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    Cine Alemán Siglo XXI

    Las 100 mejores películas de terror del siglo XXI

    El terror en el siglo XXI

    Las 100 mejores películas de terror del siglo.

    La bruja.
    The Witch, Robert Eggers, 2015.

    La última década del siglo XX, la de los 90, supuso un paso de gigante para el terror, en su camino para alcanzar una madurez que le hiciera trascender de su imagen de género “menor”. Si los 70 y 80 habían sido una fuente inagotable de iconos y obras emblemáticas, posteriormente copiadas (y remakeadas) hasta la saciedad, priorizando el espíritu lúdico por encima de todo, los 90 trajeron consigo un puñado de obras de gran calidad que consiguieron ser tomadas en serio en las carreras de premios, llegando, incluso, a obtener estatuillas importantes en citas como los Oscars. Así, Kathy Bates ganó el Oscar a mejor actriz gracias a su perturbadora encarnación de Annie Wilkes en Misery (Rob Reiner, 1990), una de las mejores adaptaciones de la obra de Stephen King; El silencio de los corderos (Jonathan Demme, 1991), el thriller terrorífico basado en la novela de Thomas Harris, se hizo con los cinco galardones más importantes –película, director, actor (Anthony Hopkins, inmortal como Hannibal Lécter), Jodie Foster, guion adaptado–; o la personal versión del Drácula de Bram Stoker (1992) emprendida por Francis Ford Coppola, que se convirtió en un clásico instantáneo y se llevó Oscars a vestuario, maquillaje y efectos de sonido. Pero ese título que rompió todos los esquemas y sirvió de magnífica antesala al cine de terror del siglo XXI sería, sin duda, El sexto sentido (M. Night Shyamalan, 1999), una historia de fantasmas tan aterradora como profundamente conmovedora, en la que el psicólogo interpretado por un sorprendente Bruce Willis trataba de ayudar aun pequeño (Haley Joel Osment, todo un descubrimiento de 9 años) que decía ver muertos. Su enorme éxito comercial, unas críticas fabulosas y 6 nominaciones a los Oscars, incluyendo las de mejor película, director, actor secundario (Osment) y guion original, hicieron del filme todo un referente a seguir. Aquel mismo año, a las puertas del cambio de siglo, otra propuesta modestísima (300000 dólares) como El proyecto de la bruja de Blair (Daniel Myrick, Eduardo Sánchez, 1999), que incidía en el miedo más elemental con una sencilla historia ambientada en un bosque y tres únicos personajes grabando con una cámara su documental sobre una leyenda local de brujería. Fue un ejemplo de que, con los mínimos medios, pero con mucha habilidad para crear verdadero desasosiego, se podía facturar un título de culto que, además, pasó a la historia como uno de los mayores ejemplos de rentabilidad, recaudando casi 250 millones de dólares en todo el mundo.

    El terror del siglo XXI ha sabido encontrar un equilibrio entre un tipo de películas que buscan sorprender con nuevos caminos, inteligencia y calidad, más cercanas al cine de autor, y aquellas diseñadas para recaudar dinero, ya que, no lo olvidemos, se trata de un género que atrae a gran cantidad de público a las salas de cine. El fenómeno remake, señal inequívoca de una falta de ideas nuevas por parte de los guionistas, recurriendo a historias ya contadas, jugando sobre seguro, se ha vivido con gran intensidad en los últimos 20 años. Algunos resultaron ser tan brillantes que casi podrían rivalizar con las cintas originales –Amanecer de los muertos (Zack Snyder, 2004), Las colinas tienen ojos (Alexandre Aja, 2006), Maniac (Franck Khalfoun, 2012), Suspiria (Luca Guadagnino, 2018), Posesión infernal (Fede Álvarez, 2013), The Ring (Gore Verbinski, 2003)–, otros simplemente buenos –La matanza de Texas (Marcus Nispel, 2003), Piraña 3D (Alexandre Aja, 2010), The Crazies (Breck Eisner, 2010), Halloween, el origen (Rob Zombie, 2007), La última casa a la izquierda (Dennis Iliadis, 2009)– y, la mayoría, perfectamente prescindibles –Reflejos (Alexandre Aja, 2008), Viernes 13 (Marcus Nispel, 2009), Pesadilla en Elm Street (Samuel Bayer, 2010), Noche de miedo (Craig Gillespie, 2011), Poltergeist (Gil Kenan, 2014), Carrie (Kimberly Peirce, 2015) o Muñeco diabólico (Lars Klevberg, 2019)–, pero todos demostraron que el factor nostalgia es una carta ganadora y que el público siempre está dispuesto a darle una oportunidad a sus monstruos favoritos, aunque estos hayan sufrido un lavado de cara para su acondicionamiento a los nuevos tiempos. Stephen King, escritor que sirviera de tanta inspiración a cineastas desde los 70, continuó en plena forma en este siglo, como demuestran sus adaptaciones en El cazador de sueños (Lawrence Kasdan), La ventana secreta (David Koepp, 2004), La ventana secreta (David Koepp, 2004), 1408 (Mikael Håfström, 2007), It (Andy Muschietti, 2017), 1922 (Zak Hilditch, 2017), El juego de Gerald (Mike Flanagan, 2017), En la hierba alta (Vincenzo Natali, 2019) o Doctor Sueño (Mike Flanagan, 2019), entre otras. El horror asiático también vive una edad dorada, con éxitos que, en muchos de los casos, serían adaptados por el cine norteamericano con posterioridad. Destacan filmes como La maldición (The Grudge) (Takashi Shimizu, 2002), Dark Water (Hideo Nakata, 2002), The Eye (Oxide Pang, Danny Pang, 2002), Llamada perdida (Takashi Miike, 2003), Dos hermanas (Kim Jee-woon, 2003), El otro lado del espejo (Kim Seong-hun, 2003), The Host (Bong Joon-ho, 2006), El extraño (Na Hong-jin, 2016) o Tren a Busan (Yeon Sang-ho, 2016).

