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    Cine Alemán Siglo XXI

    Especial LesGaiCineMad 2018: las 10 mejores películas

    Especial LesGaiCineMad 2018

    Las 10 mejores películas.

    Conforme la “normalización” llega al mundo occidental, la comunidad LGTBIQ+ busca nuevas formas de presentarse a sí misma en el séptimo arte, sea con historias rara vez contadas antes (ancianos homosexuales, jóvenes no binarios, niños transexuales, etc.), sea a través de innovadoras puestas en escena donde el propio arte cinematográfico tiene más relevancia que la reivindicación social. Y es que, aunque todavía sea habitual entre crítica y público relacionar cada nuevo estreno de temática LGTBIQ+ con clásicos como Brokeback Mountain (Ang Lee, 2005), lo cierto es que no hablamos de un género cinematográfico, siquiera un subgénero, sino meramente de un abanico de posibilidades identitarias que siempre se han desaprovechado tanto fuera como dentro de la pantalla. Los programadores del LesGaiCineMad, el festival de cine LGTBIQ+ más importante de los países de lengua española, dan año tras año muestra de ello, trayendo a Madrid películas de todo tipo de nacionalidades, temáticas y estilos que, lamentablemente, pasan desapercibidas durante el resto de la temporada incluso entre la crítica especializada. La 23ª edición, además, está protagonizada por las mujeres mayores, estrellas tanto del maravilloso cartel oficial, como de la aclamada película de apertura: la paraguaya Las herederas, que ya pasó por Berlín y San Sebastián y terminó alzándose como la mejor película del más humilde certamen que nos ocupa (al menos, según el jurado). La ópera prima de Marcelo Martinessi es, por cierto, uno de las nueve largometrajes de ficción latinoamericanos presentados en este LesGaiCineMad, un número extraordinario considerando que hablamos de un cómputo de veintiún obras venidas de todos los rincones del mundo (sumando documentales y cortometrajes, área clave para las nuevas voces, se alcanza el centenar). Números aparte, el alto grado de presencia latinoamericana es de vital importancia considerando la espantosa LGTBIQfobia que sigue invadiendo países donde, al igual que en África y Oriente Medio, basta no ser heterosexual y/o cisgénero para que la vida corra peligro. Si algo piden los habitantes de Chile, Colombia o Perú es respeto, y para ello hay que empezar por la propia identidad. A continuación, los diez títulos más interesantes de una selección prácticamente recomendable en su totalidad.

    10. Just Charlie
    Rebekah Fortune, Reino Unido.

    A pesar de haber sido etiquetada como varón desde su nacimiento a raíz de sus genitales, la joven Charlie Lyndsay siempre ha sabido que su género se acercaba más al de su madre que al de su padre. De hecho, creció soñando ser igual que su popular hermana, pero, con el paso del tiempo, se ha dado cuenta de que esa realidad nunca llegará para ella, no hasta que haga algo al respecto. Por eso, lleva tiempo sintiéndose mal, suspendiendo asignaturas donde solía recibir sobresalientes y contestando de malas maneras a unos padres que en absoluto imaginan lo que les espera. Un día, por fin, confiesa que no es un chico, sino una chica, recibiendo rápidamente el apoyo de las mujeres de la casa, pero no el de su padre, quien siente que ha perdido para siempre a su único hijo. Poco después de debutar con Deadly Intent (2016), sorprendente mirada a la infancia desde el género de terror, la británica Rebekah Fortune vuelve a asomarse a un mundo infantil pavoroso, si bien en este caso tan sólo lo es a raíz de una sociedad que nunca ha estado a la altura de sus infantes trans. Y es que estos viven todo con una normalidad pasmosa hasta que alguien insiste en contradecirles, algo especialmente duro de digerir al venir de familiares y amigos: la meta de las personas trans no es la operación de reasignación de sexo (a la que, de hecho, muchas renuncian por motivos diversos), sino la potestad de ser aceptadas tal y como son, sin necesidad de etiquetas. Charlie no desea dejar el fútbol, por ejemplo, aun siendo un deporte tradicionalmente relacionado con el género masculino; tampoco quiere dejar de jugar a los videojuegos que siempre la han unido a su padre. Como afirma el título del filme, ella sigue siendo la misma; son quienes la rodean los que han cambiado. De esta forma, Just Charlie desemboca en un duro drama familiar impulsado por las excelentes interpretaciones tanto de Harry Gilby en la piel de Charlie como de Scot Williams y Patricia Potter en las de sus padres, que verán su propio matrimonio desestabilizado por la situación. Sobra quizá algo de melodrama, pero el característico aroma a cine social británico de calidad prevalece. Y, si de puertas para adentro la vida es dura para la familia Lyndsay, de puertas para afuera lo es aún más, pues la transfobia brota de los rincones más inesperados, a menudo de forma “pacífica”, pero siempre dolorosísima. Por suerte, el cariñoso guion de Peter Machen comprende que el momento atravesado por el delicado tema que nos ocupa pide a gritos callados un toque de esperanza.

