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    Cine Alemán Siglo XXI

    Crítica | Shared Resources

    || CRÍTICAS | FESTIVAL DE LAS PALMAS 2022 | ★★★★☆
    Shared Resources
    Jordan Lord
    Cinco años con John


    Javier Acevedo Nieto
    21º Festival de Las Palmas |

    ficha técnica
    Estados Unidos, 2021. Título original: «Shared Resources». Dirección: Jordan Lord. Guion: Jordan Lord. Productora: Jordan Lord and Abby Sun. Fotografía: Jordan Lord. Montaje: Jordan Lord. Intervenciones: Deborah Lord, Albert Lord, Jordan Lord, Ashley Schlafly, Finn Schlafly, Ellie Schlafly. Duración: 98 minutos.

    Hay una secuencia en Shared Resources. Un hijo, su padre y su madre están sentados en una mesa. El hijo, que preside la mesa en el centro de la imagen, entrega a su padre y su madre un contrato. Comienza a leer su copia: la voz es pausada, levemente nasal y con una dicción repleta de apócopes. Es un contrato entre el hijo, cineasta, y sus padres, personajes centrales de su proyecto durante casi cinco años. La lámpara del techo ilumina el saloncito repleto de muebles prestados. El huracán Katrina dejó sin nada a la familia. Un pequeño cuadro, una vitrina de cristal con porcelana. Esa estancia parece un salón de exposición de una vieja tienda de muebles donde no hay dinero para novedades en diseño de interior. Humilde, acogedora y recogida.

    El contrato estipula que Jordan Lord, hijo y cineasta, se responsabiliza de los efectos que la filmación, producción y distribución del documental generen en sus padres y allegados. Es un contrato insólito, puesto que en este tipo de producciones se firma todo lo contrario, un documento legal de exención de responsabilidad. El padre, antiguo gestor de deudas en un pequeño banco que lo despidió tras aducir falta de confianza, discute con el hijo. La voz es templada, pero autoritaria; suave, pero segura. La relación paternofilial es una constante negociación de términos: yo invierto en tu formación para ser un padre responsable, tú gestionas tu vida como hijo; yo ignoro los achaques de la diabetes, tú me riñes: el amor es una deuda contraída con un plazo de vencimiento vitalicio. La madre, ojeras en el rostro y leve temblor de manos, se posiciona a favor de su hijo.

    Esta escena se narra con subtítulos que ayuden a personas sordas. Las descripciones del cineasta, su madre y su hermana son concisas, detalladas y, en ocasiones, hay una pequeña inflexión cariñosa en la voz, como quien recuerda que debe llevar su bata favorita al hospital. Asimismo, la voz de la narración es igual de concisa para ayudar a personas con pérdida de visión. A veces, hay largas tomas fijas como la de esta secuencia, aunque también hay escenas de cámara en mano u otras en las que el dedo amorfo es empleado como obturador para bloquear la entrada de la luz. Por frío y formal que parezca este contrato audiovisual, la secuencia condensa toda una ética de trabajo tan concienzuda como amorosa. Un cineasta que se responsabiliza de los efectos de su obra en sus protagonistas. En determinado cine documental y, también, en un concreto cine de vocación realista o naturalista, hay un amaneramiento de formas: se busca dignificar al personaje a través de la apelación de imágenes que representen lo más cercano a la visión concreta de quien filma.

    En el camino, se olvida que, más allá de la imagen, cada persona frente a la cámara condiciona su forma de ser mirada. Por lo tanto, estos cines son presa de un amaneramiento expresivo, un exceso de presunción: sobreactúan. Shared Resources hace todo lo contrario: firma un contrato con la verdad de sus personajes que condiciona la forma de mirar del cineasta. Este a priori artístico es el gesto más honesto y original del cine que he visto en estos últimos tiempos. Pienso que resume una experiencia de visionado. Además, el film de Jordan Lord penetra temas con una precisión contractual elegante: los grandes valores de la familia estadounidense (el amor, la fidelidad, el sacrificio, el cabeza de familia) son cláusulas que se sellan a lo largo de los cincos años de filmación. Jordan consigue que su padre John, el hombre más pragmático del mundo, confiese su amor por su hijo en el instante en el que adopta la jerga bancaria del padre despedido y la expande a sus imágenes. Esa forma burocrática y utilitarista de decir «te quiero» expresa más sobre la institución simbólica y legal de la familia que cualquier posible aspiración de puesta en escena cristalina.

    Película que no me gustaría llamar postpandémica, puesto que se rodó a lo largo de cinco largos años, pero que determina cierta apertura en nuestra forma de romper asunciones monolíticas sobre nuestro diseño estético de mirada: ya no hay imágenes transparentes, sino honestas. Un intertítulo aquí, una voz allá, una cuarta pared más cerca. La pérdida de solemnidad del cine tras la pandemia sutura la distancia entre honestidad y cariño: querer es trampear lo que vemos para poder mirarnos mejor. Podremos debatir sobre si es sentimentaloide, relativista o melifluo en otro momento. Hasta entonces, Shared Resources es cine doméstico y familiar. Un papeleo cansado para cuidar a quien nos quiere, el ruido de los folios y el plan de medicación en el frigorífico. Sucede que el afecto es una deuda que no satisface a nadie. Está bien así. ⁜


    Shared Resources, Jordan Lord
    Sección oficial del Festival de Las Palmas.

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