    En 2000 se fundaría una de las productoras de cine que más han hecho por el género en las últimas décadas, Blumhouse Productions, responsable de títulos del calibre de Paranormal Activity (Oren Peli, 2007), Insidious (James Wan, 2010), Sinister (Scott Derrickson, 2012), The Lords of Salem (Rob Zombie, 2012), The Purge: La noche de las bestias (James DeMonaco, 2013), Oculus (Mike Flanagan, 2013), Ouija (Stiles White, 2014), Eliminado (Levan Gabriadze, 2014), La horca (Travis Cluff, Chris Lofing, 2015), La visita (M. Night Shyamalan, 2015), El infierno verde (Eli Roth, 2013), Hush (Silencio) (Mike Flanagan, 2016), Múltiple (M. Night Shyamalan, 2016), Déjame salir (Jordan Peele, 2017), Feliz día de tu muerte (Christopher Landon, 2017), La noche de Halloween (David Gordon Green, 2018), El sótano de Ma (Tate Taylor, 2019) o The Vigil (Keith Thomas, 2019). La violencia explícita, con torturas y profusión de sangre estuvo presente en multitud de controvertidos títulos que levantaron gran polémica, tales como Saw (James Wan, 2004) Calvario (Fabrice Du Welz, 2004), Hostel (Eli Roth, 2005), Al interior (Alexandre Bustillo, Julien Maury, 2007), Martyrs (Pascal Leugier, 2008), Eden Lake (James Watkins, 2008), The Human Centipede (First Sequence) (Tom Six, 2009), Anticristo (Lars von Trier, 2009) o A Serbian Film (Srdjan Spasojevic, 2010). Pero, ante todo, el siglo XXI nos está descubriendo a una serie de creadores que están renovando completamente el género con propuestas muy sugestivas y, sobre todo, únicas. A los ya citados Jordan Peele –también responsable de Nosotros (2019)–, Rob Zombie –imprescindible desde que se estrenara con La casa de los 1000 cadáveres (2003)–, Fede Álvarez –que nos regaló una agradable sorpresa como No respires (2016)–, James Wan –que, con Expediente Warren: The Conjuring (2013), inauguró un universo alrededor de los casos investigados por el clarividente matrimonio Warren, que abarcaría, junto a sus dos secuelas, Expediente Warren: El caso Enfield (James Wan, 2016) y Expediente Warren: Obligado por el demonio (Michael Chaves, 2020), a las más discretas La monja (Corin Hardy, 2018), La llorona (Michael Chaves, 2019) y tres entregas de la serie inaugurada con Annabelle (John R. Leonetti, 2015)–, M. Night Shyamalan –dividiendo opiniones con El bosque (2004) o El incidente (2008), antes de recuperar su buen pulso en La visita (2015)–, Alexandre Aja –aun con propuestas menores como Cuernos (2013) o Infierno bajo el agua (2019)–, Eli Roth –explotando la escabrosidad que caracterizó a su ópera prima, Cabin Fever (2002)– o Mike Flanagan, se han unido nombres como Neil Marshall –Dog Soldiers (2002), The Descent (2005)–, Brandon Cronenberg –Antiviral (2012), Possessor (2020)–, Panos Cosmatos –Beyond the Black Rainbow (2010), Mandy (2018)–, Ari Aster –Hereditary (2018), Midsommar (2019)–, Robert Eggers –La bruja (2015), El faro (2019)–, David Robert Mitchell –autor de la extraordinaria It Follows (2012)– o S. Craig Zahler –que desde que debutó con Bone Tomahawk (2015) no ha dejado de sorprender con cada nuevo proyecto, aunque sea alejándose del terror–.

    The Neon Demon, Nicolas Winding Refn.
    La esperada incursión en el género del director danés.

    Del 100 al 11


    A continuación, El antepenúltimo mohicano realiza una selección de 100 películas que, bien por su calidad o por su relevancia dentro del género, como fuente de inspiración de otros filmes, considera de obligado visionado para cualquier amante del horror, haciendo especial hincapié en las 10 primeras que encabezan la lista. Pasen y lean...

