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    Cine Alemán Siglo XXI

    Crítica | Todo a la vez en todas partes

    || Críticas | ★★★★★ |
    Todo a la vez en todas partes
    Dan Kwan, Daniel Scheinert
    Mis dobles, mi marido y yo


    José Martín
    Telde |

    ficha técnica:
    Estados Unidos, 2022. Título original: «Everything Everywhere All at Once». Dirección: Dan Kwan, Daniel Scheinert, Daniels. Guion: Dan Kwan, Daniel Scheinert. Producción: Dan Kwan, Daniel Scheinert, Daniels, Mike Larocca, Joe Russo, Anthony Russo, Jonathan Wang. Productoras: AGBO, Hotdog Hands, Ley Line Entertainment, Year of The Rat, IAC Films. Distribuidora: A24. Fotografía: Larkin Seiple. Música: Son Lux. Montaje: Paul Rogers. Reparto: Michelle Yeoh, Stephanie Hsu, Ke Huy Quan, James Hong, Jamie Lee Curtis, Tallie Medel, Jenny Slate, Harry Shum Jr. Duración: 139 minutos.

    DDan Kwan y Daniel Scheinert, también conocidos como los Daniels, no pudieron imaginar una carta de presentación cinematográfica más satisfactoria que la que supuso la rompedora Swiss Army Man (2016). Después de una amplia experiencia en el campo del cortometraje y los videos musicales, estos creadores causaron sensación a su paso por diferentes festivales con una extrañísima comedia negra que regalaba a Daniel Radcliffe el rol más bizarro de su carrera, aquel con el que se desmarcaría del todo del inolvidable Harry Potter que le dio la fama: el de un pestilente cadáver en estado de descomposición que le brindó el premio a mejor actor en Sitges. La colección de momentos escatológicos y demenciales que la película acumulaba (no apta para todos los paladares, ahí están los abandonos de la sala durante su proyección en Sundance, donde los Daniels se alzaron con la distinción a la mejor dirección), no opacaban cierta sensibilidad sui géneris que hacía de la amistad (o historia de amor necrófilo) entre el náufrago encarnado por Paul Dano y un muerto que sufría de incontroladas erecciones y llegaba a ser utilizado como moto acuática impulsada por sus pedos en algo finalmente entrañable. Seis años han tardado los cineastas en entregar su segundo largometraje, pero hay que decir que la espera, más larga, si cabe, por las grandes expectativas que se habían generado en torno a ellos, ha valido mucho la pena. Todo a la vez en todas partes (2022) es, en todos los aspectos, una cinta más grande que su ópera prima. En la producción se encuentran los hermanos Anthony y James Russo, responsables de algunos de los blockbusters más exitosos de Marvel, como el díptico Vengadores: Infinity War (2018) y Vengadores: Endgame (2019), algo que se traduce en un empaque visual propio de un producto considerablemente más costoso y elaborado, alejado de la modestia de Swiss Army Man, aunque sin perder por ello las señas de identidad de sus directores. ¿Qué podría unir en el mismo proyecto a los irreverentes Daniels con los Russo? Curiosamente, Todo a la vez en todas partes podría considerarse una mezcla perfecta de ambas sensibilidades. Su historia viene a explotar un tema que ha estado muy presente en las últimas entregas del universo MCU, el del multiverso. Aún están recientes los éxitos de Spider-Man: No Way Home (John Watts, 2021) y Doctor Strange en el multiverso de la locura (Sam Raimi, 2022), que incidían en los desastres causados por el personaje de Benedict Cumberbatch en las diferentes realidades paralelas, cuando los Daniels presentan un guion que juega con las infinitas posibilidades para ofrecer un relato con bastante más enjundia dramática de la que pudiera parecer en un principio.