    Reino Unido, 2017. Título original: Just Charlie. Dirección: Rebekah Fortune. Guion: Peter Machen. Producción: Seahorse Films. Fotografía: Karl Clarke. Música: Yann McCullough, Darryl O'Donovan. Reparto: Harry Gilby, Scot Williams, Ewan Mitchell, Karen Bryson, Patricia Potter, Joshua Pascoe, Jeff Alexander, John Draycott, Andrea Green, Benjamin Humphrey, Oliver Huntingdon, Tia Noakes, Craig Painting, Travis Blake Hall, Jess Collett, Daisy Fairclough, Karen Newman, Chloe Oxley, Caroline Nash, Peter Lloyd, Molly Coffey, Eva Williams, Elinor Machen-Fortune, Charlie Georgiou, Olivia Woolley, Stephen Smith, Lucy Manning, Maria O'Brien, Janine Hipkins. Duración: 97 min.

    09. Tinta bruta
    Filipe Matzembacher y Marcio Reolon, Brasil.

    Aunque introspectivo, Pedro se expone día tras día a miles de extraños a través de la webcam de su pequeño apartamento. ¿Su seña de identidad? La pintura fluorescente con la que cubre su cuerpo mientras se contonea, compensando así la evidente falta de pasión que pone a su trabajo. De vez en cuando, alguien es hipnotizado por sus sinuosas contorsiones y paga por una cita a solas, siempre, eso sí, con la pantalla de por medio. Marcio Reolom y Filipe Matzembacher, que ya colaboraron en Beira-Mar (2015), retratan así a un joven carente de afecto y, por extensión, la crisis existencial de toda una generación de jóvenes brasileños enfrentados a un país y una cultura con la que ya no se identifican. Bien encarnado por Shico Menegat, Pedro vaga sin un mañana claro, preocupado tan sólo por sobrevivir a cada día, a ser posible con relativa dignidad. Lástima, eso sí, que su poco empático carácter traspase la pantalla, hasta el punto de que la identificación del espectador no sean tan potente como debería considerando las penurias plasmadas por un guion demasiado difuso y alargado, pero el resultado sigue siendo desconsolador. Presentada en la Berlinale, donde se alzó con el Teddy a mejor cinta de temática LGTB, Tinta bruta presenta un fuerte contraste entre el artificioso universo confeccionado por el protagonista en su cuarto como imán de hombres de esferas económicas muy superiores y la cruda realidad exterior, plagada de peligros. Pedro, además, está acusado de un serio crimen que lo persigue como un fantasma, contribuyendo más a un carácter retraído que tan sólo se diluye frente a la webcam: en presencia de personas reales, el chico es incapaz de participar siquiera en una conversación sin estridencias, si bien es cierto que su suerte no es buena en lo que respecta a tropezar con extraños; aunque, ¿cómo serlo en un país que ha hecho del toque de queda una rutina? Al final, él ha perdido la confianza en sí mismo y los demás, así como en un entorno que Tinta bruta plasma frío y descarnado, lejos del colorido por el que el cine brasileño suele apostar. Irónicamente llamada Porto Alegre, la ciudad no parece albergar esperanza alguna. Quizá por eso necesita el joven bañarse en tinta fosforita: para brillar por una vez y recordarse a sí mismo que siempre hay luz al final del túnel, por largo y tortuoso que este sea.