    100. El ritual (David Bruckner, 2017).
    99. The Purge: La noche de las bestias (James DeMonaco, 2013).
    98. The Vigil (Keith Thomas, 2019).
    97. Hannibal (Ridley Scott, 2001).
    96. The Collector (Marcus Dustan, 2009).
    95. Los extraños (Bryan Bertino, 2008).
    94. Aterrados (Demián Rugna, 2017).
    93. It (Andy Muschietti, 2017).
    92. Slither. La plaga (James Gunn, 2006).
    91. The Dark and the Wicked (Bryan Bertino, 2020).
    90. Posesión Infernal (Fede Álvarez, 2013).
    89. Doctor Sueño (Mike Flanagan, 2019).
    88. Daniel no es real (Adam Egypt Mortimer, 2019).
    87. Identidad (James Mangold, 2003).
    86. Colour Out of Space (Richard Stanley, 2020).
    85. Stake Land (Jim Mickle, 2010).
    84. El hombre invisible (Leigh Whannell, 2020).
    83. El vacío (Jeremy Gillespie, Steven Kostanski, 2016).
    82. Dog Soldiers (Neil Marshall, 2002).
    81. Verónica (Paco Plaza, 2017).
    80. La maldición (The Grudge) (Takashi Shimizu, 2002).
    79. El maquinista (Brad Anderson, 2004).
    78. La casa del fin de los tiempos (Alejandro Hidalgo, 2013).
    77. Maniac (Franck Khalfoun, 2012).
    76. Múltiple (M. Night Shyamalan, 2016).
    75. Berberian Sound Studio (Peter Strickland, 2012).
    74. Insidious (James Wan, 2010).
    73. Possessor (Brandon Cronenberg, 2020).
    72. Green Room (Jeremy Saulnier, 2015).
    71. Session 9 (Brad Anderson, 2001).
    70. La casa del diablo (Ti West, 2009).
    69. Los renegados del diablo (Rob Zombie, 2005).
    68. No respires (Fede Álvarez, 2016).
    67. La visita (M. Night Shyamalan, 2015).
    66. Las colinas tienen ojos (Alexandre Aja, 2006).
    65. Aniquilación (Alex Garland, 2018).
    64. Troll Hunter (André Ovredal, 2010).
    63. Excisión (Richard Bates Jr., 2012).
    62. Relic (Natalie Erika James, 2019).
    61. Escalofrío (Bill Paxton, 2001).
    60. The Ring (Gore Verbinski, 2002).
    59. La autopsia de Jane Doe (André Ovredal, 2016).
    58. Una chica vuelve a casa sola de noche (Ana Lily Amirpour, 2014).
    57. Paranormal Activity (Oren Peli, 2007).
    56. Dos hermanas (Kim Jee-woon, 2003).
    55. Thelma (Joachim Trier, 2017).
    54. Triangle (Christopher Smith, 2009).
    53. Sinister (Scott Derrickson, 2012).
    52. Calle Cloverfield 10 (Dan Trachtenberg, 2016).
    51. Saw (James Wan, 2004).
    50. Under the Shadow (Babak Anvari, 2016).
    49. Casa ajena (Remi Weekes, 2020).
    48. The Lords of Salem (Rob Zombie, 2012).
    47. La cabaña siniestra (Severin Fiala, Veronika Franz, 2019).
    46. Crudo (Julia Ducournau, 2016).
    45. Tú eres el siguiente (Adam Wingard, 2011).
    44. Al interior (Alexandre Bustillo, Julien Maury, 2007).
    43. Eden Lake (James Watkins, 2008).
    42. El orfanato (Juan Antonio Bayona, 2007).
    41. 28 días después (Danny Boyle, 2002).
    40. REC (Jaume Balagueró, Paco Plaza, 2007).
    39. Dark Water (Hideo Nakata, 2002).
    38. Martyrs (Pascal Leugier, 2008).
    37. Anticristo (Lars von Trier, 2009).
    36. El extraño (Na Hong-jin, 2016).
    35. El espinazo del diablo (Guillermo del Toro, 2001).
    34. The Descent (Neil Marshall, 2005).
    33. El bosque (M. Night Shyamalan, 2004).
    32. Jeepers Creepers (Victor Salva, 2001).
    31. La cabaña en el bosque (Drew Goddard, 2012).
    30. Nosotros (Jordan Peele, 2019).
    29. Tren a Busan (Yeo Sang-ho, 2016).
    28. Goodnight Mommy (Severin Fiala, Veronika Franz, 2014).
    27. Alta tensión (Alexandre Aja, 2003).
    26. The Host (Bong Joon-ho, 2006).
    25. Expediente Warren (James Wan, 2013).
    24. Amanecer de los muertos (Zack Snyder, 2004).
    23. Arrástrame al infierno (Sam Raimi, 2009).
    22. Madre! (Darren Aronofsky, 2017).
    21. Un lugar tranquilo (John Krasinski, 2018).
    20. Under the Skin (Jonathan Glazer, 2013).
    19. La invitación (Karyn Kusama, 2015).
    18. Bone Tomahawk (S. Craig Zahler, 2015).
    17. Suspiria (Luca Guadagnino, 2018).
    16. Starry Eyes (Kevin Kolsch, Dennis Widmyer, 2014).
    15. Coherence (James Ward Byrkit, 2013).
    14. Mandy (Panos Cosmatos, 2018).
    13. Babadook (Jennifer Kent, 2014).
    12. Saint Maud (Rose Glass, 2020).
    11. The Neon Demon (Nicolas Winding Refn, 2016).

    10| LOS OTROS

    The Others, Alejandro Amenábar, 2001.

    Solo dos largometrajes previos, Tesis (1996) –ganadora de 7 Goyas, incluyendo los de mejor película, director novel y guion original– y Abre los ojos (1997), colocaron al por entonces nuevo niño prodigio del cine español Alejandro Amenábar en la posición de rodar un filme de terror en inglés, con el mismísimo Tom Cruise y los hermanos Weinstein en la producción, y una estrella de la talla de Nicole Kidman como maravillosa protagonista. Ella puso la fuerza de su gélida mirada azul y un poderío interpretativo que empezaba a ser reconocido en su encarnación de Grace, una sufrida madre recluida en un caserón de la Isla de Jersey, a la espera de un marido que se fue a la guerra y nunca volvió, al mismo tiempo que cuida de sus dos hijos (perfectos Alakina Mann y James Bentley), que padecen una enfermedad por la que deben cuidarse de exponerse a la luz del sol. Una historia de fantasmas que bebía de fuentes como la novela Otra vuelta de tuerca de Henry James –y su versión cinematográfica Suspense (Jack Clayton, 1961)–, el cine de Hitchcock –la rubia Kidman podría ser una perfecta heroína del maestro del suspense–, Al final de la escalera (Peter Medak, 1980) –la película favorita de Amenábar– o El sexto sentido, con la que fue muy comparada por tener un giro final bastante similar. Sin embargo, a pesar de todos estos referentes, Los otros consiguió encontrar su propia personalidad, resultando una de las aproximaciones más hermosas al subgénero de casas encantadas y espectros del pasado, gracias a un personaje femenino muy complejo, que se debate entre la locura y el amor maternal. La inquietante presencia de unos nuevos sirvientes (destacando una soberbia Fionulla Flanagan) consigue su propósito de generar gran desconfianza y esa sensación de peligro constante acechando en cada rincón de una casa que parece habitada por fantasmas. Su corte clásico y un acabado formal impecable –la labor de Javier Aguirresarobe en la fotografía es magistral– hicieron de ella una cinta atemporal y fácilmente exportable, cuyo éxito trascendió fuera de las fronteras de nuestro país, recaudando más de 200 millones de dólares en la taquilla mundial. 8 premios Goya (incluyendo los de mejor película y director) avalan la calidad de un trabajo que le supuso a Nicole Kidman una nominación al Globo de Oro como mejor actriz dramática.

    España, 2001. Título original: Los otros (The Others). Director: Alejandro Amenábar. Guion: Alejandro Amenábar. Productores: Fernando Bovaira, José Luis Cuerda, Sunmin Park. Productoras: Coproducción España-Estados Unidos; Cruise-Wagner Productions, Sogecine, Canal+ España, Sogepaq, Dimension Films, Las producciones del Escorpión, Miramax. Fotografía: Javier Aguirresarobe. Música: Alejandro Amenábar. Montaje: Nacho Ruiz Capillas. Reparto: Nicole Kidman, Fionulla Flanagan, Christopher Eccleston, Alakina Mann, James Bentley, Elaine Cassidy, Renée Asherson.

