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    Cine Alemán Siglo XXI

    Crítica | Capitana Marvel

    El poder de la superación

    Crítica ★★★ de «Capitana Marvel», de Anna Boden, Ryan Fleck.

    Estados Unidos, 2019. Título original: «Captain Marvel». Directores: Anna Boden, Ryan Fleck. Guion: Anna Boden, Ryan Fleck, Geneva Robertson-Dworet (Cómic: Gene Colan, Roy Thomas. Historia: Nicole Perlman, Meg LeFauve, Anna Boden, Ryan Fleck, Geneva Robertson-Dworet). Productores: Kevin Feige, Lars P. Winther. Productora: Marvel Studios. Fotografía: Ben Davis. Música: Pinar Toprak. Montaje: Debbie Berman, Elliot Graham. Reparto: Brie Larson, Samuel L. Jackson, Jude Law, Ben Mendelsohn, Annette Bening, Lashana Lynch, Clark Gregg, Rune Temte, Gemma Chan, Djimon Hounsou, Lee Pace, Algenis Perez Soto.

    En el último año, el universo cinematográfico de Marvel ha sido capaz de mostrarnos su mejor cara y, también, algunas de sus primeras señales de agotamiento. Si con la monumental Vengadores: Infinity War (Anthony Russo, James Russo, 2018) facturó la aventura de superhéroes más colosal y ambiciosa jamás filmada y con Black Panther (Ryan Coogler, 2018) nos sumergió en una Wakanda en todo su esplendor, con enorme éxito de crítica, con la secuela Ant-Man y la Avispa (Peyton Reed, 2018) arriesgó más bien poco, repitiendo la fórmula de la anterior entrega (algo no necesariamente negativo pero, tal vez, insuficiente), y con la errática Venom (Ruben Fleischer, 2018) sufrió uno de sus patinazos artísticos más importantes (pese a que la película arrasó en taquilla con más de 1000 millones de recaudación a nivel mundial), poniendo el foco de atención en un villano con posibilidades. Por no hablar de esa sorprendente incursión en la animación que ha sido la oscarizada Spider-Man: Un nuevo universo (Bob Persichetti, Peter Ramsey, Rodney Rothman, 2018), la cual dejó los logros de las últimas incursiones en la gran pantalla del Peter Parker de carne y hueso a la altura del betún. 2019 empieza fuerte para el estudio con la puesta de largo de la primera de sus heroínas protagonista de saga propia, Capitana Marvel (2019), que llega dirigida por una pareja de realizadores, Anna Boden –primera mujer que se pone al frente de un proyecto de la compañía, siguiendo los pasos de Patty Jenkins en la triunfal Wonder Woman (2017) para la competencia DC– y Ryan Fleck, curtidos en el cine independiente, gracias a títulos como Sugar: Carrera tras un sueño (2008) o Una historia casi divertida (2010). Un personaje femenino fuerte y carismático que llega en un excelente momento para apoyar la causa feminista y que es presentado en una típica aventura de orígenes, con miras a expandir todo su potencial en la próxima Vengadores: Endgame (Anthony Russo, James Russo, 2019), donde se espera que esta superheroína desempeñe un papel clave.