    Brasil, 2018. Título original: Tinta bruta. Dirección: Filipe Matzembacher, Marcio Reolon. Guion: Filipe Matzembacher, Marcio Reolon. Producción: Avante Filmes / Besouro Filmes. Fotografía: Glauco Firpo. Música: Felipe Puperi. Reparto: Shico Menegat, Bruno Fernandes, Guega Peixoto, Sandra Dani, Frederico Vasques, Denis Gosh, Camila Falcão, Áurea Baptista, Larissa Sanguiné, Zé Adão Barbosa. Duración: 118 min.

    08. Rafiki
    Wanuri Kahiu, Kenia.

    Hay obras cuya importancia va más allá de las estrictas cualidades. Ese es el caso de Rafiki, película keniata en torno a una relación lésbica que fue censurada en su país por motivos obvios (allí, la homosexualidad es un delito que puede derivar en cinco años de cárcel) y, con el Óscar a mejor película en lengua no inglesa en la mente (quién sabe de quién, pues la lengua predominante de la producción es el inglés), terminó estrenándose sólo durante una semana… arrasando en taquilla. El cine y la propia población van a menudo por delante de las leyes, como muestra el buen recibimiento patrio de esta encantadora, aunque inevitablemente dura, historia del primer amor entre dos chicas a las que, además de la sociedad, contrapone el hecho de que sus sendos progenitores están enfrentados en unas importantes elecciones políticas. Ambas son, además, muy diferentes: Kena (Samantha Mugatsia) siempre ha mostrado características supuestamente masculinas, de forma que quienes la rodean, de alguna forma, están preparados para el shock. Sin embargo, Ziki (Sheila Munyiva) es la princesa de un mundo donde el rechazo al diferente es mucho más fuerte. Curiosamente, Kena es mucho más sensata y precavida: Ziki, cuyo carismático y colorido cabello sirve de perpetuo toque de esperanza, es una soñadora que terminará dándose de bruces con la dura realidad. Los sueños por un mundo mejor, un mundo donde el amor nunca sea imposible, marcan gran parte de la narrativa, evocando bellos diálogos ante los que uno siente una mezcla de placidez y frustración. Escondidas en una caravana que marca los tres puntos clave de la relación (la ratificación de los gestos hasta entonces intuidos, la romántica consumación y la inevitable deshonra), las dos chicas imaginan un futuro en común que, por ahora, parece inverosímil. Pese a tratarse en su mayoría de debutantes e intérpretes no profesionales, tanto las protagonistas como el resto del reparto ofrecen interpretaciones muy naturales, convirtiéndose Rafiki en una valiosa mirada a la vida en una Nairobi que, pese a todo, se antoja más cercana de lo habitual. Que tanto el guion como la realización de la joven Wanuri Kahiu, quien en 2009 triunfó en los Premios de Cine de la Academia Africana con From a Whisper, son muy modestos e incluso ingenuos es innegable, pero a veces ser valiente compensa todo lo demás.

    Kenia, Sudáfrica, 2018. Título original: Rafiki. Dirección: Wanuri Kahiu. Guion: Jenna Cato Bass, Wanuri Kahiu. Producción: Ape&Bjorn As / Big World Cinema / MPM Film / Razor Film / Rinkel Film / Schortcut Films. Fotografía: Christopher Wessels. Reparto: Patricia Amira, Muthoni Gathecha, Jimmy Gathu, Nice Githinji, Charlie Karumi, Patricia Kihoro, Neville Misati, Samantha Mugatsia, Sheila Munyiva, Dennis Musyoka, Nini Wacera. Duración: 83 min.