    09| DÉJAME SALIR

    Get Out, Jordan Peele, 2017.

    Brillante ópera prima como director de Jordan Peele que sorprende por la complejidad de su propuesta, gracias a un ingenioso guion (obra del propio Peele y ganador del Oscar) que, aun estando enclavado en el terror, también funciona como una suerte de exótico thriller psicológico, aderezado de algunas dosis de ciencia ficción (en su modalidad de “científicos locos”) y de comedia negra, todo ello para ocultar una aguda crítica social y política al modo de vida americano de la era posterior a Obama, con una sociedad hipócrita que se vanagloria de ser tolerante y progresista, pero en la que aún quedan vestigios de racismo disfrazados bajo una cara amable demasiado impostada. Es lo que sufre en sus carnes el protagonista de la historia, Chris (notable Daniel Kaluuja), un joven afroamericano que es llevado por su novia blanca (Allison Williams) a pasar un fin de semana a casa de sus futuros suegros (fantásticos Catherine Keener y Bradley Whitford) para que todos se conozcan y así formalizar del todo su feliz relación. Pronto descubrirá que tras los rostros y comportamientos excesivamente amables de los anfitriones (y del resto de vecinos de la exclusiva urbanización) se esconden turbios secretos e intenciones. Peele entrega una retorcida sátira que bien podría ser el cruce perfecto entre la clásica Adivina quién viene esta noche (Stanley Kramer, 1967), Las esposas de Stepford (Bryan Forbes, 1975) y algún capítulo alargado de Dimensión desconocida. Tratándose de un debut como director, sorprende sobremanera cómo se han sabido exprimir al máximo pequeños detalles de guion que contribuyen a perfilar con contundencia la psicología del protagonista –el alegórico momento del ciervo atropellado–. También deja para los anales del género una escena excepcional, la de la sesión de hipnosis practicada sobre Chris por su suegra, valiéndose de algo tan simple como una cucharilla que mueve dentro de una taza de té para crear incomodidad y desasosiego. Son especialmente turbadoras las contribuciones de los personajes negros secundarios, con mención especial a la criada de la familia (una espeluznante Betty Gabriel), así como el divertido LilRel Howery, en el rol del mejor amigo de Chris, reconvertido en detective improvisado, funciona como inesperado contrapunto cómico que ayuda a que la película respire en medio de tanta tensión, propiciando algunos momentos tan desopilantes como el que tiene lugar en una comisaría. Déjame salir obtuvo fantásticas críticas, arrasó en taquilla, siendo un sleeper en 2017, con 255 millones de dólares recaudados, y estuvo nominada a cuatro Oscars de categorías importantes –película, director, actor (Kaluuja) y guion original, consiguiendo, muy merecidamente, este último premio–.

    Estados Unidos, 2017. Título original: Get Out. Director: Jordan Peele. Guion: Jordan Peele. Productores: Jason Blum, Edward H. Hamm Jr., Sean McKittrick, Jordan Peele. Productoras: Blumhouse Productions, QC Entertainment. Fotografía: Toby Oliver. Música: Michael Abels. Montaje: Gregory Plotkin. Reparto: Daniel Kaluuya, Allison Williams, Catherine Keener, Bradley Whitford, Caleb Landry Jones, Marcus Henderson, Betty Gabriel, LaKeith Stanfield.

    08| LA NIEBLA

    The Mist, Frank Darabont, 2007.

    Frank Darabont no es un realizador excesivamente prolífico, pero pasará a la Historia del Cine por haber dirigido tres de las mejores adaptaciones de novelas de Stephen King, dos de ellas enclavadas en el drama carcelario –Cadena perpetua (1994) y La milla verde (1999)– y esta La niebla, perteneciente al género en el que más cómodo se siente el escritor de Maine. Basada en la novela homónima de 1983, la historia, de marcado carácter apocalíptico, cuenta cómo el día después de una violenta tormenta, los habitantes de un pequeño pueblo de Maine ven cómo este es invadido por una espesa niebla que parece albergar en su interior todo tipo de monstruosas criaturas sedientas de sangre humana. Un grupo de vecinos se refugia en el interior de un supermercado, donde, al mismo tiempo que tienen que luchar por su supervivencia ante el ataque de los monstruos, también se las tiene que ver con una amenaza aún mayor, la del fanatismo religioso, representado en la señora Carmody, una desquiciada mujer que, convencida de que esos fenómenos son el comienzo del Apocalipsis que castiga a la humanidad por sus pecados, empieza a ganarse el seguimiento de muchos de los refugiados en la tienda, creando dos bandos enfrentados que hacen insostenible la convivencia bajo el mismo techo. Estamos ante un Stephen King en estado puro, con personajes de carne y hueso enfrentados a dilemas morales extremos y situaciones sobrenaturales. La niebla, pese a su condición de serie B (perfectamente la podría haber dirigido John Carpenter en sus mejores tiempos), puede presumir de tener un acabado visual impecable, con una puesta en escena espectacular que deja para el recuerdo imágenes impactantes, que parecen capturar, al mismo tiempo, el universo de Lovecraft, apoyándose en una excelente labor de los especialistas en efectos especiales, capaces de dar vida a una gran variedad de monstruos, y en los subjetivos acordes del tema The Host of Seraphin, del grupo australiano Dead Can Dance, definido como un himno fúnebre por la humanidad. Esta música funciona como perfecto acompañamiento a uno de los finales más desoladores y valientes que el cine de terror nos ha regalado en toda su historia, que traiciona al de la novela, revelándose como el mayor acierto de la función, ya que deja al espectador en estado de shock. Del mismo modo, los personajes están mejor desarrollados en la película, beneficiándose de unos buenos trabajos de todos sus actores (Thomas Jane pocas veces ha estado tan convincente), pero destacando, sobre todos ellos, una Marcia Gay Harden fabulosa, capaz de generar con su peligrosa locura más miedo que la propia niebla. Un título de culto que no gozó de la acogida merecida en su momento, pero que el tiempo está colocando en su sitio entre las mejores cintas de horror de lo que va de siglo.

