|| Críticas | ★★★★☆
Suzume
Makoto Shinkai
La última maravilla de Shinkai
Ignacio Navarro Mejía
ficha técnica:
Japón, 2022. Título original: すずめの戸締まり. Dirección: Makoto Shinkai. Guion: Makoto Shinkai. Producción: Aniplex / CoMix Wave Films / Kazokawa. Montaje: Makoto Shinkai. Música: Kazuma Jinnouchi y Radwimps. Reparto (voces): Nanoka Hara, Hokuto Matsumura, Eri Fukatsu, Shôta Sometani, Sairi Itô, Kotone Hanase, Kana Hanazawa, Ryunosuke Kamiki, Ann Yamame. Duración: 122 minutos.
Japón, 2022. Título original: すずめの戸締まり. Dirección: Makoto Shinkai. Guion: Makoto Shinkai. Producción: Aniplex / CoMix Wave Films / Kazokawa. Montaje: Makoto Shinkai. Música: Kazuma Jinnouchi y Radwimps. Reparto (voces): Nanoka Hara, Hokuto Matsumura, Eri Fukatsu, Shôta Sometani, Sairi Itô, Kotone Hanase, Kana Hanazawa, Ryunosuke Kamiki, Ann Yamame. Duración: 122 minutos.
Su última obra es Suzume, presentada hace unos meses a competición en el festival de Berlín y estrenada ahora en nuestra cartelera. Afortunadamente no hemos tenido que esperar mucho a que nos llegara, pues los distribuidores saben que su cine tiene un gran tirón, dentro del seguimiento creciente que tiene el anime en general, y es de esperar que esta película extienda su éxito en taquilla fuera de su país de origen, donde ya lo ha cosechado. La misma reúne todos los elementos característicos del cine de Shinkai, partiendo, de nuevo, de que estamos ante una historia fantástica personal, concebida por este director desde su premisa y sus primeras traslaciones gráficas, y ultimada, nuevamente, en su sala de montaje. Ahora bien, y asimismo, es una historia repleta de referencias. Suzume es una chica que cursa bachillerato en una pequeña ciudad costera de Japón, y una mañana en que se dirige al instituto conoce a un misterioso chico, llamado Souta, que busca unas ruinas cercanas al pueblo. Suzume lo sigue y descubre que las ruinas albergan portales por los que, desde el inframundo, se puede colar una fuerza fantasmal, invisible para los demás, que provoca terremotos en los alrededores. Souta es uno de los llamados selladores, dedicados a cerrar estos portales cuando son abiertos. Sin embargo, al acudir a estas ruinas, sufre una maldición que le impide cumplir su tarea por sí solo, por lo que Suzume se ofrece para ayudarlo. Y así los dos recorren el país a la busca de portales abiertos, uno de los cuales, además, permitirá a la protagonista hacer paces con un trauma que la aqueja desde niña.
En esta premisa se encuentra algo de la mitología japonesa sobre el origen de los seísmos y la existencia de puertas o conexiones entre el mundo real y el más allá, algo en lo que ha insistido igualmente, por citar directamente al maestro, Haruki Murakami, reconocida influencia de Shinkai. Pero, sobre todo, este desarrolla su trama con guiños directos a otras películas conocidas del anime, y en particular del universo Ghibli. Él mismo ha señalado entonces como influencia más directa una de las primeras cintas de Miyazaki, Nicky, la aprendiza de bruja. Aunque la protagonista de esta última es más joven que Suzume, hay grandes similitudes, por ejemplo, en el gato parlanchín que la acompaña o en otros personajes con los que se encuentra y que la ayudan de forma casi desinteresada. No resulta inverosímil esta empatía colectiva para un pueblo acostumbrado a ello, frente al egoísmo y al individualismo de otras sociedades. La aventura de Suzume se inscribe por tanto en un mensaje más amplio, de reconciliación con las personas que le rodean y sobre todo de recuerdo de antepasados de su cultura, personas que antes han poblado la tierra, pisado por sus mismos lugares y de quienes ahora solo quedan huellas y reliquias. Shinkai incluye estas evocaciones dentro de las secuencias más climáticas, añadiendo emoción y lirismo a su intensidad inherente. En efecto, vuelve a demostrar que es un gran artesano de la carga emotiva de una imagen, gracias a su iluminación muy marcada, su perspectiva sugerente (desde el punto de vista del ángulo y el detalle) y su propia colocación en el montaje.
Lo más llamativo de Suzume, aparte de la fascinación de su historia y la exhibición visual que nos ofrece, es entonces cómo el fondo y la forma se compenetran y secuencian. El cineasta nipón, al albergar el control absoluto sobre su obra, se permite a menudo llevarla por caminos que solo el conoce plenamente, lo cual a veces da lugar a una narración algo caótica, con más fortuna en su progresión (como en Your Name) o algo menos (como en El tiempo contigo). Frente a ello, en Suzume se mantiene este impulso pero toda la estructura narrativa está mucho más medida, no hay partes que parezcan salirse de tono ni de ritmo. A su vez, este es elevado, y la trama va uniendo muchos elementos, por lo que la especial dificultad de la película es dar importancia a todos ellos al tiempo que avanza por la trama principal con claridad y precisión. Y lo consigue. Este es un mérito que va desde el libreto hasta el montaje, por lo que se advierte una gran coherencia en todo el tratamiento de la cinta, cuyo desenfreno es pues engañoso, ya que un análisis tanto del conjunto como de sus secuencias sucesivas revela su dominio exacto, dicho de otra manera, desde la planificación hasta la realización final. Esto, con todo, deja menos acción o drama pendiente de resolver o dilucidar, por así decir, en una estructura que, como gusta a Shinkai, depende de un giro emocional que cambia la perspectiva sobre lo que se ha visto previamente. Al haber asistido a una visualización más despejada, el espectador no va acumulando tanta expectativa, que suele provenir del desconocimiento (incluso desconcierto), por lo que cuando llega ese giro, resulta en efecto emotivo, funciona, pero no ofrece una perspectiva completamente nueva y reveladora. No tiene el mismo efecto que en Your Name. En cualquier caso, Suzume juega a otro nivel, quizá más maduro, más depurado, menos sorprendente pero igual de valioso y, al fin y al cabo, tan maravilloso y memorable como lo mejor del anime.