|| Críticas | Estrenos | ★★★☆☆
Matria
Álvaro Gago
Retazos de una mujer de clase trabajadora
Adrián Chamizo
ficha técnica:
España, 2023. Título original: Matria. Dirección: Álvaro Gago. Guion: Álvaro Gago. Montaje: Ricardo Saraiva Dirección de fotografía: Lucía C.Pan. Música: Patricia Cadaveira, Marcel Pascual. Compañía productora: Avalon, Axencia Galega das Industrias Culturais (AGADIC), Excma. Diputación de Pontevedra, Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales (ICAA), La Incubadora, Matriuska Producciones S.L, Ringo Media, Televisión de Galicia (TVG) S.A. Distribuidora en España: Avalon. Intérpretes: María Vázquez, Santi Prego, Francisca Iglesias Bouzón, Susana Sampedro, Soraya Luaces, Sergio Baleirón, Tatán. Duración: 99 minutos.
España, 2023. Título original: Matria. Dirección: Álvaro Gago. Guion: Álvaro Gago. Montaje: Ricardo Saraiva Dirección de fotografía: Lucía C.Pan. Música: Patricia Cadaveira, Marcel Pascual. Compañía productora: Avalon, Axencia Galega das Industrias Culturais (AGADIC), Excma. Diputación de Pontevedra, Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales (ICAA), La Incubadora, Matriuska Producciones S.L, Ringo Media, Televisión de Galicia (TVG) S.A. Distribuidora en España: Avalon. Intérpretes: María Vázquez, Santi Prego, Francisca Iglesias Bouzón, Susana Sampedro, Soraya Luaces, Sergio Baleirón, Tatán. Duración: 99 minutos.
En primer lugar, es bastante llamativo el salto hacia delante de su realizador, Álvaro Gago, cuya carrera hasta ahora la conformaban cuatro cortometrajes: Curricán (2015), Bombolles (2015), Matria (2017) y 16 de Diciembre (2019). Gago adapta el corto homónimo de 2017 en un largometraje con numerosos puntos muchos más sólidos: puesta en escena, montaje, actuación, fluidez narrativa, etc.
Lo valioso de Matria, aunque pueda parecer un cliché, es que es una película creíble y cercana. En su retrato de una mujer de clase trabajadora, Gago es muy firme a la hora de mostrar una realidad palpable en el día a día de miles de personas que viven a pie de calle y sobreviven a base de un sinfín de trabajos precarios de quita y pon. Además, centra su mirada en Ramona, una peculiar mujer gallega de personalidad batalladora, encarnada por María Vázquez, cuya interpretación le valió el galardón a mejor actriz protagonista en el último Festival de Málaga. Una mujer de apariencia mundana y corriente que no sucumbe a las injusticias que el día a día del mercado laboral y la monotonía mecánica le deparan.
De puesta en escena clara y calculada, Gago dota a sus imágenes de un notorio realismo. Filma a base de planos de cierta duración, donde muestra las acciones de Ramona, ya sea en sus tareas laborales, del hogar, sus tiempos muertos o sus pocos pero valiosos respiros de ocio nocturno. Mediante esta decisión formal y estética, sumada a que el acabado de la película es muy compacto sin arritmias narrativas ni visuales, consigue que haya una notoria inmersión en este microrrelato ambientado en la geografía gallega. No faltan los momentos un tanto manidos de este tipo de cine social, También en La hija de un ladrón (Belén Funes, 2019), por establecer un paralelismo patrio y cercano, encontramos momentos de cierto frenetismo e intensidad en las acciones de la protagonista que complementan a otros de cierta calma.
Matria logra mostrar desde esa perspectiva cercana y reconocible numerosas problemáticas que acusa España en este complejo e incierto siglo XXI. Sus imágenes y su guión muestran, sin necesidad de diatribas, aspectos como la precariedad laboral, la falta de compromiso y solidaridad cooperativa en los ámbitos laborales, la incomunicación familiar, la soledad de la vejez o el maltrato doméstico. Sin renunciar a cierto alivio cómico, que, aunque se introduzca a base de pequeños detalles, resulta muy humano y también muy característico del cine español; ya maestros como Forqué, Berlanga o Fernán Gómez supieron leer muy bien la sociedad de su momento y crear humor de nuestras miserias y contradicciones. De cara al espectador funciona por la empatía al ver a su protagonista soportando los golpes de la cotidianidad laboral y lidiando con el paso de su hija a la adultez. Su último refugio será una antigua amistad, la cultura de bar y la música latina que la acompaña en su día a día. El montaje entre estas diferentes capas resulta ágil y dota a las diferentes peripecias de Ramona de fluidez y unidad. A ello hay que sumar el trabajo de sonido, que nos indica lo volátil e intenso que es el mundo que la rodea.
No obstante, Matria presenta también algunos problemas de fondo. Algunos personajes secundarios quedan un poco desdibujados a lo largo de la narración, porque todos ellos funcionan como muletas de la protagonista, seres en su micromundo que son necesarios aunque algunos sean negativos para ella, como su pareja sentimental con comportamientos desagradables. Lo que contrasta con el sólido retrato de su protagonista, aunque sirva para mostrar sus debilidades. El resultado global es convincente, y en cierta manera abre las miras hacia el nuevo cine español que, como La hija de un ladrón, refleja el día a día de personas a pie de calle que ocupan gran parte de su tiempo dedicadas al trabajo.