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    Cine Alemán Siglo XXI

    Crítica | Mass

    || CRÍTICAS | AMERICANA FILM FEST 2022 | ★★★★☆
    Mass
    Fran Kranz
    Réquiem para el dios salvaje


    Júlia Gaitano i Mendizábal
    Barcelona | Americana Film Fest |

    Estados Unidos. 2021. Título original: «Mass». Directores: Fran Kranz. Guion: Fran Kranz. Producción: 7 Eccles Street, Circa 1888, 5B Productions. Fotografía: Ryan Jackson-Healy. Montaje: Yang Hua Hu. Música: Darren Morze. Reparto: Jason Isaacs, Martha Plimpton, Ann Dowd, Reed Birney, Breeda Wool, Michelle N. Carter, Kagen Albright. Duración: 110 minutos.

    En su obra de teatro Un dios salvaje (Le Dieu du Carnage, o Carnage a secas, título de la adaptación cinematográfica de la mano de Polanski), Yasmina Reza enfrenta a dos matrimonios. La dramaturga francesa encierra en un espacio único a los cuatro adultos con el pretexto de tener que buscar una solución racional y calmada al conflicto que ha surgido entre sus respectivos hijos. La obra, sin embargo, poco tendrá de placidez para cuando llegue a su término, como ya presagia con su visceralidad el propio titular. Lo que resultará de ese intento de acercamiento a través del encuentro en un salón es que salgan a relucir sus verdaderos colores, mostrando sin tapujos sus bagajes, problemas y discordias. La hostilidad derivada de ello será mucho más virulenta, en definitiva, que la infantil pelea que lo inició todo. Al ver el dispositivo narrativo y formal que arma Fran Kranz en su ópera prima, Mass, es inevitable pensar en Un dios salvaje. El actor norteamericano, protagonista de La cabaña en el bosque (Drew Goddard, 2011) o Mucho ruido y pocas nueces (la versión de 2012 de Joss Whedon), se estrena como director con este atrevido proyecto de cámara. En él, también retrata una conversación entre dos matrimonios a raíz de un conflicto entre los hijos. Para precisar, quizás el término «conversación» sea demasiado ligero para referirnos a lo que se dará lugar entre las cuatro paredes entre las que se producirá el encuentro. El título del filme, «misa» en inglés, no es nada trivial. Más allá de lo evidente, marcado por el propio emplazamiento en la sala auxiliar de una iglesia, a lo largo de los 110 minutos de metraje de Mass, tanto los personajes como el espectador son testimonio y partícipes de una experiencia catártica.

    A diferencia del altercado menor que reúne a los cuatro protagonistas de Un dios salvaje, el acontecimiento originario que motiva la cita en Mass es mucho más extremo y doloroso. Kranz toma un asunto delicado y candente en la sociedad norteamericana como es el de los tiroteos escolares y le da la vuelta. Estamos acostumbradas a verlo desde la perspectiva de los medios de comunicación, las imágenes policiales, las noticias de los juicios derivados. O, en cine, como Gus Van Sant lo retrataba en Elephant (2003), desde el momento y la perspectiva del perpetrador. El realizador de Mass lo hace desde sus secuelas. Concretamente, desde aquellas que quedan en los padres del shooter y también las que cargan consigo los progenitores de las víctimas. Jay (Jason Isaacs) y Gail (Martha Plimpton), estos últimos, buscan poder pasar página y perdonar, demasiado doloridos y cansados como para aferrarse a la rabia. Para poder hacer eso, primero quieren entender. Al final, Richard (Reed Birney) y Linda (Ann Dowd), padres del asesino, han tenido que pasar y siguen pasando, a su manera, por su propio duelo. La película es el diálogo entre los procesos de los cuatro adultos, desde la diferencia pero también y desde las semejanzas.

    En un filme de formas depuradas y poco elemento estridente, destacan por encima de todo las propias actuaciones de Dowd, Birney, Plimpton e Isaacs. Es bien curiosa la apuesta de Kranz, en el que es, recordemos, su debut, por una pieza tan aparentemente teatral. Si algo nos ha enseñado la historia del cine es que acercarse a la gran pantalla desde nociones arraigadas en el teatro es todo un reto del que no siempre se sale airoso. Forzar los dispositivos tratando con un espacio único con el diálogo como elemento central es complejo y hay que saber hallar equilibrio entre sus partes. A través de esas cuatro interpretaciones magníficas, Mass da con el tono justo. En gran parte, por la forma en que el propio guion distribuye inteligentemente la tensión a lo largo de las casi dos horas de encuentro. Ya desde el inicio, cuando se introduce la propia construcción del espacio, empieza a estructurarse a modo de progresivas revelaciones clave a través de las cuales ir comprendiendo los hechos. Cada uno de los padres cuenta con su pequeña revelación correspondiente, que ayuda a construir cuatro figuras que encarnan cuatro formas de ser y de vivir con el trauma. En sintonía, cuenta con un montaje perfectamente minucioso, que reparte el peso dramático entre interlocutores y oyentes. El modo en que se acerca a los rostros trasciende lo teatral, mostrando microexpresiones y matices que solamente desde el cine se pueden revelar. Sobresaliente igualmente el uso del sonido, pero sobre todo del silencio, solamente roto por música «diegética» en el arranque y cierre de la pieza. Fran Kranz muestra una increíble osadía al presentarse al mundo como director con una propuesta tan radical, aunque pueda no parecerlo. La jugada, por fortuna, le sale bien, y nos ofrece un retrato a cuatro caras a modo de estudio sobre el recuerdo, el dolor y el perdón. ⁜


    Mass, Fran Kranz
    Premio de la crítica TOPS Americana 2022.

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