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    Cine Alemán Siglo XXI

    Entrevista: Elsa Amiel, directora de «Pearl»

    Tras trabajar como asistente de dirección con Bertrand Bonello, Noémie Lvovsky y Mathieu Amalric, la parisina Elsa Amiel debuta en la dirección de largometrajes con Pearl, un sorprendente estudio del desconocido culturismo femenino que aborda el drama de una competidora que abandonó en los inicios de su carrera a su hijo. En el marco del Festival de Cine Europeo de Sevilla tuvimos la oportunidad de hablar con ella sobre su salto a la realización en un mundo en proceso de cambio.


    Pearl trata un tema muy concreto y original. ¿Qué te atrajo del mundo del culturismo para dedicarle tu primera película?

    Buscando un tema para mi primera película tenía claro que quería un personaje femenino fuerte con el que cuestionar las formas de la feminidad: la maternidad, la apariencia, la belleza. Yo sentía una fuerte necesidad de explorar la cuestión del cuerpo, algo que ya había tratado en un cortometraje y tenía ganas de continuar. De pronto conocí el trabajo de un fotógrafo que trabaja el cuerpo, el contraste y la fusión entre lo masculino y lo femenino: Martin Schoeller, que hacía fotografías de mujeres culturistas justo antes de competir. Quedé fascinada, con lo que comencé a ir yo misma a las competiciones, para ver a las atletas femeninas. Evidentemente hay algo narcisista y obsesivo en este deporte, pero yo también encontré fragilidad. Por qué lo hacen es algo que está por encima de la comprensión de quienes no lo hacemos. Hay algo de mitología, porque son personas buscando una perfección cercana a los dioses. Es cierto que es un mundo muy desconocido, explorado por reportajes pero rara vez por películas. Como es un tema virgen, decidí ir a por ello.

    Lo que sí hay es muchas películas sobre competiciones en torno a la fuerza que también se centran en la fragilidad de sus personajes, como dices… ¿Te ha inspirado alguna de ellas?

    Tengo problemas para responder a esta pregunta. Evidentemente me he alimentado de muchas películas, como El luchador, de Darren Aronofsky, y Pumping Iron, un documental sobre el entrenamiento de Arnold Schwarzenegger, que es toda una referencia en el mundo de culturismo, pero para Pearl no me he inspirado en ninguna en particular, quizá porque el trabajo de cada realizador es impresionante y personal y yo sentía la necesidad de poner a prueba mi propia manera de ver las cosas.

    Has trabajado con directores muy influyente como asistente de dirección, ¿cómo te ha influido esa experiencia?

    Me he formado entre directores muy buenos, sí. Realmente dirigí Pearl sin nadie en concreto en la cabeza, pero lógicamente algo de ellos me queda. Y en momentos de duda pienso en cómo habrían resuelto ellos la situación, pues por ahora su sentido de la realización es mucho más libre que el mío. Pero, claro, siempre debo ir un poco más allá de eso para hallar mi propia voz.

    Algo notable de Pearl es la calidad del reparto, que casi parece encarnarse a sí mismo. ¿Cómo fue el proceso de casting?