    07. Mario
    Marcel Gisler, Suiza.

    Justo por ser un tabú tanto entre quienes la viven como entre quienes la respiran, la cuestión de la homosexualidad en el mundo del fútbol profesional es ampliamente ignorada tanto por la población como por el arte. Con respecto al mundo del cine, las escasas producciones que se han lanzado a retratar el tema —la germana Guys and Balls (Sherry Hormann, 2004), la cubana La partida (Antonio Hens, 2013) y la británica The Pass (Ben A. Williams, 2016)— han quedado relegadas al terreno independiente más marginal, no llegando a menudo a salir siquiera de sus países de origen más allá del mundo festivalero LGTB. Por desgracia, atendiendo a su humilde campaña de marketing, todo indica que la suiza Mario correrá el mismo destino. Y es una verdadera pena, porque su visionado debería ser obligatorio entre los clubes masculinos de fútbol, donde sin duda hay muchos más homosexuales de lo que pretenden hacernos creer (lo cual es fácil porque pretenden hacernos creen que no hay ninguno). La última película de Marcel Gisler, que ha dedicado toda su (breve) carrera a la comunidad gay —F. es un cabrón (1998), Rosie (2013) y Electroboy (2014)—, se centra en dos jóvenes futbolistas que, forzados a compartir plena intimidad a raíz del duro entrenamiento (no sólo las habituales duchas, teñidas siempre de homoerotismo, sino hasta compartiendo piso), terminan enamorados. Mario, de hecho, lo está por primera vez, pues, convencido de que nada importa más que el fútbol, ha reprimido siempre sus instintos. Leon, sin embargo, sabe que, en comparación al poder del amor y, sobre todo, al placer de saberse fiel a uno mismo, todo empequeñece. El deporte es, por tanto, más importante para uno que para el otro; o quizá simplemente sean las prioridades las que varían. Sea como fuere, todo está en contra de una relación que, para congoja de nuestro corazón, se presenta con suma ternura, sirviendo cada palabra y cada beso para que nosotros mismos recordemos aquellos amores por los que lo dimos todo para nada. La película no tiene otra finalidad que generar empatía tanto por esta triste realidad genérica como por el relato concreto que alberga, lo cual desarrolla a partir de un guion directo pero sutil y una realización sencilla que se ampara en el buen hacer del trío protagonista (a Max Hubacher y Aaron Altaras, irresistible pareja principal, acompaña una encantadora Jessy Moravec dando profundidad a la clásica “tapadera”). Gol.

    Suiza, 2018. Título original: Mario. Dirección: Marcel Gisler. Guion: Marcel Gisler, Thomas Hess y Frederic Moriette. Producción: Triluna Film AG / Carac Films / Schweizer Radio und Fernsehen (SRF) / Teleclub AG. Fotografía: Sophie Maintigneux. Música: Michael Duss, Christian Schlumpf, Martin Skalsky. Reparto: Max Hubacher, Aaron Altaras, Jessy Moravec, Jürg Plüss, Doro Müggler, Andreas Matti, Scherwin Amini, Fabrizio Borsani, Julian Koechlin, Gabriel Noah Maurer, Stallone Anderson, Joris Gratwohl, Anna-Katharina Müller, Joshua Schmidli, Manuel Pereira, Tom Burri, Beat Marti, Matthias Neukirch, Annina Polivka, Marin Blülle, Nina Mariel Kohler, Christian Liniger, Niklas Löffler, Mersiha Husagic, Tabita Johannes. Duración: 119 min.

