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    Cine Alemán Siglo XXI

    Crítica | Ambulance. Plan de huida

    || Críticas | ★★★★☆ |
    Ambulance. Plan de huida
    Michael Bay
    Denuncia social a golpe de caos


    José Martín
    Telde |

    ficha técnica:
    Estados Unidos, 2022, Título original: «Ambulance». Dirección: Michael Bay. Guion: Chris Fedak. Historia: Laurits Munch-Petersen, Lars Andreas Pedersen. Productores: Michael Bay, Ian Bryce, William Sherak, James Vanderbilt. Productoras: Universal Pictures, Bay Films, 5150 Action, Endeavor Content, New Republic Pictures. Distribuidora: Universal Pictures. Fotografía: Roberto De Angelis. Música: Lorne Balfe. Montaje: Doug Brandt, Pietro Scalia, Calvin Wimmer. Reparto: Jake Gyllenhaal, Yahya Abdul-MateenII, Eiza González, Garret Dillahunt, Moses Ingram, Keir O´Donnell, Colin Woodell, Devan Long, Chelsea Harris. Duración: 136 minutos.

    Vuelve a los cines Michael Bay. ¿Qué significa eso? Que quienes no comulguen con su particular manera de rodar, sus movimientos de cámara imposibles, su montaje frenético, con multitud de planos bombardeando al espectador cada minuto, secuencias de acción ruidosas y explosiones por doquier, mejor se mantengan alejados de Ambulance. Plan de huida. Por el contrario, quienes disfruten con la megalomanía de uno los grandes autores (sí, pese a quien le pese, su estilo es inconfundible) del cine de acción de las últimas décadas, encontrarán aquí una de sus mejores películas hasta la fecha, casi a la altura de la magnífica 13 horas: Los soldados secretos de Bengasi (2016), tal vez, su obra más redonda, al haber encontrado en ella un material interesante en el que desplegar toda su pericia técnica. Tres años después de que la simpatiquísima (y muy gozosa) 6 en la sombra (2020) aterrizara en la plataforma de Netflix, privándonos del espectáculo visual que habría resultado en la gran pantalla, Bay regresa en formato gigante con este remake de una cinta danesa como Ambulancen (The Ambulance) (Laurits Munch-Petersen, 2005), que pasó sin pena ni gloria en su estreno. Es toda una alegría que el director haya aparcado, por fin, esa cansina saga de Transformers que tan buenos dividendos le dejó en las taquillas, pero donde desperdició, en exclusividad, su virtuosismo al servicio de la nada durante toda una década –con la excepción de su estupenda Dolor y dinero (2013), rodada entre los episodios 3 y 4– . Quienes disfrutamos con Bad Boys (1995) o La roca (1996), sus primeras películas de acción, tan poco ambiciosas y divertidas como cien por cien noventeras, esperábamos un regreso a ese género que le puso en el disparadero, antes de ponerse al mando de blockbusters como Armageddon (1998), Pearl Harbor (2001) o la reivindicable fantasía distópica La isla (2005). Mucho ha llovido desde aquel debut con la primera aventura protagonizada por Will Smith y Martin Lawrence hasta esta Ambulance. Plan de huida que acaba de estrenar, y hay que reconocer que, pese a que mantiene intactas sus constantes como realizador, ha corregido y mejorado algunos de los puntos en los que sus filmes más flaqueaban, por lo que podría decirse que ha alcanzado una agradecida madurez como cineasta. ¿Se ha amansado? No, pero al menos ha descubierto cómo focalizar toda su energía en el camino correcto.

