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    Cine Alemán Siglo XXI

    Crítica: Tyler Rake

    El último gran héroe

    Crítica ★★★★☆ de «Tyler Rake», de Sam Hargrave.

    Estados Unidos, 2020. Título original: Extraction. Director: Sam Hargrave. Guion: Joe Russo (Cómic: Fernando León González). Productores: Eric Gitter, Chris Hemsworth, Peter Schwerin, Anthony Russo, Joe Russo, Mike Larocca. Productoras: Netflix / AGBO / India Take One Productions / T.G.I.M Films / Thematic Entertainment. Distribuida por Netflix. Productor: Anthony Russo, Joe Russo. Fotografía: Newton Thomas Sigel. Música: Henry Jackman, Alex Belcher. Montaje: Ruthie Aslan, Peter B. Ellis. Reparto: Chris Hemsworth, Rudhraksh Jaiswal, David Harbour, Derek Luke, Pankaj Tripathi, Randeep Hooda.

    No le ha ido nada mal a Netflix con sus recientes propuestas de cine de acción. Triple frontera (J.C. Chandor, 2019) y la divertidísima 6 en la sombra (Michael Bay, 2019) han sido proyectos que nada tenían que envidiar a otros grandes estrenos del género de similares características destinados a la gran pantalla, ni en espectacularidad ni en las estrellas que conforman sus repartos, por lo que sus desembarcos en la plataforma de streaming se saldaron con sendos éxitos. Siguiendo la estela de estas, acaba de desembarcar Tyler Rake (2020), el debut como realizador de Sam Hargrave, toda una institución en el arte de peleas y escenas de riesgo de películas, donde se ha labrado un amplio currículum como especialista y coordinador de efectos que llegó a su punto culminante al ocuparse de la dirección de segunda unidad de Vengadores: Endgame (Anthony Russo, James Russo, 2019), actualmente el título más taquillero de todos los tiempos. Su excelente labor en muchas de las últimas cintas de Marvel han sido, sin duda, la antesala para que los hermanos Russo apadrinaran su puesta de largo como director, tanto desde la categoría de productores como desde el guion, obra del propio James Russo. Como protagonista, como no podía ser de otro modo, han reclutado a Chris Hemsworth, amigo personal al que Hargrave llegó a doblar en algunas escenas peligrosas de su icónico personaje de Thor. El rubio actor continúa tratando de desencasillarse de esa imagen de dios del trueno que le ha dado la fama y, aunque ha demostrado una aceptable cara dramática a las órdenes de Ron Howard en Rush (2013) o En el corazón del mar (2015), ha cosechado estrepitosos fracasos en relanzamientos de antiguas franquicias como los de Cazafantasmas (Paul Feig, 2016) o Men in Black: International (F. Gary Gray, 2019), que, pese a sus decepciones comerciales, dejaron ver que Hemsworth también tiene una considerable vis cómica por explotar. Aun así, está claro que es en el género de acción donde el intérprete se muestra más cómodo y esta Tyler Rake le ofrece la oportunidad de meterse en la piel de un personaje construido a su medida, que posee todas las características para poder servir de protagonista de su propia franquicia, muy en la línea de lo que ha significado John Wick para Keanu Reeves.