    06. Las herederas
    Marcelo Martinessi, Paraguay, Alemania, Brasil, Uruguay, Noruega.

    Cuando la sexagenaria Ana Brun descubrió que había recibido el premio interpretativo femenino del Festival de Berlín, no cupo en sí de su asombro. Y es que ella, que nunca antes había actuado, estuvo a punto de rechazar en su día el papel protagonista de Las herederas, el cual, no sólo es difícil, sino también muy arriesgado: una mujer de alta alcurnia de la sociedad paraguaya que debe afrontar al mismo tiempo la partida del dinero que tan cómoda le ha hecho la existencia y la de la mujer con la que se ha acostumbrado a compartir su monótona vida. De pronto, el sentimiento de soledad aflora y, con él, una crisis existencial que le lleva a explorar sutilmente pasiones largo tiempo contenidas mientras, en el fondo, se mantiene fiel a su acogedora rutina. Tan feroz como pausado, el trabajo de Brun es excelente e indudablemente merecedor del laurel de la Berlinale (un certamen que, como su personaje, ha vivido momentos mejores), donde la minimalista cinta también se alzó con el Premio del Jurado y el prestigioso FIPRESCI. Junto a Margarita Irún, Ana Ivanova, Nilda González, María Martins y Alicia Guerra, la silenciosa Brun conforma un universo femenino donde ellas mismas se valen y sobran tanto para apoyarse como para causarse pesar. A través de todas ellas, la sociedad paraguaya es retratada desde un cariño crítico capaz de aprovechar la memorable escena donde dos compradoras recorren el ya triste hogar de la pareja principal, arrebatando así sentido a sus recuerdos, para hacer hincapié en la hipocresía de la sociedad sin llegar a culpar del todo a nadie. Con gestos llenos de significado, respetuosos primeros planos y encuadres generales que son al tiempo discretos y voyeristas, el también debutante Marcelo Martinessi (formado, no por casualidad, en el terreno documental) retrata el dolor que a menudo acarrea estar vivo con suma delicadeza, ganándose con sigilo nuestra empatía por un personaje colmado de matices al que no siempre llegamos a entender del todo. No hay frustración en la ambigüedad, sin embargo, sino realismo: ¿acaso entendemos plenamente a las personas que nos rodean en la vida diaria? Director y actriz saben que no. Por eso mismo, la fotografía juega con el fuera de campo y la música extradiegética brilla por su ausencia, vocablo este último que define a la perfección el existir de la protagonista y la puesta en escena confeccionada por quien la mira.

    Paraguay, Alemania, Brasil, Uruguay, Noruega, 2018. Título original: Las herederas. Dirección: Marcelo Martinessi. Guion: Marcelo Martinessi. Produccción: La Babosa Cine / Pandora Film / Mutante Cine / Norsk Filmproduksjon A/S / Esquina Filmes. Dirección de fotografía: Luis Armando Arteaga. Reparto: Ana Brun, Margarita Irún, Ana Ivanova, Nilda González, María Martins, Alicia Guerra. Duración: 97 min.

    05. El diablo es magnífico
    Nicolás Videla, Chile.

    Cansada (o cansado, según su estado de ánimo) de la hostilidad de París, donde lleva viviendo diez años, Manu Guevara decide regresar a su Chile natal. Pero dos hombres marcan su despedida: Matthias (Vicktor Philip), un atractivo turista con quien disfruta de una noche de pasión sin futuro por ser incapaz él de aceptar su inusual identidad («hombre con rasgos femeninos», así se define Manu) y Daniel (Daniel Larrieu), un hombre mucho mayor que le propone una estabilidad de la que jamás ha gozado: matrimonio y por tanto papeles en regla. Los dos extremos del amor —el juicioso y el pasional, ambos insensatos— se cruzan así en el futuro de Manu, quien se interpreta a sí mismo en una peculiar mezcla de ficción y documental donde no siempre sabemos qué es plenamente real y qué no más allá de la propia personalidad que se nos expone. No hay duda de que Manu, que cofirma el autobiográfico guion junto a Nicolás Videla (realizador) y Sebastian Gonzalez, es la estrella, bastando una mirada suya hacia la cámara para generar una alta carga hipnótica: queremos saber más de ese personaje —de esa persona— y queremos saberlo ahora. En sus inteligentes reflexiones y curiosos bailes presenciamos un ser que sólo pide ser aceptado tal y como es. Ya en 2013, Videla codirigió, en compañía de Camila José Donoso, Naomi Campbel, otro drama documental, en aquel caso sobre una mujer transexual tarotista que, anhelando la reasignación de sexo, decide probar suerte en un programa televisivo sobre cirugías plásticas donde conocerá a una enigmática inmigrante que desea operarse y ser igual a la supermodelo que da nombre al filme. Aparte de la fusión de ficción y documental en torno a la identidad trans, las dos obras comparten, por tanto, la interrelación de esta cuestión con la inmigración, al constituir ambas identidades sendas formas de encontrarse entre dos aguas, sobre todo desde la perspectiva de una sociedad que siempre parece exigirnos una autodefinición con la que el propio Manu juega al negarse a apropiarse del término que, con buenas pero limitadas intenciones, la modernidad le aplica: gender bender.

