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    Cine Alemán Siglo XXI

    Punto de Vista 2022: Crónica II | «O Movimento das Coisas»

    || FESTIVALES
    Punto de Vista 2022
    Crónica II: «O Movimento das Coisas»
    Un paréntesis en el cine periférico


    Javier Acevedo Nieto
    Pamplona | 16º Festival Punto de Vista |

    A veces, la vida es obvia. El caudal del río del pueblo está casi helado en invierno. El párroco conduce la marcha fúnebre porque la vecina ha muerto. La luz en la casa parece un poco más tímida: agujerea la cortina y cae en el suelo de terrazo cuyas piedrecitas están más que contadas noche tras noche de insomnio. El mantel de hule rasgado por las tazas de desayuno. Un membrillo madura sobre la heladera: el olor de la muerte es pequeña mancha al final del pasillo, donde descansa la vieja tele de tubo.

    En 1984, Manuela Serra estrenó O Movimento das Coisas. El clientelismo, la endogamia de un pequeño país y la falta de reconocimiento social condujeron a que la película no tuviera un hueco en Portugal. Serra es una mujer de respuestas cortas. En el coloquio organizado durante esta proyección especial (enmarcada en la retrospectiva Foco) del Punto de Vista, las frases de Serra acaban siempre en el momento justo. Comenta su obra con pequeñas pinceladas y tan solo repite una frase durante sus intervenciones: quería mostrar «la belleza del gesto». En su boca y, sobre todo, en sus imágenes se confirma una máxima que solo ella podría decir. En palabras del crítico, esta es una de esas sentencias que soltamos sin que quien nos lee realmente pueda elaborarla en su cabeza.

    El filme se cierne sobre un pequeño pueblo portugués. Con calma, tesón y mimo, registra el deambular del tiempo por las callecillas empedradas. Las habitantes del pueblo se afanan en sus rutinas, que la película subraya con atención; las habitantes del pueblo construyen el día, que la cinta anota con imágenes de caligrafía tan precisa e inefable, ¡parecen filmadas sobre uno de esos cuadernitos para aprender a escribir! Piensen en personas convertidas en impresiones de sombras nacientes bajo el sol que colorea la tierra, el hogar y el rostro con tonos en los que el amanecer y el atardecer se entremezclan. En esta película, la puesta en escena consiste en domesticar el sol: desplazar un frutero unas milésimas, pararse a observar la madera de la cocina húmeda de observar la pileta, pensar en la jamba de las puertas como miradas a nuestras pequeñas ideas de familia.

    En esta película el tiempo no tiene extensión temporal. Las secuencias caen de la conciencia de estos personajes: hacen su rutina (hornear el pan, tomar una sopa, bailar en la verbena, telegrafiar la sonrisa a quien siempre está), en consecuencia, piensan el tiempo. El tiempo pensado no ocupa un espacio, se siente más como un desvanecimiento de gestos serigrafiándose en el paisaje. Tampoco ocupa un lugar: estoy hablando de una película en la que Serra orienta la imagen indirectamente hacia la vida/filo y canto de la superficie en la que venimos a soñar que el presente de nuestras vidas es todo cuanto necesitamos y, sobre todo, deseamos.

    Los pequeños restallidos del sonido crean marcapáginas en estos cuadernitos de vida. El ruido de la máquina ahogado por el murmullo del río, las viejas canciones amortiguadas por el ruido de la panificadora, el escurridizo bostezo del cepillo sobre el suelo respondiendo al siseo de las tijeras entre las zarzas. Serra pide a su montaje que hable del trabajo/ el montaje lo hace/las secuencias se encabalgan con una caricia amable que ella piensa/el montaje almidona. De los chasquidos de las lumbres íntimas de las habitantes del pueblo esta cineasta extrae pequeñas libélulas de fuego que, como el cine que quizá importa un poco, calienta tibiamente el rescoldo de esas penas que arrastramos. No es naturalismo, ni realismo; es cine sin retórica que imagina la escritura amable con la que nos hubiera gustado describir nuestras memorias.

    O Movimento das Coisas, Manuela Serra
    Foco Manuela Serra en Punto de Vista 2022.

    «Lo bueno de O Movimento das Coisas es que es una película que crea una iconografía para un pueblo que vive tan ajeno a su tiempo, que lo termina imaginando. En esa conjura de la imaginación Serra consigue que parezca todo tan rutinario, diario y próximo que también la emoción nos parece un tipo de espiritualidad a la que podemos invitar a nuestro dormitorio».



    O Movimento das Coisas nos dice que, cuando nos fundimos a negro cada tarde, podemos enredarnos sin culpa en nuestros sueños. Cine de muchos hilos, a cada cual más fino, para tejer un tupido abrigo que nos resguarde de problemas. No mezcla religión o espiritualidad, folclore y etnografía; ondea vidas en la rugosa superficie de la naturaleza: espacio sin tiempo/mirada al sinsentido que nos fuerza a querer ser.

    Esta película podría ser esto, o, todo lo contrario. Durante el coloquio se apuntó que la crítica, en su momento, no apoyó esta película. Dudo que la crítica deba apoyar nada, ni mostrarse amable. El encuentro con las imágenes y su posterior narración a ustedes es un territorio árido, frío y remoto. Una crítica cómoda con su presente es una crítica fuera de su tiempo y, por muchos errores que cometa, siempre habrá otra crítica futura/posible que, en lugar de reaccionar, sepa accionar el arrepentimiento de no haber sabido ver esa película como tenía que mirarla. No es justo para figuras como la de Serra y, sin embargo, la crítica que me interesa es la que usa la imagen como un pedernal del que salen muchas chispas y pocas llamas.

    Frustrante vivir en una sombra con destellos de luz; fascinante vivir esperando la llama que ilumine (instantes de pura visión) la larga oscuridad que nos viste. Sucede que la peor crítica (la amable, la amilanada) siempre está fascinada e, incapaz de distinguir los grados que separan la penumbra de la luz, crea una falsísima luz artificial para iluminar imágenes que no dan luz.

    A veces, la vida es obvia y nos revela esas grandes verdades que, de tan obvias, eran invisibles. En ocasiones, el cine actúa también así. Refúgiense donde quieran, creo que lo bueno de O Movimento das Coisas es que es una película que crea una iconografía para un pueblo que vive tan ajeno a su tiempo, que lo termina imaginando. En esa conjura de la imaginación Serra consigue que parezca todo tan rutinario, diario y próximo que también la emoción nos parece un tipo de espiritualidad a la que podemos invitar a nuestro dormitorio (¡un paréntesis de cine periférico intemporal!). ⁜


    O Movimento das Coisas, Manuela Serra
    Foco Manuela Serra en Punto de Vista 2022.

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