|| Críticas | Cannes 2022 | ★★★★☆
Pacifiction
Albert Serra
Nuestro hombre en Tahití
Víctor Esquirol Molinas
ficha técnica:
Francia, España, Portugal, Alemania, 2022. Título original: «Pacifiction». Dirección: Albert Serra. Guion: Albert Serra. Compañías: déale Audience Group, Anderground Films, arte France Cinéma, Rosa Filmes, Radiotelevisão Portuguesa, Tamtam Film GmbH, Archipel Production. Fotografía: Artur Tort. Reparto: Benoît Magimel, Pahoa Mahagafanau, Marc Susini, Matahi Pambrun, Alexandre Mello, Sergi López, Cécile Guilbert, Montse Triola, Lluís Serrat, Mareva Wong, Baptiste Pinteaux, Michael Vautor, Cyrus Arai, Laurent Brissonnaud, Mike Landscape. Presentación oficial: Selección oficial Festival de Cannes. Duración: 165 minutos.
anexo| Cobertura del Festival de Cannes
Francia, España, Portugal, Alemania, 2022. Título original: «Pacifiction». Dirección: Albert Serra. Guion: Albert Serra. Compañías: déale Audience Group, Anderground Films, arte France Cinéma, Rosa Filmes, Radiotelevisão Portuguesa, Tamtam Film GmbH, Archipel Production. Fotografía: Artur Tort. Reparto: Benoît Magimel, Pahoa Mahagafanau, Marc Susini, Matahi Pambrun, Alexandre Mello, Sergi López, Cécile Guilbert, Montse Triola, Lluís Serrat, Mareva Wong, Baptiste Pinteaux, Michael Vautor, Cyrus Arai, Laurent Brissonnaud, Mike Landscape. Presentación oficial: Selección oficial Festival de Cannes. Duración: 165 minutos.
anexo| Cobertura del Festival de Cannes
Su despacho se despliega por toda la isla; por todos sus dominios, pues el trabajo va con él. Este amigo de sus amigos, controla los movimientos de todo el mundo, un logro que solo puede alcanzarse con el don de la omnipresencia. Sus ojos y sus orejas tienen que estar en esa casa señorial, y en aquella playa, y en aquel campo de fútbol, y por supuesto, en aquella otra discoteca. Ahí asistimos a la primera congregación de personajes. Pacifiction es básicamente esto: una serie de reuniones. Aquelarres de personajes más o menos pintorescos, que están en control de la situación (o al menos esto creen). Caras y cuerpos que no se sabe si se buscan o si, por el contrario, huyen las unas de los otros. Seguimos en el club nocturno, un espacio festivo donde, no obstante, reina el sopor, el bochorno. Esto y una música electrónica que se mezcla desconcertantemente con la banda sonora. El plano diegético y el extradiegético se solapan, se invaden el uno al otro hasta que la gente ya no sabe qué ritmo deben seguir sus torpes bailes. Del mismo modo, actores profesionales comparten cuadro con intérpretes amateurs, produciéndose un estallido de extrañeza cada vez que se comunican. La película, de hecho, también (y sobre todo) se estructura a partir de conversaciones fallidas: de palabras que se juntan y forman frases… para ser arrojadas inmediatamente a un abismo llenado por el viento, las olas y los pajarracos que se oyen de fondo. Un ruido constante, un hilo musical insufrible, que invade el cerebro, y que lo arrastra a la locura.
Prestando atención a algunas de las declaraciones, queda claro que estas no pueden haberse escrito en ningún guion. Esto, seguro, es el fruto de dejar a los actores expuestos a ese mismo vacío. A plantarles delante de la cámara y dejar que cada línea de diálogo vaya fermentando en el ambiente. Recítela, y ahora repítala, y vuelva a ella, y diga lo mismo pero con diferentes palabras, y vuelva a empezar… hasta que todo haya perdido el sentido. Hasta que ni haga falta retomar el hilo, porque para entonces, ya habrá calado la certeza de que no hay ningún hilo que retomar. Los diálogos son en realidad monólogos: soliloquios vacuos y rimbombantes con los que las élites, que hablan y no escuchan, reafirman su estatus. Esto es, un cargo ridículo que legitima para gobernar en el aislamiento más absoluto. Pero más allá de dotar a este trozo de tierra de más infraestructuras absurdas, y de pactar con los caciques locales el próximo intercambio pacífico de poder, hay una cuestión que ocupa más y más los pensamientos de Monsieur De Roller: se dice, se comenta, se teme que, tras 20 años de calma, el ejecutivo francés quiera reactivar los ensayos nucleares en la Polinesia. Se multiplican las voces (en off) que aseguran haber visto submarinos cerca de las costas de Tahití, y claro, el Alto Comisario debe tomar cartas en el asunto. El problema está en que los tics más nocivos de las negligencias y malas praxis en la acción política, han hecho metástasis en el territorio. Pacifiction es, por encima de todo, un (no-)thriller ambiental, en el que la decadencia y consiguiente fracaso de la clase gobernante se deja notar en la carga de una atmósfera demasiado cargada como para no infectarse en ella.
Albert Serra, maestro observador de las criaturas moribundas, sigue explorando el cine mórbido, ahora desde la óptica de una belleza hipnótica, magnética… pero igualmente venenosa. El impresionante trabajo de Artur Tort desde la dirección de fotografía, capta la luz acuosa del Océano Pacífico y la esparce por la piel de gente que está muerta (por mucho que se nieguen a aceptarlo). En el confín del mundo, el cineasta catalán da con las condiciones óptimas para reproducir su hábitat natural: allí donde la opulencia material engendra la miseria moral, y viceversa. Son los últimos y ridículos coletazos del esplendor colonialista: la decrepitud quijotesca de quien cree que podrá encontrar, en plena noche y en alta mar, una embarcación solo con la ayuda de una linterna. En el absurdo del virrey que se da cuenta de que no es más que el tonto útil de un sistema que pasa de él (y por encima de él), Pacifiction triunfa como mordaz parábola del no-lugar que el Viejo Continente (o sea, el viejo mundo) ocupa en un mundo al que le ha perdido el pulso. Básicamente, porque a él mismo ha dejado de circularle la sangre por las venas. ⁜
▼ Pacifiction, Albert Serra
Competición del Festival de Cannes.
Competición del Festival de Cannes.