    En primer lugar, su nueva película se aleja de los presupuestos desorbitados de sus proyectos habituales, contando con la «modesta» cifra de 40 millones de dólares (pese a que en pantalla luzca como algo mucho más caro) para poner en pie una historia que cuenta con un punto de partida más interesante de lo que acostumbra, muy cercano al drama de denuncia presentado en aquella John Q. (Nick Cassavetes, 2002), que también mostraba la peor cara del sistema sanitario estadounidense. Aquí, Will (Yahya Abdul-Mateen II), un veterano soldado, trata de conseguir, desesperadamente, financiación para el tratamiento contra el cáncer que padece su esposa, después de que el seguro médico no cubra los gastos necesarios. Esta situación será la que le lleve a involucrarse en un trabajo criminal orquestado por su hermano adoptivo Danny (Jake Gyllenhaal), aparentemente sencillo, rápido y seguro, pero que acaba complicándose hasta el punto de que ambos hermanos terminan siendo perseguidos por todas las fuerzas de seguridad imaginables a lo largo y ancho de la ciudad de Los Ángeles, a bordo de una ambulancia donde mantienen como rehenes a un policía gravemente herido y a una joven sanitaria. La película acierta plenamente a la hora de presentar a todos los personajes que acabarán convergiendo en tan dramático callejón sin salida. Estos, dibujados a grandes rasgos, están dotados de la suficiente piel como para que el espectador pueda identificarse con todos ellos, rompiendo esa fina línea que separa a los buenos de los malos. Por un lado, se muestra la palpable buena relación entre los dos hermanastros, a pesar de que Will trata de desvincularse de los turbios negocios de un Danny que ha continuado la senda criminal del padre de ambos. Por otro, conoceremos al policía joven y novato (también ingenuo e impulsivo) que, empujado por su compañero de patrulla, saca valor para pedirle una cita a la cajera de un banco. Y luego está la paramédica Cam, una impecable profesional a la que no le tiembla el pulso a la hora de enfrentar las emergencias médicas más extremas, pero que ha llegado a un punto de desconexión con lo que hace que se toma cada trabajo con una distancia que le impide implicarse emocionalmente con sus pacientes. Una mujer que esconde su fragilidad y un pasado repleto de decisiones erróneas bajo una coraza de seguridad y dureza.

    La película de Bay entra en materia rápidamente y, en la mejor tradición del subgénero de «atracos perfectos», todo lo que pudiera salir mal, saldrá mal. Ambulance. Plan de huida funciona, una vez más, como una magnífica excusa para que el director despliegue todas las virguerías imaginables con su hiperactiva cámara, dando rienda suelta al uso de drones (incluso en interiores) para conseguir tomas absolutamente imposibles. La persecución de las fuerzas del orden a esa ambulancia descontrolada por las calles de la ciudad está plagada de secuencias de acción excelentemente planificadas, coreografiadas y rodadas que, dentro de lo que cabe, huyen del exceso de pirotecnia gratuita marca de la casa. No faltan los guiños y referencias a la filmografía anterior de Bay –La roca y Bad Boys son citadas sin ningún rubor–, situaciones divertidas bien insertadas –la presentación del negociador del secuestro, abiertamente homosexual (se agradece este detalle inclusivo, que huye de la caricatura que podría esperarse de un cineasta tan poco sutil), en plena terapia de pareja– y, por supuesto, el famoso movimiento circular de la cámara, girando en torno a los protagonistas, un clásico desde su ópera prima. Pero, por encima de todo, lo que mueve a la película es, sorprendentemente, ese potente conflicto dramático que mueve al personaje de Will, capaz de generar el síndrome de Estocolmo, tanto en sus secuestrados como en el propio espectador. Yahya Abdul-MateenII sabe dibujar con convicción a un tipo decente obligado a cometer un atraco por razones de peso, o, lo que es lo mismo, otra víctima del sistema, mientras que Jake Gyllenhaal, en su rol de Danny, da rienda suelta a un histrionismo que recuerda al Nicolas Cage de los 90. No cabe duda de que disfruta en la piel del personaje más controvertido de la función y el público lo hace con él. Por su parte, Eiza González tiene el honor de encarnar al personaje femenino más complejo, hasta la fecha, del universo Bay, que reconcilia al cineasta con esas voces que siempre han criticado el papel de florero de la mujer en sus películas. La actriz luce carismática y su interpretación está llena de fuerza y humanidad, funcionando a la perfección como ese tercer vértice protagonista que sostiene al filme. Ambulance. Plan de huida se revela como una de las cintas de acción más intensas y adrenalínicas de los últimos años, trepidante montaña rusa que se supera en cada nueva escena y que remite a otras emblemáticas persecuciones cinematográficas, tales como Ruta suicida (Clint Eastwood, 1977) o Speed (Jan de Bont, 1994), de las que vendría a ser una dignísima heredera. Hay caos y destrucción, pero también una buena historia y emociones auténticas. ⁜


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