    Estados Unidos, 2007. Título original: The Mist. Director: Frank Darabont. Guion: Frank Darabont (Novela: Stephen King). Productores: Frank Darabont, Liz Glotzer. Productoras: Dimension Films, Darkwoods Productions. Fotografía: Ronn Schmidt. Música: Mark Isham. Montaje: Hunter M. Via. Reparto: Thomas Jane, Marcia Gay Harden, Laurie Holden, Andre Braugher, Toby Jones, William Sadler, Jeffrey DeMunn, Frances Sternhagen, Hathan Gamble, Alexa Davalos, Chris Owen, Sam Witwer, Melissa McBride.

    07| EL FARO

    The Lighthouse, Robert Eggers, 2019.

    Cuatro años después de su impresionante debut en la dirección con La bruja (2015), Robert Eggers demostró que con aquella película no había sonado la flauta por casualidad, realizando una segunda obra maestra, El faro, aún más radical y a contracorriente de las modas del género que aquella. Planteada por Max Eggers (hermano del director y coguionista), en sus orígenes, como una versión contemporánea de un relato homónimo de Edgar Allan Poe, la entrada de Robert Eggers en el libreto hizo que se eliminase cualquier referencia a la obra de Poe para adoptar la forma de un oscuro cuento de terror psicológico, ambientado en una isla Nueva Inglaterra de finales del siglo XIX. La historia sigue los pasos de dos hombres, el farero Thomas Wake (Willem Dafoe) y su joven ayudante, Ephraim Winslow (Robert Pattinson), encargados de mantener un faro hasta la llegada del siguiente relevo, que se produciría en cuatro semanas. La convivencia en el día a día entre ambos guardianes se torna en muy difícil, a causa del desgaste provocado por el aislamiento, el queroseno que beben y unas personalidades atormentadas y tan explosivas que terminan chocando de forma dramática. Rodada en espectacular blanco y negro –la fotografía de Jarin Blaschke, nominada al Oscar (una única mención para un filme que merecía más presencia en los premios), le otorga una apariencia marcadamente pictórica a la película, donde cada imagen parece un cuadro en movimiento, inspirándose en artistas como Sasha Schneider o Jean Delville–, y en formato 4:3, la película está repleta de momentos oníricos –la inquietante presencia de una gaviota tuerta, la escena de sexo entre Winslow y una sirena, las visiones de amenazadores tentáculos en el faro– y numerosas referencias a la mitología marítima, que juegan a confundir realidad con las alucinaciones derivadas de la locura en la que van cayendo sus protagonistas, con una fuerza visual que nos retrotrae al expresionismo alemán y al cine de Carl Theodor Dreyer. No es El faro una obra fácil. Para disfrutar de su genialidad hay que aceptar sus normas, una atmósfera febril, rayana en un surrealismo casi buñueliano, y unos personajes excéntricos y chabacanos a los que Willem Dafoe y Robert Pattinson se entregan en cuerpo y alma, ofreciendo unas composiciones deliberadamente histriónicas. Es en este apasionante duelo interpretativo –en el que el antiguo protagonista de Crepúsculo parecía tener las de perder ante un titán como Dafoe, pero termina demostrando ser un actor excelso, a la altura de su rival–, donde la cinta de Eggers encuentra su mejor baza.

    Estados Unidos, 2019. Título original: The Lighthouse. Director: Robert Eggers. Guion: Robert Eggers, Max Eggers. Productores: Robert Eggers, Youree Henley, Lourenço San' Anna, Rodrigo Teixeira, Jay Van Hoy. Productoras: Coproducción Estados Unidos-Canadá; A24, Regency Entreprises, RT Features. Fotografía: Jarin Blaschke. Música: Mark Korven. Montaje: Louise Ford. Reparto: Robert Pattinson, Willem Dafoe, Valeriia Karaman.

    06| MIDSOMMAR

    Midsommar, Ari Aster, 2019.

    No lo tenía fácil Ari Aster para que su segundo trabajo como director estuviera a la altura de su potente ópera prima. Hereditary (2018) había sido un revulsivo en el subgénero de terror demoníaco, bajo las formas de un oscuro y claustrofóbico drama familiar, y Midsommar, pese a conservar las señas de identidad de uno de los cineastas más personales del momento, se reveló como una apuesta aún más controvertida y radical, así como completamente opuesta. La luminosidad (incluso durante las noches luce el sol) y los espacios abiertos de una peculiar aldea sueca sustituyen a la sensación de encierro de la anterior película. Es hasta allí donde viajan Esa Dani (magnífica Florence Pugh), su novio y un grupo de amigos de este último para asistir a una celebración ancestral, que los lugareños realizan cada 90 años, conmemorando el solsticio de verano. El ambiente idílico del lugar, con sus verdes praderas y detalles florales adornando cada rincón; anfitriones aparentemente acogedores y serviciales, ataviados de inmaculadas vestimentas blancas; y sus diferentes festejos, desde almuerzos colectivos al aire libre a cánticos atemporales, se contrapone al tormento interior que vive Dani –perdió a toda su familia en circunstancias violentas y tampoco atraviesa el mejor momento con su novio, con quien vive una relación bastante tóxica– y a las sutiles señales que delatan que detrás de tan inofensiva festividad se esconde un trasfondo oscuro e intenciones nada sanas. Hay que aplaudir el excelente trabajo de ambientación, dirección artística y la preciosista fotografía de Pawel Pogorzelski, que hacen que el filme luzca impresionante, a pesar de haber costado unos modestos 9 millones de dólares. La historia, muy sugestiva, bebe claramente del Folk Horror clásico, con cultos paganos que remiten a la imprescindible El hombre de mimbre (Robin Hardy, 1973) y zonas rurales tan poco receptivas a las visitas de turistas como la de 2000 maníacos (Herschell Gordon Lewis, 1964). Abundan en Midsommar las escenas truculentas (incluso gore) y elementos tan sórdidos como la gastronomía antropofágica (el canibalismo de toda la vida) o rituales sexuales, y, sin embargo, se las arregla Ari Aster para mantener, en todo momento, una elegancia fuera de lo común. El ritmo sinuoso del relato favorece la construcción de personajes y la descripción de enrarecidos ambientes, posibilitando que la cinta acabe siendo una experiencia sensorial, profundamente inmersiva, de casi dos horas y media de duración, que culmina en un desenlace tan catártico como espeluznante. El terror se cocina a fuego lento y, pese a que tarda en arrancar, nunca da la sensación de que sobre ni una sola escena o línea de diálogo. Todo está en su lugar, incluso el humor, tan negro y bizarro que algunas de sus secuencias más cruciales podrían haber caído en el ridículo más absoluto si no estuviese detrás la mano firme de su director para esquivarlo con genialidad. De lo mejor de 2019.

