«La delgada línea roja» (1998)
Programa número 5 de «La última flecha».
Ha costado más que nunca, pero el quinto programa de La última flecha ya está en el aire. Nuestros ponentes habituales, Daniel Lourtau, José Luis Forte, Miguel Muñoz Garnica y Emilio M. Luna, abordan a un director siempre vigente –que acaba de estrenar su último filme, Vida oculta—, de una personalidad muy marcada pero cuya trayectoria filmográfica desvela un estancamiento narrativo y estético que pone en tela de juicio ese tipo de cine basado exclusivamente en el montaje; cine y emoción encerrados en diseños extremadamente medidos. Hablamos, por supuesto, de Terrence Malick, el veterano cineasta texano. Lo hacemos, además, desde una de sus películas más celebradas: La delgada línea roja (The Thin Red Line, 1998).
Su tercer y esperado largometraje rompía un hiato de veinte años. Tras el estreno de Días del cielo (Days of Heaven, 1978), Malick se encerró en París y dejó a un lado el cine, frustrado por una exigencia y meticulosidad que siempre le acompañaron en los orígenes de su carrera fílmica. El anuncio de su regreso provocó que los grandes intérpretes del momento lucharan encarnizadamente por un rol en la película de uno de los últimos grandes «autores» del cine estadounidense contemporáneo. La delgada línea roja se gestó en una larga preproducción y, tras su presentación en Berlín, consiguió el Oso de Oro y siete nominaciones al Oscar –entre ellas la de mejor película.
En este último episodio de La última fecha analizamos tanto la estructura narrativa como los componentes técnicos –en especial, la música de Hans Zimmer— de una de las obras claves de los 90, que señalizaba el fin de la mirada épica del género bélico para comenzar la era de la desmitificación.
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