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    Cine Alemán Siglo XXI

    Crítica | Veneciafrenia

    || Críticas | ★★★☆☆ |
    Veneciafrenia
    Álex de la Iglesia
    Vendetta enmascarada


    José Martín
    Telde |

    ficha técnica:
    España, 2021. Título original: Veneciafrenia. Dirección: Álex de la Iglesia. Guion: Jorge Guerricaechevarría, Álex de la Iglesia. Productores: Carolina Bang, Ricardo Marco Budé, Álex de la Iglesia, Ignacio Salazar-Simpson. Productoras: The Fear Collection, Pokeepsie Films, Sony Pictures España, Amazon Studios, Eliofilm, TLM The Last Monkey. Fotografía: Pablo Rosso. Música: Roque Baños. Montaje: Domingo González. Reparto: Ingrid García Jonsson, Silvia Alonso, Goize Blanco, Enrico Lo Verso, Alberto Bang, Nicolás Illoro, Nico Romero, Cosimo Fusco, Caterina Murino, Armando De Razza. Duración: 100 minutos.

    La llegada de un producto como Veneciafrenia a las salas de cine no puede ser saludada por los amantes del terror de otra manera que no sea con una enorme alegría, y por diversos motivos. Por una parte, por el regreso de su director, Álex de la Iglesia, a la gran pantalla –su último estreno se remonta a 2017 y fue una comedia de enredo muy alejada de la energía de su cine de género, Perfectos desconocidos–, después de haber regalado a HBO una de las series más originales de su catálogo, 30 monedas, cuya segunda temporada se estrenará en breve. Por otro, por suponer la película que inaugurará una antología de títulos de temática fantástica (con el «horror cósmico» como principal inspiración) producidos bajo el sello de The Fear Collection, creado por Sony Pictures International Productions y Pokeepsie Films (productora del propio de la Iglesia y Carolina Bang, su pareja), con la colaboración de Amazon Prime Video para su futura llegada al streaming, una vez terminada su andadura comercial en cines. Un ambicioso proyecto que promete ofrecer muchos buenos momentos de escalofrío y donde recalarán los próximos proyectos de nombres tan ilustres como los de Jaume Balagueró o Carlos Therón. Muchos recordamos con especial cariño aquella Fantastic Factory creada por Filmax que, entre 2001 y 2007, produjo hasta nueve filmes de corte fantástico que, pese a su irregularidad, derrochaban amor por el género en cada fotograma. De entre todos ellos, tal vez merecería especial mención Dagon, la secta del mar (Stuart Gordon, 2001), que supondría el último trabajo del gran Francisco Rabal. Una terrorífica historia, de origen lovecraftiano, ambientada en un tenebroso pueblo gallego al que llegaban, accidentalmente, por el naufragio del barco en el que viajaban, dos parejas que se verían amenazadas por los habitantes de lugar, adoradores de una entidad demoníaca. Una película modesta, pero decididamente reivindicable por la conseguida atmósfera generada por su director, todo un artesano en estos menesteres, con un clásico del calibre de Re-Animator (1985) en su haber. Casualmente, el punto de partida de Veneciafrenia, salvando las distancias, guarda algún punto de contacto con aquella, sobre todo en el modo en que muestra lo mal recibido que es el turismo en sus respectivos escenarios.