    Chile, 2016. Título original: El diablo es magnífico. Dirección: Nicolás Videla. Guion: Nicolás Videla, Manu Guevara, Sebastián González. Producción: Maltrato Films. Fotografía: Sebastián Pose, Nicolás Videla. Reparto: Manu Guevara, Daniel Larrieu, Vikctor Philip, Isabelle Ziental, Vincent Franchey. Duración: 69 min.

    04. Nove de Novembro
    Lázaro Louzao, España.

    Rodada enteramente en gallego, Nove de novembro se adentra en la intimidad de dos hombres que, tras una década de relación, ven tambalearse los cimientos de la misma al tiempo que el muro de Berlín cae marcando un antes y un después en la historia del mundo. El título, de hecho, evoca la noche del 9 de noviembre de 1989, cuando las dos mitades de Alemania fueron físicamente reunificadas. Para Roberto y Miguel, sin embargo, no es tan fácil, porque múltiples son los recuerdos que acumulan y, en los días grises de otoño, la mayoría parecen demasiado pesados. Desde la frescura del principiante, Ademar Silvoso y Brais Yanek se entregan a sus personajes en cuerpo y alma, conformando dos (des)enamorados muy reales que darían todo el uno por el otro de no ser porque, quizá, ya lo hayan hecho. Tal vez, para ellos, ya sea demasiado tarde, lo que viste toda la cinta de un aroma melancólico y casi mortecino aun cuando lo más difícil, el propio amor, nunca deja de estar presente. Encerrados en su propio dormitorio durante gran parte del metraje, los dos hombres se aíslan de un mundo todavía hostil hacia la homosexualidad. Y es que 1989, por cercano en el tiempo que parezca, constituía una época muy, muy diferente. Sea por la oposición de sus padres, por su apuesta por mantener una relación abierta («para no ser como los heteros») o por la incursión de aquella horrible enfermedad citada siempre por sus siglas, ambos han hecho frente ya a numerosas pruebas y, si bien siempre han resultado vencedores, una parte de ellos siente que ha llegado el momento de rendirse. El debutante Lázaro Louzao firma un guion colmado de sensibilidad que basa gran parte de su fuerza en naturales diálogos que dicen mucho sin decir nada, de forma que cualquier persona que haya estado alguna vez en pareja se sentirá identificado. De hecho, aunque pensar en la Habitación en Roma (2010) de Julio Medem y el Weekend (2011) de Andrew Haigh es inevitable a raíz del uso del dormitorio como única localización (flashbacks aparte) y la intensa intimidad que todas ellas evocan (incluyendo, cómo no, momentos de alta carga sexual), el conflicto es muy distinto: en aquellas, un inesperado amor llevaba a dos desconocidos a plantearse una existencia juntos que parecía imposible; en Nove de Novembro, es precisamente la vida en común lo que ya es una realidad, mas quizá insuficiente para seguir adelante. ¿Qué hacer cuando la vida se antoja inimaginable en solitario pero demasiado pesada en compañía?

    España, 2018. Título original: Nove de Novembro. Dirección: Lázaro Louzao. Guion: Lázaro Louzao. Producción: Costura Films. Fotografía: Simon Beaufils. Música: M83. Reparto: Ademar Silvoso, Brais Yanek, Sabela Arán, Carlos Roma. Duración: 83 min.

