Lucky You: la suerte en el cine independiente
Con la entrada de las nuevas tecnologías y las plataformas de contenidos cinematográficos el público ha cambiado su forma de ver películas y eso provoca que el cine independiente tenga una segunda vida tras una habitual limitada distribución. Algo que consigue descubrir un tipo de cine apoyado en la carga emocional y el diseño de los personajes más allá de la espectacularidad y la grandilocuencia.
Un ejemplo perfecto lo encontramos en una película de un tema concreto como Lucky You, con el juego de azar como protagonista. Un filme de Curtis Hanson estrenado en el año 2007 que ahonda en los problemas familiares de un jugador habitual de poker, que se encuentra con la oportunidad de su vida al disputar las series mundiales. Como no podía ser de otra forma si hablamos del juego, la ciudad elegida es Las Vegas, donde también busca su hueco una cantante que se enamorará del personaje principal y al mismo tiempo tratará de ayudar para que solucione sus conflictos con su padre. Un punto de partida cercano al melodrama y desmarcándose del virtuosismo de obras como Rounders pero que guarda varios ases en la manga.
Extraña para ser una película vinculada al poker, ya que este tipo de producciones suelen centrarse en la acción de las manos y las capacidades de los jugadores para hacer de las suyas en la mesa. No obstante, esta producción sirve de lección para todos aquellos que estén menos identificados con este juego de cartas pero que quieran conocer su dinámica o cómo se juega; así, en este filme las manos de poker más usuales se desvelan de forma iniciática.
Hemos visto otras sagas como Ocean’s Eleven o la propia Rounders en las que la acción era el género predominante. Complicado relacionar este mundo con el drama y que realmente tenga un buen funcionamiento. Pero quizá por este motivo se ha categorizado como una película realista en cuanto a lo que se puede ver de Las Vegas. No todo es fantasía, diversión y locura en la ciudad del pecado. También hay historias melancólicas que se pueden contar a través de un poker sin épica, mucho más psicológico, que sumerge al espectador en una realidad tangible.
De hecho, la película hace un claro guiño a uno de los circuitos de poker más populares del mundo como son las World Series of Poker (WSOP). Uno de los objetivos de Huck Cheever, protagonizado por Eric Bana, es conseguir un sitio en esas finales, al mismo tiempo que Billie Offer, protagonizada por Drew Barrymore, vive un romance con él y trata de apoyarlo en sus no pocos problemas. Problemas encarnados en el personaje de LC Cheever, padre de Huck. Un LC al que presentan como dos veces campeón mundial y que está encarnado por el gran Robert Duvall.
Dos datos son los que confrontan a la película con el circuito de poker real: y es que en un momento determinado se afirma que hay 839 inscritos en el torneo de las series mundiales, curiosamente los mismos que hubo en el Main Event de las WSOP del 2003. Y tampoco es casualidad que la cifra que se lleva el ganador sea de dos millones y medio de dólares, los mismos que se adjudicó el campeón de aquella edición en la vida real. Un claro guiño a esa edición, que fue de las más espectaculares que se recuerdan en la historia del juego.
Realmente es así porque las ganó un jugador que se había clasificado mediante un torneo satélite de poker en línea, a través de internet, algo que impactó mediáticamente en su momento. El nashviliano Chris Moneymaker fue el agraciado, y qué curioso que en Lucky You hay un personaje muy parecido físicamente a él y que tiene un duelo particular con un jugador clásico mucho más mayor y con más experiencia que él. Este competidor podría ser la representación de Sam Farha, jugador al que venció Moneymaker en aquel momento en el cara a cara final por el brazalete de campeón. Incluso una de las frases más representativas de Farha tiene su hueco en la película. Pequeños detalles que encajan en una narrativa bastante orgánica pero carente de aristas. Una película que es consciente de sus limitaciones y que cuenta lo que quiere contar de una manera muy limpia y sin alardes, al más puro estilo del cine independiente-comercial norteamericano de los últimos años. Una cinta a reivindicar y disfrutar.