    Veneciafrenia supone el más que digno pistoletazo de salida de The Fear Collection, una gozosa película con alma de serie B que resucita esa tradición de slasher español que ya gozó de su efímero momento de popularidad a principios de siglo, gracias a productos tan denostados que es imposible no guardarles cierto cariño, como El arte de morir (Álvaro Fernández Armero, 2000) o Tuno negro (Pedro L. Barbero, Vicente J. Martín, 2001). La historia presenta a un grupo de cinco amigos que viajan hasta Venecia con la intención de pasar unos días de fiesta desmadrada, rodeados de ese exotismo propio de la ciudad de los canales, esa «reina del Adriático» donde los turistas se desplazan en embarcaciones, como las conocidas góndolas, a través de majestuosos edificios medievales. La celebración del Carnaval es la perfecta excusa para que los protagonistas se sumerjan en unos ambientes cargados de fantasía y misterio, rodeados de gente ataviada con esos vistosos trajes característicos del siglo XVIII. El guion, coescrito por el propio de la Iglesia y su colaborador habitual, Jorge Guerricaechevarría, no pretende ser el colmo de la originalidad o la sutileza, limitándose a ser todo lo básico que se espera en este tipo de películas. El dibujo de sus personajes se realiza a grandes rasgos, confiando en la profesionalidad de sus actores para hacerlos cercanos al público. Ingrid García Jonsson, experimentada en el slasher tras Sweet Home (Rafa Martínez, 2015), encarna a Isa, una joven para la que esta escapada a la ciudad italiana supone alejarse momentáneamente de su novio tóxico, acompañada de su hermano y unos amigos. Mientras que Silvia Alonso y Nicolás Illoro cargan con los personajes más antipáticos de la función, tan guapos como superficiales, son Goize Blanco y Alberto Bang quienes terminan despertando las mayores simpatías, a golpe de humor, revelándose como dos auténticos robaescenas. Así, entre fiestas en discotecas subterráneas donde solo debería haber agua, selfies y planes de alcohol y sexo –la sombra de Hostel (Eli Roth, 2005) es alargada–, los cinco protagonistas se ven metidos en un peligroso juego de supervivencia cuando un grupo de fanáticos lugareños traten de darles caza como protesta contra la cada vez más arrasadora afluencia de turistas en su amada ciudad.

    La anécdota argumental de Veneciafrenia es tan ingenua como atractiva. Que los venecianos, hartos de la invasión de enormes cruceros a sus aguas, se decidan a acabar con los turistas a sangre fría no deja de ser un planteamiento casi tan perturbador como el de aquellos infantes asesinos de la mítica ¿Quién puede matar a un niño? (Narciso Ibáñez Serrador, 1976). El problema es que de la Iglesia no pone toda la carne en el asador para hacer de esta una propuesta terrorífica. El humor, siempre presente en las cintas del realizador, aquí resulta menos oportuno que en sus otras propuestas, empañando bastante sus logros en la vertiente terrorífica de la historia. Desde los impactantes títulos de crédito inciales se nos promete un homenaje al giallo y al slasher que, a la hora de la verdad, solo se traduce en contados momentos de asesinatos más o menos creativos. Juegan a favor de obra las preciosas localizaciones de una ciudad colorista y viva que en nada recuerda a la decadencia mostrada por Luchino Visconti en Muerte en Venecia (1971), la estilizada labor fotográfica de Pablo Rosso y lo bien rodadas que están las escenas más sangrientas. También es un placer que de la Iglesia haya rescatado a Armando de Razza, el inolvidable profesor Cavan de su mítica El día de la bestia (1995) para un personaje de policía que ayuda a los protagonistas. Sin embargo, aun siendo una película divertida, dotada de un ritmo ágil y algunas imágenes poderosas –casi todas protagonizadas por ese inquietante villano disfrazado de Rigoletto–, que casi remiten al Michele Soavi de Aquarius (1986), da la sensación de que los responsables de Veneciafrenia no han puesto toda la carne en el asador para entregar algo más rompedor o trascendente. No cabe duda de que de la Iglesia y su equipo han debido pasárselo en grande haciéndola, pero el resultado final, aun siendo muy estimable, podría considerarse de los más impersonales de su filmografía. Y es que el clímax final no termine de estallar por los aires como debería, culminando la historia de un modo complaciente y falto de esa mala baba que caracteriza al cineasta, no ayuda a hacer de esta Veneciafrenia esa gran película de terror que podría haber sido. ⁜


    Veneciafrenia, Álex de la Iglesia
    Presentada en la Mostra de Venecia.

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