    Estados Unidos, 2019. Título original: Midsommar. Director: Ari Aster. Guion: Ari Aster, Productores: Patrik Andersson, Lars Knudsen. Productoras: Coproducción Estados Unidos-Suecia-Hungría; B-Reel Films, Parts and Labor. Distribuidora: A24. Fotografía: Pawel Pogorzelski. Música: Booby Krlic. Montaje: Lucian Johnston. Reparto: Florence Pugh, Jack Reynor, Vilhelm Blomgren, William Jackson Harper, Will Poulter, Ellora Torchia, Archie Madekwe, Henrik Norlén, Björn Andrésen, Gunnel Fred.

    05| DÉJAME ENTRAR

    Låt den rätte komma in, Tomas Alfredson, 2008.

    El escritor sueco John Ajvide Lindqvist sorprendió al mundo en 2004 con Déjame entrar, una novela que suponía una vuelta de tuerca sobre el mito de los vampiros y que logró ser un gran éxito de ventas. La clave de esta buena acogida fue la hábil combinación de una bonita historia de amor adolescente con temas bastante controvertidos y actuales como las drogas, la prostitución, la pedofilia o el bullying. El propio novelista se encargaría del guion para su salto al cine, suavizando algunos de los ingredientes más espinosos del libro, mucho más explícito, mientras que en la silla del director se sentó Tomas Alfredson. El resultado fue una de las mejores películas de terror de los últimos años y una de las obras que con más seriedad se ha acercado al tema del vampirismo. La acción tiene lugar a principios de la década de los ochenta en Blackeberg, un suburbio de Estocolmo. Allí vive, junto a su madre, Oskar, un inteligente, pero retraído adolescente de doce años que sufre el acoso continuado de unos crueles compañeros de colegio, y que encontrará una válvula de escape con la llegada al vecindario de Eli, que se ha mudado a la casa contigua a la suya en compañía de un adulto llamado Hakan. Pese a que en la novela se habla claramente de que Eli es un personaje masculino que ha sufrido una castración, en la versión cinematográfica –y a aún más en su posterior remake norteamericano dirigido por Matt Reeves– este hecho únicamente queda sugerido en una breve escena en que aparece Eli cambiándose de ropa y se le ve la cicatriz. Tampoco se hace hincapié en la verdadera naturaleza de la relación entre el vampiro y Hakon, que aparece como un desinteresado protector (y proveedor de sangre fresca) de Eli, obviando sus tintes pedófilos. Pequeños detalles omitidos (o camuflados) con el fin de restar sordidez y polémica a una película que se presenta como un hermoso romance adolescente entre Oskar y “la vampira” Eli. Una maravillosa historia, de tintes fatalistas, que navega por el camino de la aceptación, la amistad y el posterior amor entre dos personajes inadaptados, que parecen no encontrar su lugar dentro de la sociedad. Dos seres aparentemente oscuros que logran desbordar luminosidad y esperanza cuando están juntos, olvidándose por un instante de las palizas en el colegio, las continuas discusiones entre padres divorciados o la soledad de quien está condenado a vivir eternamente atrapado en el cuerpo de un niño. Una obra maestra del cine europeo que dignifica el género a base de realismo y sinceridad trascendiendo fuera de su género, y cuyo título evoca al mito ancestral de que los vampiros no pueden cruzar el umbral de una casa sin antes haber sido invitados a hacerlo.

    Suecia, 2008. Título original: Låt den rätte komma in (Let the Right One In). Director: Tomas Alfredson. Guion: John Ajvide Lindqvist (Novela: John Ajvide Lindqvist), Productores: Carl Molinder, John Nordling. Productora: EFTI. Fotografía: Hoyte van Hoytema. Música: Johan Söderqvist. Montaje: Tomas Alfredson, Dino Jonsäter. Reparto: Kåre Hedebrant, Lina Leandersson, Per Ragnar, Henrik Dahl, Karin Bergquist, Ika Nord.

    04| HEREDITARY

    Hereditary, Ari Aster, 2018.

    Saludada en el momento de su estreno como una película de terror tan importante para nuestros tiempos como El exorcista pudo serlo en su día, publicidad que podría jugar contra ella, como consecuencia de las expectativas que pudiera generar, Hereditary fue una inmejorable carta de presentación para un joven (32 años) y nuevo cineasta destinado a remover los cimientos del género: Ari Aster. La secuencia que abre la cinta es toda una demostración del talento del debutante director para manejar la cámara de forma virtuosa. En ella vemos como la imagen se va acercando, mediante un maravilloso travelling, a una casa en miniatura que reproduce la de la familia protagonista, los Graham, hasta llegar a un dormitorio que, de pronto, pasa a ser el auténtico, donde entran en escena sus personajes. Los preparativos del funeral de la abuela, una mujer definida por su propia hija como de trato difícil y hábitos extraños, sirve para que conozcamos al resto de familiares que protagonizan la historia. Annie (una Toni Collette superlativa) es una galerista un tanto inestable emocionalmente, que mantiene una conflictiva relación con su hijo mayor, Peter, mientras que la silenciosa hija pequeña, Charlie, que había estado muy unida a su abuela, es la que más afligida queda por su pérdida. Mediando entre madre e hijos está el padre, Steve, posiblemente la persona más equilibrada y racional de la familia y testigo impotente de cómo esta comienza a resquebrajarse desde el instante en que comienzan a manifestarse a su alrededor fenómenos sobrenaturales cada vez más virulentos. El guion del propio Aster huye de lo obvio y, cuando parece que el relato va a incurrir en algún tópico del género, se atreve con alguna atrevida vuelta de tuerca que haga que el espectador nunca sospeche hacia donde se le está dirigiendo. El horror de esta película se cuece a fuego lento, desentrañando los tormentos interiores de cada uno de sus personajes, provenientes de unas relaciones familiares que rozan lo enfermizo. La alargada sombra de la abuela sobrevuela cada fotograma sin necesidad de aparecer en pantalla, solo a través de las secuelas que ha dejado su pasada influencia en sus descendientes. Ari Aster hace que parezca fácil algo tan complicado como hacer que un drama familiar, de marcado carácter psicológico, vaya derivando, conforme se suceden los acontecimientos, en una pesadilla paranoica que se instala en los ambiguos terrenos demoníacos de La semilla del diablo (Roman Polanski, 1968). Secuencias tan impactantes como la sesión de espiritismo en casa del personaje encarnado por Ann Dowd, o el clímax final que culmina con una de las imágenes más perturbadoras del género reciente, salpican este meticuloso estudio de su realizador sobre unos personajes rotos –los disecciona y observa con idéntico mimo al que Annie emplea con las figuritas que construye– dentro de una historia poliédrica, que habla de sentimientos tan terrenales como la pérdida, la culpa o el rencor. Una joya.