    Y es que no hay que cometer el error de detenerse solo en el apabullante envoltorio de la película. No hay más que rascar un poco en la superficie para profundizar en las diferentes capas de una historia que viene a hablar de lo complicado que resulta cumplir las expectativas que uno mismo se propone para su futuro. Michelle Yeoh, toda una institución en el cine de acción y artes marciales durante las décadas de los 80 y 90 (algo así como la versión femenina de Jackie Chan), reciclada en actriz de prestigio tras Tigre y Dragón (Ang Lee, 2000), encuentra en esta película el vehículo perfecto donde demostrar que, hasta ahora, no había enseñado ni una décima de sus inabarcables registros, tanto dramáticos como cómicos. En una interpretación complejísima, por encima de cualquier nominación o premio que podrían darle (y no harán), Yeoh se mete en la piel de Evelyn, una inmigrante china de Estados Unidos que no ha cumplido sus sueños y se dedica a pasar su gris existencia regentando una lavandería junto a un marido excesivamente bondadoso, al tiempo que cuida de un exigente padre al que al límite. Frustrada, desencantada, estresada, al borde del colapso, la vida de Evelyn da un vuelco cuando descubre la existencia del multiverso, con su cantidad infinita de realidades alternativas en las que habitan diferentes versiones de sí misma, cada una dotada de sus respectivas capacidades y éxitos, siendo la que nos ocupa la más fracasada de todas y, por ironías del guion, la única esperanza para salvar a la humanidad de la amenaza de Jobu Tupaki (la joven Stephanie Hsu se revela como toda una robaescenas), una villana llena de amargura y rencor, acompañada de una legión de guerreros a cual más extravagante. Todo a la vez en todas partes es ver para creer. Sus responsables lo han dado todo para elaborar un espectáculo de primer orden, donde conviven, en perfecta armonía, drama, comedia, acción, ciencia ficción, musical y artes marciales –Yeoh demuestra que sigue en forma para la lucha a sus casi 60 años–, sirviéndose de un montaje frenético que lanza información y gags visuales a una velocidad tan frenética que podría aturdir a ese espectador que no esté dispuesto a entrar en el gozoso juego que los Daniels proponen en sus intensos casi 140 minutos de metraje.

    Everything Everywhere All at Once, Dan Kwan, Daniel Scheinert
    La película más taquillera de la historia de A24.

    «Una montaña rusa de sensaciones en la que hay lugar para momentos genuinamente excéntricos y provocadores, que hereda el espíritu subversivo de su debut».


    Una montaña rusa de sensaciones en la que hay lugar para momentos genuinamente excéntricos y provocadores, que hereda el espíritu subversivo de su debut, como ese uso que se le da a los dildos en cierta escena de pelea, o la existencia de una dimensión en la que sus habitantes tienen salchichas de Frankfurt en lugar de dedos (por no hablar de otra realidad donde las protagonistas son rocas cargadas de dudas existenciales). Cualquier situación, por muy ridícula o anticlimática que pudiese parecer, es posible durante el visionado de este filme divertidísimo y ecléctico –las referencias van desde Matrix al mismísimo Wong Kar-Wai de Deseando amar (2000), pasando por un ritmo frenético propio de los cartoons de Tex Avery–, que demuestra que sus creadores poseen un mundo interior de lo más original, a la altura de Charlie Kaufman, Michel Gondry o las hermanas Wachowski. La capacidad de sorprender en cada plano, su generosísimo arsenal de ideas frescas y disparatadas, siempre geniales, hacen de esta una de las citas más imperdibles con el gran cine (y no solo de evasión). Una película que recupera para el cine a Ke Huy Quan, el inolvidable chiquillo asiático de Indiana Jones y el templo maldito (Steven Spielberg, 1984) o Los Goonies (Richard Donner, 1985) –que, por cierto, está maravilloso–, como esposo de Evelyn, y a James Hong, el mítico Lo Pan de Golpe en la pequeña China (John Carpenter, 1986), como su anciano padre, al mismo que tiempo que sitúa a la gran Jamie Lee Curtis en la tesitura de protagonizar algunas de las peleas cuerpo a cuerpo más desopilantes que se han visto en años, no puede ser recibida de otra manera que no sea con una fuerte ovación por los nostálgicos de los 80. Si a todo ello añadimos que es un producto muy bien armado, dotado de corazón (las escenas de la protagonista esforzándose en ser mejor esposa y madre, aun siendo un desastre como persona, alcanzan una emotividad asombrosa dentro de una propuesta tan absurda) y que deja interesantes reflexiones sobre las cosas a las que somos capaces de renunciar por la realización personal, lo que queda es una de las sorpresas más reconfortantes del cine de este 2022, título de culto, desde ya, en esta y en cualquier dimensión alternativa. ⁜


    Everything Everywhere All at Once, Dan Kwan, Daniel Scheinert
    Una de las grandes películas de 2022.

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