    Lo más difícil fue encontrar a Julia Föry, porque evidentemente es imposible dar con una actriz conocida con ese cuerpo tan particular. Buscando un cuerpo concreto para mi protagonista, Léa Pearl, viajé por EEUU, Canadá y Europa y al final di con Julia, pero aún no estaba en forma. Sin embargo, en ese momento yo no tenía todavía financiación; cuando dos años después por fin me puse a hacerlo, apareció ella y ya tenía el cuerpo apropiado. Me di cuenta de que esta chica, además de tener un cuerpo impresionante, era femenina, sensible e inteligente. Era única. Se identificó con el personaje y supo enseguida de lo que estaba hablando. Por eso estuvo de acuerdo en hacerse actriz para la película. Para Al, el manager, sin embargo, necesitaba un actor con experiencia en el que Julia pudiera apoyarse, por lo que opté por Peter Mullen, quien, cuatro años antes del rodaje, ya me había dicho que sí. Otro gran desafió era encontrar al niño, pero al final la elección fue fácil. En el casting, Vidal Arzoni fue el único que me propuso algo distinto: todos habían venido muy monos, conociéndose el texto, bien vestidos, bien peinados, pero él se puso a bailar hip hop. Es cierto que en el casting lo vi algo perdido pero cuando nos pusimos a grabar un año después, noté que se había preparado: había pensado en el personaje, el texto. Como quise dar un tono realista y documental a la película, que no naturalista, busqué gente del mundo culturista para los papeles menores, como el patrocinador. El papel de Serena, sin embargo, requería una actriz profesional porque maneja muchos estados de ánimo, con lo que recurrí a Agata Buzek, una actriz polaca muy especial. O sea, que el reparto es una fusión ideal de actores profesionales sin relación alguna con el culturismo y gente del mundo del culturismo que nunca antes había actuado.

    A propósito de eso último, Pearl son dos películas en una: el mundo del culturismo, abordado a modo casi documental, y el más narrativo y dramático retrato de una madre y su hijo… 

    Sí, se ve ya desde el guion: empiezo trabajando el mundo del culturismo con planos y encuadres de toque documental, y de pronto aparece el niño para desmantelar ese tratamiento. Yo intento dar la vuelta a la visión que se tiene del culturismo, ofrecer una mirada más onírica y alejada de la realidad. El personaje de Léa Pearl va adquiriendo protagonismo como tal dentro de ese mundo; es un personaje víctima, objetivado, por quienes la rodean e incluso por la cámara; pero poco a poco la obra se vuelve más carnal, conforme se va materializando el personaje.

    Y para el siguiente proyecto, ¿tienes planes? ¿Más culturismo?

    Buena pregunta [risas]. Dedicas tanto tiempo a una película que pierdes mucha energía. Lo que sí sé es que sigo queriendo trabajar el tema del cuerpo, pero debo encontrar algo diferente.

    ¿Cómo has vivido todo por ahora con Pearl?

    Por el momento la película ha tenido vida en festivales: empezó en Venecia y fue extraordinario porque la sala estaba llena, el público estaba muy receptivo y caluroso, fue una grata sorpresa porque estábamos aterrados. Luego ha estado en festivales en Francia, Islandia y otros lugares, siempre con bastante buen recibimiento. Estoy sorprendida porque la gente está extremadamente conmovida con la película; gente, además, de todas las edades. Quieren saberlo todo sobre esta mujer, que les atrae e inquieta a partes iguales; y es que la cuestión del cuerpo es aterradora para muchos. Quizá al principio no comprenden la decisión del personaje, pero creo que, conforme ella misma va aceptando sus decisiones, los espectadores la van aceptando a ella. Es una cuestión controvertida porque socialmente que un padre abandone a su familia no está tan mal visto como que lo haga una mujer.

    Eso me recuerda al movimiento #MeToo, ¿cómo lo has vivido?

    Es extraño porque empecé a preparar esta película hace seis años, mucho antes del auge del movimiento. De pronto han surgido todas estas historias de abusos, también en el mundo del culturismo y los entrenamientos, cuando curiosamente en la película hay una relación ambigua entre la protagonista y el entrenador... Por otro lado, hace seis años había competición de culturismo femenino pero hace cuatro dejó de existir porque se creyó que daba mala imagen de la mujer. La categoría fue eliminada por las federaciones de culturismo y sustituida por otra que trabaje más el tema de la belleza que el de la fortaleza: “Bikini Wellness”; y es que parece que la mujer tiene que ser hermosa por encima de todo. Fue precisamente mi rebelión contra esa idea lo que me llevó a dar el protagonismo a un personaje que quizá pronto deje de existir.

    Pearl se estrenará en España en 2019 distribuida por Surtsey Films.


    Juan Roures
    © Revista EAM / Festival de Sevilla


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