    Estados Unidos, 2018. Título original: Hereditary. Director: Ari Aster. Guion: Ari Aster. Productores: Kevin Scott Frakes, Lars Knudsen, Buddy Patrick. Productoras: PalmStar Entertainment, Windy Hill Pictures. Distribuidora: A24. Fotografía: Pawel Pogorzelski. Música: Colin Stetson. Montaje: Lucian Johnston, Jennifer Lame. Reparto: Toni Collette, Gabriel Byrne, Alex Wolff, Milly Shapiro, Christy Summerhays, Ann Dowd, Mallory Bechtel.

    03| LA BRUJA

    The Witch, Robert Eggers, 2015.

    Sorprendió Robert Eggers, con solo 32 años, por la madurez reflejada en uno de los debuts como director más contundentes que se recuerdan, el que llevó a cabo en La bruja. Historias de brujería habíamos visto muchas en la gran pantalla, pero esta podría ser la definitiva (y definitoria) del subgénero, gracias al enfoque realista y serio que le otorga a un relato ambientado en la Nueva Inglaterra del siglo XVII, un período de oscurantismo y fanatismo religioso que le sienta de fábula. Eggers presenta a una familia de colonos que ha sido expulsada de un asentamiento puritano y que ha terminado encontrando refugio en una cabaña enterrada en el corazón de un bosque. Los padres, William y Katherine, y sus cuatro hijos, la adolescente Thomasin (la fascinante Anya Taylor-Joy fue toda una promesa, hoy felizmente convertida en una realidad), el joven Caleb y los pequeños gemelos Mercy y Jonás, pronto verán como ese mal que las creencias populares aseguran que habita en las profundidades del lugar, se va apoderando de sus vidas, justo desde el momento en que una bruja secuestra y asesina a Samuel, el bebé que acababa de llegar a la familia y que se encontraba bajo el cuidado de su hermana mayor. El germen de La bruja se encuentra en la fascinación que su director y guionista tenía hacia las figuras de las brujas cuando era niño, y, lejos de limitarse a ser una más en torno a esa mitología, ha optado por ejecutar un portentoso drama histórico en el que sus personajes atraviesan por todo tipo de penurias (desde la falta de fertilidad de las tierras que deberían proveerles de alimentos, a la muerte que se ceba con los miembros más jóvenes de la familia) que parecen responder a algún tipo de castigo divino o a la intervención de fuerzas malignas, de carácter sobrenatural, algo que va minando la salud mental de los padres. Anya Taylor-Joy compone un personaje femenino cargado de fuerza y que, bajo su apariencia angelical, parece subyacer un fondo considerablemente más turbio, capaz de vender su alma al diablo. Ella es el corazón de una propuesta de Folk Horror que sugiere más de lo que muestra, valiéndose de unas imágenes preciosistas que el director de fotografía Jarin Blashke se encarga de hacer inmortales y de una música de Mark Korven espeluznante. El terror a lo desconocido, a lo invisible, es contagiado por los personajes al espectador, que asiste estupefacto a un perturbador cuento de brujas en el que niños son tentados por unos placeres de la carne ofrecidos por estas y que les hace caer en el pecado (en este caso, el preadolescente Caleb, que empezaba a tener su despertar sexual, sutilmente insinuado en las casi incestuosas miradas que profesa a su hermana Thomasin), animales son cruelmente desmembrados y demás truculencias que hacen de esta una experiencia que recurre a elementos primitivos y viscerales para generar incomodidad, no apta para espíritus sensibles.

    Estados Unidos, 2015. Título original: The Witch. Director: Robert Eggers. Guion: Robert Eggers. Productores: Daniel Bakerman, Lars Knudsen, Jodi Redmond, Rodrigo Teixeira, Jay Van Hoy. Productoras: Coproducción Estados Unidos-Canadá-Reino Unido; A24, Code Red Productions, Pulse Films, Scythia Films, Rooks Nest, Maiden Voyage Pictures, Mott Street Pictures. Fotografía: Jarin Blashke. Música: Mark Korven. Montaje: Louise Ford. Reparto: Anya Taylor-Joy, Ralph Ineson, Kate Dickie, Harvey Scrimshaw, Julian Richings, Bathsheba Garnett.

    02| CISNE NEGRO

    Black Swan, Darren Aronofsky, 2010.

