tándem actoral y sus diálogos, que en cierta manera pueden recordarnos al cine de Michael Haneke. También algunos de sus pasajes lindan incluso con el cine fantástico o los toques oníricos de David Lynch, algo que provoca inquietud y un desconcierto en el calmado pero nebuloso duelo que interpretan con soltura Manolo Solo y Laia Manzanares.
Mediante estas imágenes rectas y su montaje sintético, se abordan un aspecto social muy turbio como son nuestras relaciones en redes sociales en la esfera privada. Todo ello sin moralismos ni discursos adoctrinadores a lo largo de sus 88 minutos. Otro de los aspectos interesantes es cómo inserta de forma muy inteligente lo invisible del mal mediante el uso del plano general: el mal puede encontrarse a plena luz del día en lugares cotidianos, en la esfera pública de cualquier miembro de nuestra sociedad. Así, subrayados, el relato adquiere una notoria credibilidad al ilustrar a personajes cerca de lugares como un colegio o un supermercado, elementos casi milagrosos y ausentes en gran parte del cine español de los últimos años.
Se agradece la valentía y la nitidez de la propuesta a la hora de tratar un tema tan peliagudo, que por desgracia causa dolorosos sucesos allá donde las nuevas tecnologías se reflejan como armas de doble filo. Sobre todo en unos tiempos donde el espectador ya llega adoctrinado a la sala sabiendo qué le van a contar, qué tiene que aplaudir y que lo más cómodo es mirar hacia otro lado. Por el contrario, aquí tenemos una película incómoda y desconcertante que pone sobre la mesa problemáticas que la ficción y la realidad suelen evitar.