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    Cine Alemán Siglo XXI

    Crítica | Puñales por la espalda: El misterio de Glass Onion

    || Críticas | ★★★★☆ |
    Puñales por la espalda:
    El misterio de Glass Onion
    Rian Johnson
    Muerte en las islas griegas


    José Martín
    Telde |

    ficha técnica:
    Estados Unidos, 2022. Título original: «Glass Onion: A Knives Out Mystery». Dirección: Rian Johnson. Guion: Rian Johnson. Producción: Ram Bergman, Rian Johnson, Leopold Hughes, Nikos Karamigios. Productoras: T-Street. Distribuidora: Netflix. Fotografía: Steve Yedlin. Música: Nathan Johnson. Montaje: Bob Ducsay. Reparto: Daniel Craig, Janelle Monáe, Edward Norton, Kathryn Hahn, Leslie Odom Jr., Kate Hudson, Dave Bautista, Jessica Henwick, Madelyn Cline, Dallas Roberts, Jackie Hoffman. Duración: 139 minutos.

    Desde que diera la campanada con la rompedora Brick (2005), originalísima pieza de cine negro ambientada en un instituto caloforniano, el director Rian Johnson ha sabido moverse con soltura entre el cine independiente –Los hermanos Bloom (2008)– y el de gran presupuesto –Star Wars: Los últimos Jedi (2017)–, regalando entre ellas una de las mejores cintas de ciencia ficción de los últimos años, Looper (2012). Con Puñales por la espalda (2019) se marcó uno de los mayores éxitos de su carrera, homenajeando con elegancia y fino humor a aquellas historias de crimen y lujo imaginadas por Agatha Christie, cuyas adaptaciones cinematográficas vivieron un momento de esplendor entre finales de los 70 y primeros de los 80, y que Kenneth Branagh ha devuelto a la actualidad gracias a sus versiones de Asesinato en el Orient Express (2017) y Muerte en el Nilo (2022). En la comedia de Johnson, un escritor de novelas de misterio era asesinado en vísperas de su 85 cumpleaños y la plana mayor de sus familiares era sospechosa de haber cometido el crimen. Muy celebrado fue el trabajo de Daniel Craig, totalmente alejado de su varonil imagen como agente 007 para meterse en la piel del perspicaz detective Benoit Blanc –una suerte de divertido Hércules Poirot contemporáneo–, acompañado de una chispeante Ana de Armas que fue capaz de destacar entre un reparto de estrellas del calibre de Jamie Lee Curtis, Toni Collette, Christopher Plummer, Chris Evans, Michael Shannon o Don Johnson. Crítica y público cayeron rendidos ante los múltiples placeres de un producto que recuperaba la esencia de aquellas entrañables comedias añejas de misterio, tipo Un cadáver a los postres (Robert Moore, 1976) o El juego de la sospecha (Jonathan Lynn, 1985), y Netflix se apuntó un tanto comprando los derechos de una franquicia, asegurándose el rodaje de, al menos, dos secuelas, de las cuales acaba de aterrizar en la plataforma de streaming la primera de ellas, Puñales por la espalda: El misterio de Glass Onion.

    Esta segunda aventura cinematográfica de Benoit Blanc (único personaje que repite del reparto original) parte con la presión de, al menos, igualar la calidad de la primera Puñales por la espalda, así como de ofrecer la misma cantidad de sorpresas que hicieron de la primera un éxito. Rian Johnson puede respirar tranquilo, ya que El misterio de Glass Onion cumple todas estas expectativas y eleva la apuesta a un producto aún más divertido y juguetón. Los acontecimientos se desarrollan, en esta ocasión, en mayo de 2020, justo cuando la pandemia del COVID azotaba con mayor virulencia a la sociedad, y encontramos a un Benoit prácticamente confinado en la bañera de su casa, extrañando un nuevo caso de misterio verdaderamente peligroso como los que le daban la vida, hasta que recibe una enigmática caja que esconde en su interior una invitación a la mansión del multimillonario magnate tecnológico Miles Bron (acertado Edward Norton, felizmente recuperado tras una racha bastante gris en el cine), situada en una isla griega. Él no la única personalidad convidada, ya que en el espléndido prólogo de la cinta, asistimos a cómo reciben sus invitaciones el resto de invitados, haciendo una rápida y muy mordaz presentación de cada uno de ellos. Una ecléctica cuadrilla de nuevos ricos que representan lo peor de una élite de “triunfadores” gracias a las influencias de Miles, y que incluye a Claire (Kathryn Hahn), la gobernadora de Connecticut; Lionel (Leslie Odom Jr.), científico jefe de las empresas de Bron; Duke (un Dave Bautista empecinado en desmarcarse de otros colegas de la lucha libre metidos a actor, escogiendo personajes más jugosos, algo que resuelve con suma gracia), un exitoso streamer de Twitch de ideas abiertamente machistas, siempre apoyado por su novia Whiskey (Madelyn Cline); Birdie (Kate Hudson), una antigua supermodelo reconvertida en polémica influencer –tiene una facilidad innata para las publicaciones políticamente incorrectas, algo que vuelve loca a su asistente Peg (Jessica Henwick)– y Andi (Janelle Monáe), la antigua y mal avenida socia de Bron, con quien tuvo un turbulento juicio en el pasado.

    La excusa de que la trama gire alrededor del creador de un imperio basado en las últimas tecnologías propicia que esta secuela tenga una apariencia menos clásica y sí más espectacular. Esa mansión, ampliamente tecnificada, coronada por una cúpula en forma de cebolla de cristal gigante, y todos los gadgets que la habitan –estatuas que emergen del mar para recibir a los visitantes, robots que transportan las maletas...–, casi parecen salidos de una película del mismísimo James Bond (¿guiño a Craig?) y ayudan a que El misterio de Glass Onion tenga un acabado visual más exuberante que el de su antecesora. Una vez más, el guion es una de las mayores bazas de Johnson, con unos diálogos cargados de ironía y una sangrienta crítica hacia el tipo de fauna que satiriza, y unos personajes que, aun siendo arquetipos muy reconocibles, esconden más capas (y motivos personales para cometer un asesinato) de las que pudiera parecer en un principio. Siendo Daniel Craig la indiscutible estrella de la función en un papel para el que parece haber nacido, aquí abiertamente gay, hay que reconocer que todo el reparto está perfecto en sus roles, destacando una Kate Hudson chispeante y divertidísima como no la veiamos desde Casi famosos (Cameron Crowe, 2000) y, sobre todo, la brillante Janelle Monáe, que tiene entre sus manos el personaje con más matices y sorpresas de la función, algo que sabe explotar hasta extremos insospechados, acaparando muchas de las mejores escenas. La premisa de un fin de semana en una mansión apartada de todo, donde se va a celebrar un juego de “crimen misterioso” que los invitados deben resolver, y acaba en asesinato real, es algo que ya hemos visto muchas veces en la gran pantalla, pero Johnson se las arregla para adornarla de agradables cameos (alguno capaz de emocionar a los amantes del género), pistas falsas, flashbacks y saltos temporales muy bien insertados, y una inteligentísima dosificación de la información, para hacer que la resolución de la historia sea, si bien no todo lo inesperada que cabría esperar, sí de lo más adictiva y disfrutable. En definitiva, Puñales por la espalda: El misterio de Glass Onion es una continuación más grande, más larga y más ambiciosa que la original. También es igual de divertida, ágil y estilosa que aquella, por lo que estaremos encantados de que el inquieto Benoit Blanc vuelva con nuevos casos para resolver en próximas temporadas.


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