|| Críticas | Seminci 2022 | ★★☆☆☆
L'immensità
Emanuele Crialese
De buenas intenciones está el infierno lleno
Raquel Loredo
ficha técnica:
Italia, Francia, 2022. Título original: «L'immensità». Duración: 98 min. Dirección: Emanuele Crialese. Guion: Emanuele Crialese, Francesca Manieri, Vittorio Moroni. Música: Rauelsson. Fotografía: Gergely Pohárno. Reparto: Penélope Cruz, Vincenzo Amato, Elena Arvigo, Aurora Quattocchi, Filippo Pucillo, Alvia Reale, Luana Giuliani, Carlo Gallo, Patrizio Francioni, Guiuseppe Pattavina, Francioni. Productora: Chapter 2, Wildside, France 3 Cinéma, Pathé, Canal+.
Italia, Francia, 2022. Título original: «L'immensità». Duración: 98 min. Dirección: Emanuele Crialese. Guion: Emanuele Crialese, Francesca Manieri, Vittorio Moroni. Música: Rauelsson. Fotografía: Gergely Pohárno. Reparto: Penélope Cruz, Vincenzo Amato, Elena Arvigo, Aurora Quattocchi, Filippo Pucillo, Alvia Reale, Luana Giuliani, Carlo Gallo, Patrizio Francioni, Guiuseppe Pattavina, Francioni. Productora: Chapter 2, Wildside, France 3 Cinéma, Pathé, Canal+.
La oda a la madre de Crialese se concreta en noventa y ocho minutos de planos que fundamentalmente se recrean en magnificar la perfección estética, al estilo de exultante belleza mediterránea, de la madre burguesa de una familia italiana de los 70 con tres hijos y un padre machista cliché (violento, adúltero, misógino, serio, descorazonado, falto de empatía…). Este típico retrato de hombre maltratador, que Crialese condena como evidentemente cruel pero que por otra parte deja en vacuo y superficial por no ser más que puro contexto para su película, acompaña a un argumento en el que el personaje principal es el preadolescente primogénito de la familia: un joven con disforia de género al que todos llaman Adriana. Este niño de doce años, presumible álter ego del director, que se identifica a sí mismo como Andrea (nombre italiano masculino) protagoniza lo que se convierte en un melodrama, paradójicamente drenado de emoción, sobre la incomprensión del mundo y el ir a contracorriente ante una sociedad que te obliga a aceptar sus normas y a fingir que todo va bien.
Lo que al final le ha salido a Crialese es una propuesta saturada y bifocal, que apela al buenismo y a la ternura del espectador, pero en la que en cada plano parecen luchar al unísono dos realidades: por un lado, está entre líneas, pero claramente visible lo que el italiano quería hacer, y por otro y en contraposición con lo anterior, está lo que L’immensità realmente ha conseguido. Algo mucho más carente de interés, como ya muchas voces venían adelantando desde el paso de la cinta por Venecia. La película, que también toca de puntillas temas relacionados con el clasismo o la modificación urbanística de las ciudades europeas a mediados del siglo XX, quería capturar el espíritu y la emoción contenida en una desgarrada balada italiana clásica. Para ello, además de limitarse a incorporar canciones de este estilo a la banda sonora, la cinta incluye intercaladas y breves disrupciones musicales en forma de ensoñaciones del personaje adolescente que salpican todo el metraje. Así, de repente la acción se rompe y vemos a Penélope Cruz en blanco y negro haciendo playback mientras baila reproduciendo la escena del típico late night televisivo de los 70, de excesivas coreografías y pantalones acampanados. O vemos al protagonista adolescente convertido en doliente crooner tras la pérdida de su primer amor. Pero, y aunque pudiera parecer sencillo que casi cualquier imagen saliera potenciada al proyectarse al ritmo de canciones al estilo de la, utilizada aquí, versión italiana de Johnny Dorelli del tema principal de Love Story (1970, Arthur Hiller), la realidad es que el resultado de conjunción entre esta música –arriesgada por poder vascular rápidamente una cinta hacía el efectismo ridículo en vez de hacia la épica de lo emocional– no funciona con las imágenes de Crialese. No hay desgarro, no hay pasión, no hay verdad. Y sin alma la colección de metáforas musicales de L’immensità queda en un idioma hueco, en un truco de salón, en una decisión que no enriquece el discurso, sino que lo acaba rebajando y a la que de nada le sirven ni su buena ambientación ni su colección de planos preciosistas. Lástima que esta inmensidad de buenas intenciones, con tan solo algunas partes de secuencias interesantes (como la de Penélope Cruz regando con una manguera a un montón de madres burguesas para evitar que estas abofeteen a sus hijos por hacer una trastada menor), quede tan solo en un boceto. En un dibujo inacabado con espíritu a psicología analítica en su incompleto retrato de personajes femeninos o, en definitiva, en un esquema infinito con eco de neblina autobiográfica de cosas que pudieron ser, pero que al final no fueron.
▼ L'immensità, Emanuele Crialese
Sección oficial Seminci 2022.
Sección oficial Seminci 2022.