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    Cine Alemán Siglo XXI

    Crítica | Broker

    || Críticas | Cannes 2022 | ★★★☆☆
    Broker
    Hirokazu Koreeda
    Una pizca de lo de siempre


    Mariona Borrull Zapata
    75ª Festival de Cannes |

    ficha técnica:
    Corea del Sur, 2022. Título original: «브로커». Dirección: Hirokazu Koreeda. Guion: Hirokazu Koreeda. Compañías productoras: ZIP Cinema. Productores: Song Dae Chan, Fukuma Miyuki, Yoon Hye Joon. Dirección de fotografía: Hong Kyung-pyo. Diseño de producción: Lee Mok-won. Música: Jaeil Jung. Intérpretes: Song Kang-ho, Gang Dong-won, Doona Bae, Iu, Lee Joo-young, Bek Hyun-jin. Duración: 129 minutos.


    anexo| Cobertura del Festival de Cannes

    Después de firmar Un asunto de familia, Nuestra hermana pequeña y De tal padre, tal hijo, puntales en el cine-estudio de las relaciones engendradas en el contexto de las nuevas clases y masculinidades del Japón contemporáneo, Hirokazu Koreeda se marcha otra vez. No va lejos, ni en geografía ni en temática: Corea del Sur es también hervidero de individuos desencajados, gente rota por una niñez inclemente. Como en Japón, el ratio de abandonos infantiles es alarmante y ha obligado a instaurar «buzones de bebés» para acoger a criaturas en orfanatos de forma anónima. La mayoría de ellas llegan de parte de madres que quedaron embarazadas por accidente, por violación o por simple incapacidad de cubrir el tiempo y dinero que en dichos países suponen continuar con la maternidad. Sin embargo, con ánimo de médico generalista, Koreeda no dedicará ni un solo minuto a estudiar las raíces de las violencias que el sistema depara a las familias coreanas. Al contrario. Como lleva desarrollando a lo largo de toda su filmografía, el cineasta va a detenerse en aquello que las valida como familias. De forma plenamente consciente, se encomienda el realizador a la narración de un cuento moral, uno que advierte que la etiqueta de «padres» y «madres» pesa lo que papel mojado, y que la familia no es si no se hace.

    Desde el músculo del cine humanista, Broker brilla a la hora de mostrar sobre qué momentos concretos germinan las bases para aquella química que une a una familia de verdad. Sobre las aristas que se descubren al determinar que hay familias más o menos buenas o verdaderas, podríamos discutir en otra ocasión. Otro debate surge sobre si la laxitud de Koreeda para con los roles familiares da cobijo también a relaciones afectivas que no se vean tan amables, consummer-friendly (por ejemplo, ¿podría el japonés haber dirigido un Compartimento nº6? Lo dudo). De momento, discurrimos sobre los cómodos raíles del carisma reposado de Song Kang Ho, milhojas estelar de la interpretación coreana en cuyo personaje conviven la tristeza apagada y la alegría exuberante de quien sabe que su felicidad pende de un hilo. Encarna la figura paterna habitual en Koreeda: es un lázaro sonriente, si bien entregado a quienes ocupan una posición aún más marginal dentro de los esquemas sociales; un hombre cuyas sombras se atisban, pero que nos gana gracias a una labia diseñada al milímetro.

    Sang-hyun viaja junto a su compañero Dong-soo (Gang Dong Won) para vender un bebé a quien han abandonado en su Iglesia. Practican un delito de tráfico humano, pero lo hacen con la mejor de las intenciones. Para asegurarse de que el niño es acogido en una buena familia, y de paso llevarse la mitad de las ganancias, les acompaña Su-jin (Lee Ji-eun), la madre que lo dejó a su suerte. Por el camino, claro, van a sumar la compañía de un huérfano que en cualquier película animada hubiera sido perro parlante. Su caravana entrañable y destartalada avanza en una huida de tiempos extraños, pues les persigue de cerca una pareja de policías. A ellas, una inspectora (Doona Bae) y su ayudante, les han encargado detenerles solo in fraganti, con el intercambio de un bebé entre manos. Mientras esperan a que ello ocurra, comen sin ganas en el interior de su coche. Sang-hyun y compañía, alertades de su presencia, viven una calma que saben temporal. Su huida se suspende y se convierte en oportunidad perfecta para paladear el juego de ser padres con alegría, y de paso aprender algo. A base de kilómetros, compartirán ratos, se darán las gracias y relativizarán deslices. A la clásica línea (discontinua) del road-trip se añade un giro koreediano: los personajes acaban validándose por su pertenencia al grupo, sin el cual se convierten de vuelta en seres individualistas, mal coordinados, algo tontos.

    Si la familia reafirma a sus miembros, también el colectivo define a las mujeres de la película. Koreeda mete zarpa feminista en un guion que pide complejidad, pues ni en una disfuncional y descentralizada pueden obviarse los estigmas de género. Comenta la inspectora que, mientras que los niños bebés se pagan a diez millones de wones, las niñas solo cuestan ocho. Es feminismo de papeleta, una observación fácil, que cae por su propio peso cuando observamos que la única puerta de salida a las desventuras de los personajes femeninos pasa por aceptar su rol como responsables del niño. Por un lado, Su-jin solo pondrá punto y final al viaje cuando esté satisfecha con les padres adoptivos de su criatura; lo que es lo mismo, cuando aprenda que la vida del bebé ha de importarle (una maternidad felizmente obligatoria). Por el otro, el viaje de la inspectora, una esposa que pasa demasiado tiempo fuera de casa, se revela como puerta al descubrimiento de su propia infelicidad (la solución que la película ofrece a su malestar te sorprenderá).

    Nada nuevo bajo el cielo. Koreeda es un maestro estudioso de la belleza detrás de la fluidez de las relaciones humanas. Es alguien que sabe desmenuzar, a través de momentos nítidamente dibujados, algo tan etéreo como la química entre familiares. Sin embargo, yerra cuando trata de cerrar sus personajes bajo teorías y narrativas. Así, a ratos Broker se siente apresurada, avanza a trompicones sin llegar al fondo de prácticamente ninguna de sus cuestiones. Hubiera pagado otra entrada de cine para ver los derroteros afectivos que podían nacer de la paternidad compartida de Sang-hyun y Dong-soo, colegas y algo más. Incluso otra más para dibujar bien la vida agridulce en el orfanato de Dong-soo. Apuntamos ideas para películas futuras. ⁜


    브로커, Hirokazu Koreeda
    Competición del Festival de Cannes.

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