    03. Retablo
    Álvaro Delgado-Aparicio, Perú.

    La ópera prima de Álvaro Delgado-Aparicio nos traslada al Perú andino, donde los espectaculares paisajes naturales y las coloridos tradiciones contrastan con una homofobia absolutamente terrorífica. Durante la primera parte de la película, asistimos a la rutinaria existencia de una familia de artesanos, concentrándose la pausada cámara en el minucioso mimo con que padre e hijo se dedican al arte del retablo. Así lo augura, de hecho, el propio inicio, donde contemplamos, desde la aparente perspectiva de un fotógrafo, a una familia posando, sólo para comprobar pronto que están haciéndolo para que un joven memorice sus atuendos y posiciones. Será a través de los inocentes ojos de ese chico, Segundo Paucar, de 14 años, cómo asistiremos al día a día en la zona, desde el apacible pastoreo de las ovejas hasta los salvajes rituales de masculinidad en que se convierten los festejos tradicionales. El debutante Junior Bejar Roca ofrece una interpretación colmada de fuerza, reflejando en todo momento su mirada el sentir de alguien que está fuera de lugar pero sólo tomará medidas al respecto cuando el peso de los prejuicios recaiga sobre su familia. Amiel Cayo encarna a un padre condenado a la humillación eterna por algo que no ha elegido, mientras que Magaly Solier, que saltó a la fama internacional con La teta asustada (Claudia Llosa, 2009), da vida a una madre forzada por la arcaica sociedad que la rodea a actuar contra sus propios instintos. Ambos están magníficos, al igual que su hijo ficticio, pero es en los honestos sollozos de ella donde reside la cumbre interpretativa (y dramática) del filme, plasmando, sin necesidad alguna de sensacionalismo, la triste frustración de un mundo anclado al pasado. Al igual que la sutil realización de Delgado-Aparicio, la contemplativa dirección de fotografía de Mario Bassino nos permite juzgar con nuestros propios ojos cuanto acontece en pantalla, juzgando a la sociedad pero no a sus integrantes, si bien todo ello está bañado en una dolorosísima tristeza por la música de Harry Escott, encargada también de cerrar la función como un último lamento desesperado.

    Perú, 2017. Título original: Retablo. Dirección: Alvaro Delgado Aparicio. Guion: Alvaro Delgado Aparicio, Héctor Gálvez. Producción: SIRI Producciones. Fotografía: Mario Bassino. Música: Harry Escott. Reparto: Junior Bejar Roca, Amiel Cayo, Magaly Solier. Duración: 95 min.

    02. Un couteau dans le coeur
    Yann Gonzalez, Francia.

    En la primera escena de Un couteau dans le coeur, dos hombres disfrutan de un juego de dominación sexual hasta que aquel en posición dominante torna un enorme falo en un arma con la que asesina al joven dominado. Vemos a la víctima, pero no al verdugo, que lleva y llevará en todo momento un antifaz negro que mantendrá hasta el final la intriga acerca de su identidad. Pronto sabemos que el chico asesinado era un actor porno de una cutre compañía cuya directora, excelentemente encarnada por Vanessa Paradis, habrá de tomarse la justicia por su mano a raíz de la incompetencia de un ente policial que no parece tomarse en serio la cuestión siquiera cuando el enmascarado ataca de nuevo. La peculiar realizadora, sin embargo, está lejos de ser una figura a la que venerar: no sólo no parece demasiado afectada por los crímenes, sino que se inspira en ellos para generar otra de sus producciones, las cuales se antojan bastante más cómicas que eróticas. Parte de su frialdad se debe, eso sí, a que ella misma atraviesa una crisis existencial a raíz de la ruptura con su pareja, quien es además la montadora de sus obras (necesaria, por tanto, para poner en orden sus ideas tanto en pantalla como fuera de ella). Homenajeando al giallo y el cine porno de los 70, Yann Gonzalez (Les rencontres d'après minuit, 2013) elabora un peculiar cóctel de géneros (desde el thriller hasta la comedia absurda, pasando por el melodrama) a través de una trama tan disparatada como atrayente y, sobre todo, una puesta en escena que se queda grabada en la retina por el hipnotismo de la composición, la iluminación y el sonido, evocando, entre otros, al emblemático Rainer Werner Fassbinder. Cierto es que nada tiene demasiado sentido y que el desenlace es algo decepcionante, pero la propuesta sigue resultando sugerente de principio a fin. Con el título internacional Knife + Heart, la cinta formó parte de la Sección Oficial tanto de Cannes como de Sitges, pero se fue de vacío en ambos casos. Lástima que su irresistible fusión de fetichismo carnal y pasión cinéfila fuera tan incomprendida como el cuestionable arte al que se dedican sus protagonistas.

