|| Críticas | Locarno 2022 | ★★★☆☆
Human Flowers of Flesh
Helena Wittmann 🇩🇪
Como si no pasara el tiempo
Ignacio Navarro Mejía
ficha técnica:
Alemania, Francia, 2022. Título original: «Human Flowers of Flesh». Director: Helena Wittmann. Guion: Helena Wittmann. Producción: Fuenferfilm, Tita Productions, If You Hold a Stone. Fotografía: Helena Wittmann. Reparto: Angeliki Papoulia, Ferhat Mouhali, Gustavo Jahn, Ingo Martens, Mauro Soares, Vladimir Vulevic, Steffen Danek, Nina Villanova, Denis Lavant. Duración: 106 minutos.
Alemania, Francia, 2022. Título original: «Human Flowers of Flesh». Director: Helena Wittmann. Guion: Helena Wittmann. Producción: Fuenferfilm, Tita Productions, If You Hold a Stone. Fotografía: Helena Wittmann. Reparto: Angeliki Papoulia, Ferhat Mouhali, Gustavo Jahn, Ingo Martens, Mauro Soares, Vladimir Vulevic, Steffen Danek, Nina Villanova, Denis Lavant. Duración: 106 minutos.
Llevar esta técnica a un largometraje que, en puridad, es de ficción, pues tiene un cierto hilo narrativo y, en todo caso, el subtexto de la mencionada experiencia de los legionarios, se antoja complicado. A ello se atreve Human Flowers of Flesh, que compite en la presente edición del festival de Locarno. La idea, como decíamos, es ofrecer una nueva perspectiva de un conflicto pasado, sin apenas revelar nada de este último pero asegurando que subyace en todo el drama. Para ello, Wittmann persigue provocar un cierto estado anímico a través del trabajo de la imagen y del sonido, llamando la atención sobre ellos más que sobre acciones o diálogos concretos. La primera escena dialogada lo deja bien claro, pues el encuadre se detiene en la que a priori es la protagonista, la viajera encarnada por Angeliki Papoulia, en medio de una conversación apenas audible, de la que se abstrae, para que en torno a ella predomine, en cambio, el sonido del mar. En el metraje, hay así muchos instantes en que el protagonismo recae en el sonido ambiente, ya sean las cigarras en la costa, las olas en alta mar o el crujir de la madera del barco.
Este barco lleva a esta y otros personajes de un sitio a otro, sin una trayectoria ni un motivo aparentes, aunque se mueven, por lo que dejan entrever las localizaciones, por el norte de África. No hay pues diálogos expositivos ni otro tipo de información dramática, por lo que se pide a cada espectador, como en el videoarte, completar el significado de lo que ve y lo que oye, todo lo cual se despliega como una sucesión de instantáneas. De hecho, más allá del sonido y del escaso movimiento de algunos planos, muchos se caracterizan por su inercia o quietud, como acciones en suspensión. Wittmann tiene más experiencia como directora de fotografía que como realizadora, y ello seguramente influye en esta manera de acometer la puesta en escena. La minuciosidad de las composiciones tiene con todo algún aspecto discutible, en relación por ejemplo con el muy limitado movimiento de la cámara. Los primeros planos de la película son fijos y en ellos varios de los personajes siguen un camino silvestre. Luego hay una acción similar con dos personajes a los que se encuadra con una panorámica. Y la tercera vez que dos caminan en plano, en toda la película, la cámara los sigue con un largo traveling lateral. Esta inconsistencia no tendría ninguna relevancia si no fuera por la referida puesta en escena, que busca siempre posiciones de cámara exactas e incluso incluye fragmentos de composiciones poco habituales, a nivel microscópico o en el fondo del mar. Todo ello convierte a Human Flowers of Flesh (título que identificaría a los seres humanos inertes como flores, a la deriva) en una cinta única, difícil, frustrante y dotada de una extraña melancolía. ⁜