    La película comienza con la protagonista ya provista de sus habilidades especiales y siendo entrenada por su mentor, Yon-Rogg (Jude Law), en el planeta Hala, cuna del imperio Kree, para luchar contra los eternos enemigos de la especie, los Skrulls, provistos de la capacidad de adoptar cualquier forma física y suplantarla. De esta manera, la historia sigue una estructura no lineal en la que, a través de las recurrentes visiones que sufre Capitana Marvel, iremos conociendo su verdadera naturaleza terrícola y las circunstancias que hicieron que adquiriera sus poderes y acabase formando parte de las filas Kree. Una vez fue Carol Danvers, una tenaz piloto de combate de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos que, desde niña, tuvo que luchar contra los hombres que trataban de minar la confianza en sí misma y sus posibilidades, diciéndole que nunca alcanzaría sus objetivos por el hecho de ser mujer. Desde ese padre que no le permitía pilotar coches como los otros niños o ese instructor de la academia que le aseguraba que jamás volaría en un avión. Como bien dice su compañera y mejor amiga Maria Rambeau (Lashana Lynch) en una afortunada línea de guion, ella ya era la mujer más poderosa que había conocido antes de que sus manos fuesen capaces de producir fuego, por su capacidad de superación. La estupenda Brie Larson ha resultado ser una elección perfecta para dar vida a esta superheroína que, al contrario de Wonder Woman, no cuenta con interés amoroso alguno en su trama, por lo que no hay ningún hombre que interfiera en sus motivaciones o manera de actuar, haciendo de ella un personaje mucho más independiente y con un contexto feminista más marcado. Lo que sí hay es una simpática relación de camaradería entre Capitana Marvel y un rejuvenecido Nick Furia (Samuel L. Jackson encuentra más ocasiones de lucimiento que en sus anteriores apariciones junto a los Vengadores), que resucita, de algún modo, aquellas buddy movies de los 80 y los 90 –que la historia se desarrolle en 1995 propicia que el filme funcione como un divertido homenaje al género de aquella década, con algún pasaje (la confrontación en el metro entre la protagonista y el enemigo que va cambiando de forma) que recuerda a Men in Black (Barry Sonnenfeld, 1997), con la diferencia de que la pareja de compañeros de acción "a la fuerza" la conforman un hombre y una mujer.

    «Capitana Marvel es una buena carta de presentación para su protagonista que, en manos de un director más curtido en los blockbusters, podría haber sido algo mucho más grande. Aun así, los fans del género pueden respirar tranquilos y disfrutar de una aventura fantástica divertidísima, que luce y suena como el mejor cine de entretenimiento de los 90».


    Capitana Marvel es un producto más cumplidor que verdaderamente revolucionario, ya que no aporta mucho más al universo MCU que la obligada introducción del decisivo personaje de Carol Davers en el mismo. La película comienza fuerte, sumergiendo al espectador en el planeta Hala y en una peripecia de ciencia ficción que está tocada por un halo de seriedad más cercano a las aventuras cinematográficas de Capitán América que a las de los más gamberros Guardianes de la galaxia. Los flashbacks que surgen de la confundida mente de su protagonista tratan, además, de dotarla de una importante complejidad emocional, algo que siempre es de agradecer. Sin embargo, después de una introducción interesante y atípica dentro de lo que hemos visto anteriormente en otros títulos de Marvel, la cinta se va adentrando en unos derroteros mucho más ligeros desde el momento en que la Capitana Marvel aterriza en la Tierra. A partir de ahí, el filme se convierte en un divertido pasatiempo cargado de guiños y homenajes cinéfilos –desde Terminator 2 (James Cameron, 1991) a Matrix (Lilly Wachowski, Lana Wachowski , 1999), pasando por la más que evidente Top Gun (Tony Scott, 1984)–, con una trama de guerra entre Kree y Skrulls un tanto previsible y carente de auténtica garra o emoción. Da la extraña sensación de que su protagonista está, en todo momento, por encima de la propia película y que esta termina siendo más valiosa por el mensaje que atesora en su fondo que por lo que cuenta. A nivel visual, hay que reconocer que estamos ante un producto al que poco se le puede reprochar a nivel de efectos especiales, excelentes, o en la efectividad de sus secuencias más espectaculares (a pesar de que se eche en falta esa gran set piece para el recuerdo), aunque, desde el punto de vista narrativo, adolece de alguna que otra caída de ritmo y una evidente ausencia de auténtica trascendencia. El humor, muy presente como es ya marca de la casa, funciona de forma eficiente, gracias, sobre todo, a las aportaciones del desatado Furia y un personaje secundario gatuno que consigue robar todas las escenas en las que hace aparición. Capitana Marvel es una buena carta de presentación para su protagonista que, en manos de un director más curtido en los blockbusters, podría haber sido algo mucho más grande. Aun así, los fans del género pueden respirar tranquilos y disfrutar de una aventura fantástica divertidísima, que luce y suena (la banda sonora, plagada de grandes éxitos de Nirvana, R.E.M. o No Doubt) como el mejor cine de entretenimiento de los 90, por lo que se revela como una propuesta que encandilará, especialmente, al público más nostálgico | ★★★


    José Martín León
    © Revista EAM | Madrid |


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