    Francia, 2018. Título original: Un couteau dans le coeur. Dirección: Yann Gonzalez. Guion: Yann Gonzalez. Producción: SIRI Producciones. Fotografía: Simon Beaufils. Música: M83. Reparto: Vanessa Paradis, Kate Moran, Nicolas Maury, Pierre Emö, Thibault Servière, Pierre Pirol, Naëlle Dariya, Salim Torki, Jeremy Flaum, Noé Hernández. Duración: 110 min.

    01. The Miseducation of Cameron Post
    Desiree Akhavan, EE.UU.

    Los centros de terapia de conversión se cuentan entre los lugares más horribles a los que puede enviarse a un joven a día de hoy en el mundo occidental. En ellos, niños, niñas y adolescentes son sometidos a todo tipo de pruebas con la heterosexualidad como meta, sin importar demasiado que la propia esencia se pierda por el camino. De alguna forma, se les enseña a odiarse a sí mismos, como afirma en un momento la protagonista de The Miseducation of Cameron Post, encarnada por una contenida Chloë Grace Moretz que, siete años después de tras saltar a la fama con La invención de Hugo (Martin Scorsese, 2011), disfruta del mejor año de su carrera al protagonizar también Greta y Suspiria, a las órdenes de Neil Jordan y Luca Guadagnino, respectivamente. Dirigido por una fulminante Jennifer Ehle, el centro acoge así a varios jóvenes que, bien se han apuntado por sí mismos, bien han sido forzados a hacerlo. Algunos buscan consonancia con la forma de vida que se les ha inculcado (religioso-reproductiva, en general); otros aprovechan la oportunidad para buscarse a sí mismos. Desiree Akhavan, que debutó con la excelente Appropriate Behavior (2014), sobre una mujer incapaz de confesar a su familia persa que es bisexual, vuelve a desarrollar con sencillez e ingenio la crisis existencial de una joven a quien el contexto vuelve incapaz de aceptarse tal y como es. En ambos casos, por suerte, el tratamiento es sensible y esperanzador, con espacio para el humor en medio del drama, si bien su segunda película alcanza grados de verdadero impacto emocional que forzarán a más de uno a apartar la mirada (y el corazón) por un instante. Curiosamente, este año han brotado dos películas en torno al tema de la “cura” de la homosexualidad, contando el Boy Erased de Joel Edgerton con bastante más visibilidad gracias contar con el respaldo de Hollywood aun lidiando con el tema de un modo mucho más torpe. The Miseducation of Cameron Post triunfa, tanto en los momentos de introspección de personajes forzados a desprenderse de su propia piel sin otra que enfundarse, como en aquellos donde asistimos con un respiro a la capacidad del ser humano de ver siempre la luz al final del túnel, aunque solo sea en forma de una excursión a las montañas durante la que respirar un necesario soplo de aire fresco.

    EEUU, 2018. Título original: The Miseducation of Cameron Post. Dirección: Desiree Akhavan. Guion: Desiree Akhavan, Cecilia Frugiuele (Novela: Emily M. Danforth). Producción: Triluna Beachside Films / Parkville Pictures. Fotografía: Ashley Connor. Música: Julian Wass. Reparto: Chloë Grace Moretz, Sasha Lane, Forrest Goodluck, John Gallagher Jr., Jennifer Ehle, Quinn Shephard, Dalton Harrod, Christopher Dylan White, Emily Skeggs, Isaac Jin Solstein, Steven Hauck, McCabe Slye, Melanie Ehrlich, Alexandra Imbrosci-Viera, Seamus Boyle, Billy Brannigan, Kim Emerson, Kat Gonzalez, Joyce Hausermann, Christina Karabiyik, Spencer List, Rebeca Martinez, Billy Thomas Myott, Francesca Noel, Tanis Parenteau, Michalina Scorzelli, Sarah Soltish. Duración: 90 min.


    Juan Roures
    © Revista EAM / Madrid


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