    El guion de James Russo no puede ser más sencillo y funcional. Su historia, que adapta libremente el cómic de 2014 Ciudad, obra de los propios hermanos Russo y Ande Parks, no trata de innovar o abrir nuevos caminos inexplorados en el género. Simplemente, va directa al grano desde la primera escena y confía toda su efectividad en el carisma de Hemsworth, ofreciendo acción a raudales y mucha testosterona. Tyler Rake es presentado como un tipo desapegado de la vida y un tanto amargado, que ahoga en alcohol la culpa por la pérdida de su familia en el pasado. Es un mercenario que acepta cualquier tipo de misión, por muy suicida que sea, y la que se le encomienda en esta ocasión es de lo más peligrosa. La idea es viajar hasta la India para liberar a un adolescente, hijo de uno de los más poderosos narcotraficantes del país (que permanece encarcelado), tras haber sido secuestrado por el mayor rival de su padre en el gremio, un mafioso que mueve los hilos de la droga en Bangladesh. La misión de rescate lleva a Rake al mismo corazón de Dhaka, convertida en un hervidero de policías, soldados (michos de ellos niños cruelmente entrenados para ser máquinas de matar) y narcotraficantes, contra los que el héroe tiene que lidiar, sin contar la incómoda presencia en la trama de Saju, un antiguo miembro de las Fuerzas Especiales, que también trata de hacerse con el chaval. Tyler Rake, al igual que otros hitos recientes del cine de acción como la mencionada saga de John Wick o Atómica (David Leitch, 2017), se beneficia de tener en la dirección a alguien experto en las secuencias de riesgo, por lo que estas cobran una gran importancia en su trama y están coreografiadas con maestría y precisión milimétrica. Chris Hemsworh lo da todo en estas escenas, que requieren una enorme exigencia física, destacando el monumental (falso, pero logradísimo) plano secuencia de casi 12 minutos que muestra a Rake y al joven Ovi tratando de huir de la legión de perseguidores, con una cámara nerviosa que no deja de entrar y salir de coches a toda velocidad a través de callejuelas infestadas de gente, violentas peleas en el interior de un edificio –a medio juego entre los videojuegos y las impresionantes luchas cuerpo a cuerpo de Redada asesina (2011)–, explosiones, helicópteros y demás ingredientes para hacer de esta una set piece que pasará a los anales del género. Es Tyler Rake una propuesta honesta, que no trata de disfrazar su típico argumento de mercenario ¿invencible? en misión de alto riesgo, con ínfulas de falsa trascendencia o gran psicología. Promete adrenalina y acción sin tregua y es exactamente lo que ofrece, en ingentes cantidades.

    Tyler Rake, Sam Hargrave.
    ¿Un nuevo héroe de acción? | Netflix.

    «Sam Hargrave ha sabido dirigir bien los (escasos) instantes de calma, pero donde ha brillado, sin duda, es en lo que mejor sabe hacer: entregar un tipo de acción vibrante y frenético, en el que cada golpe duele, la sangre y el sudor de sus personajes se siente real y no existen límites para filmar el peligro desde las tomas más imposibles que se puedan imaginar».


    Hemsworth cumple a la perfección en este personaje, tanto en la contundencia de sus escenas más físicas (que son muchas y muy exigentes) como en aquellos momentos más intimistas en los que comparte conversaciones con el chico rescatado. La relación que ambos establecen, con el cariño y la admiración naciendo entre dos personajes opuestos pero unidos por las carencias afectivas –mientras Rake trata de hallar la redención y autoperdonarse por el triste final de su pequeño, el hijo del narcotraficante se avergüenza profundamente de los ambientes delictivos en los que le ha tocado crecer–, recuerda poderosamente al vínculo de amistad que unía a los personajes encarnados por Denzel Washington y Dakota Fanning en la no menos notable El fuego de la venganza (Tony Scott, 2004). Cabe destacar también que, dentro del escaso calado dramático de la cinta, la química entre Hemsworth y el joven Rudhraksh Jaiswal funciona como un reloj para lograr que el público empatice con las vicisitudes de la dispar pareja, consiguiendo esta buena sintonía que el proyecto tenga, bajo su aparatosa condición de blockbuster de acción, ciertas dosis de calidez humana. Sam Hargrave ha sabido dirigir bien los (escasos) instantes de calma, pero donde ha brillado, sin duda, es en lo que mejor sabe hacer: entregar un tipo de acción vibrante y frenético, en el que cada golpe duele, la sangre y el sudor de sus personajes se siente real y no existen límites para filmar el peligro desde las tomas más imposibles que se puedan imaginar. Nunca se avergüenza de su condición de entretenimiento puro y duro, que recupera el sentido de la maravilla del género de los años 70 y 80, poblado de personajes de acción de una pieza, indestructibles como si fuesen superhéroes, de los que el cazarrecompensas interpretado por Hemsworth se revela como digno sucesor Al mismo tiempo, el filme de Hadgrave se mira en el espejo de profesionales como Michael Mann o John Frankenheimer, a los que el director ha confesado admirar por obras tan técnicamente sofisticadas e hiperrealistas como Heat (1995) o Ronin (1998), respectivamente. Tyler Rake es el tipo de película que necesita Netflix para demostrar, de una vez por todas, que la calidad de sus productos puede llegar a competir, de igual a igual, con la de cualquier producción cinematográfica de primer orden. De hecho, se trata de una orgiástica experiencia audiovisual que en una sala de cine habría lucido en todo su esplendor para deleite de los amantes del género y que en la pequeña pantalla ha logrado batir récords de visionados en la plataforma, confirmando sus opciones a convertirse en una exitosa nueva saga | ★★★★☆


    José Martín León |
    © Revista EAM / Madrid


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