    La filmografía de Darren Aronofsky hasta el momento en que estrenó Cisne Negro podía presumir de ser totalmente personal y poco convencional. Tras un excelente debut indie con Pi, fe en el caos (1998), había conseguido hacerse un nombre entre los cineastas más aclamados del momento, gracias a una de las visiones más crudas del mundo de las adicciones: Réquiem por un sueño (2000), antes de entregar una fantasía tan inclasificable como La fuente de la vida (2006) y el drama que puso a Mickey Rourke a las puertas de un Oscar como mejor actor, dando vida a un luchador de westling decadente: El luchador (2008). Cisne negro es una historia de terror camuflada bajo la fachada de drama psicológico, que gira alrededor de una joven bailarina de una compañía de Nueva York, Nina –inconmensurable Natalie Portman en el papel de su vida, muy exigente a nivel físico y emocional y que fue justamente recompensado con el Oscar a la mejor actriz–, aspirante a obtener el papel protagonista en la representación de El lago de los cisnes que prepara su exigente director (Vincent Cassel). Para hacerse con él, Nina, que da a la perfección el perfil de frágil Cisne Blanco, debe trabajar más su lado sensual y oscuro para encarnar con igual eficacia a su gemelo, el Cisne Negro. La castradora influencia de su madre (Barbara Hershey), que la trata como a una niña, y la entrada en escena de Lily (Mila Kunis), una compañera y rival que sí posee, pese a sus carencias técnicas, la desinhibición que el papel necesita, contribuyen a que la protagonista, víctima del agotamiento nervioso y de su inseguridad, comience a realizar un doloroso descenso a los infiernos en los que realidad y ficción se confunden peligrosamente. En el fondo, Cisne Negro no es otra cosa que un nuevo relato de ambición desmesurada, de esa obsesión por alcanzar los sueños que lleva a sus personajes a vender su alma al diablo, mostrando los entresijos de un mundo tan competitivo como el del ballet, del mismo modo que Joseph L. Mankiewicz lo hiciera en su día con el de los actores en Eva al desnudo (1950) o Paul Verhoeven con las strippers de Las Vegas en la infravalorada Showgirls (1995). Sin embargo, Aronofsky logra que su obra sea algo completamente diferente a todo, gracias al característico impacto de sus imágenes –atención a la tórrida escena de sexo entre Portman y Kunis, a la inesperada autoagresión del personaje de Winona Ryder, y, sobre todo, al apoteósico clímax final en el escenario– y la densidad psicológica del retrato de Nina –el director reconoce haberse inspirado en clásicos de Roman Polanski como Repulsión (1965) o El quimérico inquilino (1976) para construir su espiral de locura–. La obra maestra de un cineasta único.

    Estados Unidos, 2010. Título original: Black Swan. Director: Darren Aronofsky. Guion: John McLaughlin, Mark Heyman, Andres Heinz. Productores: Scott Franklin, Mike Medavoy, Arnold Messer, Brian Oliver. Productoras: Fox Searchlight, Cross Creek Pictures, Protozoa Pictures, Phoenix Pictures, Dune Entertainment. Fotografía: Matthew Libatique. Música: Clint Mansell. Montaje: Andrew Weisblum. Reparto: Natalie Portman, Mila Kunis, Vincent Cassel, Barbara Hershey, Winona Ryder, Benjamin Millepie, Sebastian Stan.

    01| IT FOLLOWS

    It Follows, David Robert Mitchell, 2014.

    Con solo una modesta comedia dramática, El mito de la adolescencia (2010), como única experiencia anterior, el realizador David Robert Mitchell rompió todos los esquemas con It Follows, una cinta de género que fue saludada desde su estreno como una de las experiencias más puramente aterradoras que se podrían vivir en una sala de cine. Lo cierto es que, por una vez, los comentarios entusiastas fueron ciertos y cualquier expectativa alrededor de la cinta quedó ampliamente superada. El guion del propio Mitchell se apuntaba a esa nueva corriente de historias de estética ochentera que comenzaba a proliferar —desde Drive (Nicolas Winding Refn, 2011) al remake Maniac (Franck Khalfoun, 2012), pasando por The Guest (Adam Wingard, 2014)—, constatando que lo retro vende entre un público nostálgico de aquella manera de hacer cine en los 80. It Follows no oculta en ningún momento su carácter referencial, tomando prestados elementos narrativos y estilísticos de iconos del terror como La noche de Halloween (John Carpenter, 1978) o Pesadilla en Elm Street (Wes Craven, 1984), pero su acierto reside en que su Mitchell sabe asimilar todos esos ingredientes para construir una historia con propia personalidad. Es cierto que el barrio en donde se desarrolla la acción nos remite directamente a aquella comunidad de Haddonfield de Halloween y que el grupo de amigos protagonista bien podría formar pandilla con aquella Nancy que fue objeto del acoso del temible Freddy Krueger —el miedo a dormir y quedar indefenso ante el ataque de la fuerza maligna es algo igualmente coincidente—, pero llega un momento en que la trama comienza a desmarcarse del slasher tradicional para tomar unos derroteros más cercanos a la espiritualidad del terror asiático. Al igual que en The Ring (Hideo Nakata, 1998) o The Eye (Oxide Pang Chun, Danny Pang, 2002), la pesadilla de la joven protagonista (fascinante Maika Monroe) de It Follows nace fruto de una terrible maldición, en esta ocasión traspasada a través de su primera relación sexual con un chico. El sexo, tan castigado por serial killers como el Jason Voorhes de Viernes 13 (Sean S. Cunningham, 1980), se convierte aquí, por obra y gracia del guion, en causa (y curación) de un mal espectral del que, por mucho que se intente huir, no hay escapatoria posible porque siempre acaba encontrando a su presa. Se agradece el tratamiento de los personajes juveniles, bastante más inteligentes y maduros que los típicos descerebrados que vemos en tantas cintas similares, así como la ausencia de elementos tecnológicos (teléfonos móviles, internet) en la trama, algo que confiere al relato un aspecto atemporal. Con una magnífica banda sonora de Disasterpeace, que utiliza la música electrónica de modo que recuerda al cine de John Carpenter, It Follows emerge como un nuevo clásico, una joya que debería ser tomada como referente para títulos posteriores, tanto por la atmósfera desasosegante que es capaz de crear sin abusar de sangre o violencia explícita, como por la generosidad de sus set pieces terroríficas, desde ese clímax final en la piscina cubierta al momento en el cobertizo de la playa.

    Estados Unidos, 2014. Título original: It Follows. Director: David Robert Mitchell. Guion: David Robert Mitchell. Productores: Rebecca Green, Laura D. Smith, David Kaplan, David Robert Mitchell, Erik Rommesmo. Productoras: Northern Lights Films, Animal Kingdom, Two Flints. Fotografía: Mike Gioulakis. Música: Disasterpeace. Montaje: Julio Perez IV. Reparto: Maika Monroe, Keir Gilchrist, Daniel Zovatto, Jake Weary, Olivia Luccardi, Lili Sepe, Linda Boston, Caitlin Burt, Ruby Harris, Christopher Hohman, Bailey Spry, Rich Vreeland.


    José Martín León |
    © Revista EAM / Madrid


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    Selección: José Martín | Edición: Emilio M. Luna.

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